COLUMNA

COSMOS
Héctor CONTRERAS ORGANISTA
ALBERTO SAVEDRA RAMOS
-Boxeador y Médico-

El célebre y reconocido médico chilpancingueño don Alberto Saavedra Ramos fue excelente pugilista, boxeador de los buenos, alternando el deporte con sus estudios en la Escuela Médico Militar. En el relato que nos dispensó, detalló su participación brillante en ese deporte y nos ofrece, a la vez, una remembranza invaluable de nuestra tierra.
-Médico, gracias por permitirme platicar con usted en ocasión de que estamos recordando el box en Chilpancingo, deporte en el que usted participó.
“Pues, mira, Héctor, claro que la memoria me falla muchas veces, pero yo recuerdo que en Chilpancingo, en los años 1932 y 1933, la Escuela Tipo se encontraba donde está ahora el ayuntamiento. En la esquina oriente había una casa de teja grande, con muchas habitaciones y que tiempo después fue el Sanatorio del doctor Mendoza. Ahí estaba la Escuela Tipo Ignacio Manuel Altamirano. Y entre las gentes que trabajaban ahí había  un señor a quien recuerdo cariñosamente, don Lucio Bello, que era el profesor de Curtiduría de la
Escuela Tipo, porque era una escuela que aparte de enseñar la cosa escolar tenía talleres de curtiduría, carpintería y zapatería. Era de las escuelas que pusieron en vigor en aquella época. Entonces, don Lucio Bello organizaba funciones de box. Recuerdo bien que la casa tenía en el centro una fuente. El ring lo ponían exactamente tapando la fuente, y alrededor ponían bancas y sillas y también en los corredores. Cabrían unas doscientas personas, se llenaba totalmente. Y en esa época, entre los boxeadores de aquí de Chilpancingo, de los que me acuerdo, estaban Amador Chavelas, Régulo Moreno, y empezaba a boxear el Chato, Isaías Vargas, y un estudiante que le decían La Rana, que fue después el profesor Armando Escobar, hermano de Francisco Escobar. A mi me tocó ver unas peleas que fueron muy comentadas en esa época entre Bulmaro Morales y un peleador de Iguala, eran aficionados. Ese muchacho se llamaba Odilón Mota, peso pluma. Por esa época el gobernador era el General Guevara a quien seguramente le gustaban los deportes. Trajo a un grupo de muchachos boxeadores muy jóvenes, al frente de los cuales venía Paco Cabañas, que había sido ganador de una medalla no sé si de plata o de bronce, pero fue el primer boxeador mexicano que obtuvo una medalla en Box para México en la Olimpiada de Los Ángeles, en 1934. Yo estaba en sexto año, los cinco anteriores los estudié en la ciudad de México. Paco Cabañas vivía frente al Teatro del Pueblo. Ahí siempre se organizaron funciones de Box y de Lucha Libre. En esa época Paco Cabañas organizaba box y traía muy buenos peleadores. Recuerdo una pelea extraordinaria que hubo entre Armando Escobar y Jorge Monzón, uno de los máximos boxeadores aficionados que hubo en México. Jorge Monzón fue muy famoso. Lo trajeron y le ganó a Armando Escobar. Después lo volvieron a traer y entonces peleó con Isaías Vargas, El Chato, y empataron. Aquí había el Batallón de Infantería. Había un subteniente que era esgrimista famoso porque concurrió a algunas Olimpiadas, se llamaba Benito Ramos. Hicieron unas peleas de box en el Teatro del Pueblo, y ahí peleaban los boxeadores que traía el Batallón de Infantería. Sólo me acuerdo de uno muy famoso que era Arango, eran buenos boxeadores. Me invitaron a que boxeara con uno de los muchachos del Batallón y ahí tuve mi primera pelea de box. A nosotros no nos entrenaba nadie, con Pancho Escobar practicábamos solitos en los corredores de la Normal. Un boxeador que no nombré y que se distinguió mucho y que fue de la época anterior, es el profesor Melesio García, el famoso Melesio. No sé de dónde era pero nos enseñaba Agricultura, que estudió en la Escuela de Chapingo. Creo que alguna vez boxeó con El Chato Isaías Vargas o con Armando Escobar. Pero que era uno de los boxeadores y era maestro de la Escuela Normal, y ahí nos enseñaba a boxear, a pararnos; nos ayudaba. Yo tuve mi primera pelea a cuatro rounds, que gané. Debió haber sido en 1935. Yo gané en el tercer round a uno que le decían el Baba Loca. Después se quedaron picados los del Batallón y quisieron que peleara con uno que era su campeoncito, le decían La Muerte, no sé sus nombres, no los recuerdo. Yo seguí entrenando con el profesor Melesio y con Pancho Escobar. Volví a pelear con La Muerte, y le gané. Esos fueron mi debut de boxeador. Después me fui a estudiar a Chilapa, y ahí en Chilapa, en la escuela Secundaria Número 15, que hoy es la San Martín, hacían peleítas de box. Ahí tuve cuatro peleas, una con un muchacho de  Tixtla que se llamó Pablo Valle, le gané. Luego con otro chamacón de entonces, Heberto Barrios, después un respetable ingeniero al cual le gané por nockout. La pelea más difícil fue con un joven que se llamaba Armando Bello, hijo de don Lucio Bello. Armando era lo mejor de lo mejor de los chamacos que boxeaban aquí y le gané en Chilapa. Y luego le gané a su hermano, Fernando, que era mi compañero de grupo, Fernando Bello Vega. Ellos fueron de aquí de Chilpancingo. Su hija, creo que es la única hija, es Celia Bello, la esposa de Chucho Flores, hermana de los muchachos Bello Vega. Después me fui a la ciudad de México y en la Escuela Preparatoria me inscribí en la clase de box y tuve como maestro al mejor peleador olímpico que ha tenido México, se llamó Fidel Ortiz; es el mejor peleador aficionado que ha tenido México. Solamente una gente le ganó. El que le ganó fue Rodolfo Ramírez, aquel famoso campeón, que después fue profesional, pero como aficionado fue el único que le ganó a Fidel Ortiz. El era nuestro maestro. Con quien aprendí realmente la técnica del boxeo, porque él era un técnico del boxeo, y como me vio con posibilidades, me invitó a que fuera a entrenar al Correo. El era el entrenador del Correo, que era el Club de aficionados más fuerte del Distrito Federal. En la Preparatoria, en los dos años que estuve ahí, entré al campeonato. En uno fui campeón y en el otro fui sub campeón, perdí una pelea con un peleador de la Preparatoria. Allá en el Correo conocí a un señor que se llamó Carlos Arenas, que era manager de boxeadores profesionales, y me vio por ahí y me invitó, y me dijo: yo te voy a pagar la tarjeta y vete a entrenar con nosotros a los Baños del Jordán, a ver si te gusta. Iba yo al Correo, pero iba también al Jordán, con Carlos Arenas. Ahí era el centro número uno de los entrenamiento de los boxeadores profesionales. El gimnasio de los Baños del Jordán era famoso, estaban frente a la fuente del Salto del Agua. Ahí vi a muchos peleadores: Joe Conde; a un boxeador que estaba en los Ángeles, muy bueno, se llamaba Emilio Magaña, Felipe Trejo Luna, que fue campeón Pluma. Había muchos peleadores, pero no los recuerdo. A Joe Conde porque era el campeón Ligero de México. Después me invitó el profesor Aarón M. Flores a que viniera yo a organizar una función de box y a que peleara aquí, como ex alumno de la escuela. Me dieron mi diploma y todo, y pelee y gané por nockout. Yo ya era casi profesional en México. Yo ya estaba en la Escuela Médico Militar en México y había que decidir una u otra cosa. Claro, mi meta era ser médico no boxeador. Recuerdo que una vez vine a Taxco y pelee con el entonces novato sensación Enrique Bolaños. El venía muy golpeado de una pelea de unos días antes, y luego me ofrecieron mil pesos porque viniera a darle la revancha en Taxco. Los pesos eran muy tentadores, pero Enrique Bolaños era un boxeador extraordinario. Y ya recuperado y no cansado ni nada, pues me dio la paliza del siglo, esa es la realidad. No me noqueó porque no pegaba muy duro, pero me abrió una ceja, aquí tengo la cicatriz, la ceja derecha, la nariz. Digo, era un estilista del boxeo Enrique Bolaños. Por cierto, en la pelea semifinal de ese día, peleó El Chato Isaías Vargas con Paco Villa, de la famosa dinastía de los Villa en México, Manuel Villa Primero, Manuel Villa Segundo, Paco Villa, Rodolfo Villa. Fueron cuatro hermanos boxeadores. Paco era muy amigo mío, porque estaba casado con una enfermera militar. Fue muy amigo mío. Es más, cuando yo estaba en la escuela Médico Militar él iba conmigo, cuando estaba yo en cuarto año. Yo ya no peleaba, pero iba nomás para entrenar. Se llevaba las orejeras y todo para ir a boxear conmigo en la terraza de la escuela  y todos mis compañeros se ponían a ver ahí, y yo se los presentaba. Paco Villa tenía la nariz totalmente deforme, las cejas. Era el típico peleador golpeado que había en aquella época. En aquella época se deformaban mucho de la nariz, la ceja. Y tenía problemas en la nariz y hablaba mal, sin embargo era muy buena gente, muy buen amigo. Pues en esa función de box peleó Paco Díaz con El Chato Isaías, y le ganó, y a mi me ganó Bolaños con una paliza de órdago. Ya estando en tercer año, Carlitos Arenas, que siempre fue mi gran amigo, y además era papá de una muchacha, Anita Arenas, que era mi compañera en la Preparatoria, me dijo que peleara, una peleíta de cuatro rounds en la Arena Libertad. Y le digo, no, porque dentro de una semana tengo examen de Cardiología, y luego cuando peleaba uno así, como con Bolaños, y estaba como quince días que no podía ni comer; tenía que comer con popote porque la quijada me dolía. Después Bolaños fue figura mundial. Me gané los mil pesos, pero la paliza estuvo tremenda. Yo creo que he de haber perdido unas ocho o diez veces, de unas cuarenta o más peleas que tuve. Fueron más triunfos que derrotas. Yo regresé a Chilpancingo en 1950. Y en 1954 que llegó como gobernador don Darío Arrieta, mi gran amigo, doña Lucha, su esposa, me pidió, y le pidió al después licenciado Edmundo Olguín, que hiciéramos funciones de lucha libre y de box en la Arena del Pueblo, pero más de lucha, porque el box no dejaba. Se hizo contrato con la empresa de Lucha Libre y aquí desfilaron las máximas figuras. Luchaban los martes aquí y los miércoles en Acapulco. El ingeniero Arrieta iba, y estaba en primera fila con su bolsa de cacahuates, y además organizamos unas funciones de box. Con las relaciones que yo tenía en México podía traer boxeadores bastante regulares. Aquí peleó El Canelo Urbina. Carlitos Arenas nos traía buenos boxeadores profesionales, que les dábamos cualquier cosa.  Peleaban el Chato Fernández, y no recuerdo más nombres. Después peleaban en Acapulco, allá hubo un gran peleador, muy amigo mío, José Luis López, alias La Coneja, y él era el manager de los boxeadores de Acapulco. La máxima figura que dio Chilpancingo fue El Chato, Isaías Vargas, quien llegó a pelear fuera de México con muchos boxeadores profesionales. Era de una resistencia extraordinaria, nomás que le gustaba mucho el trago. Ese es un panorama general del box en Chilpancingo. Hay muchas cosas más que tal vez se me olviden porque ya la memoria no me ayuda. Pero es un panorama general”.
-Su papá, el licenciado Alberto Saavedra Torija ¿qué opinaba de que usted fuera boxeador?
“Mi papá se enojó. El no se había dado cuenta de que yo boxeaba y que inclusive venía a pelear a Taxco, porque yo no me ponía Alberto Saavedra. Me ponía Alberto Ramos y en ocasiones mejor me cambiaba el nombre por Ramírez. Alberto Ramírez, con ese nombre peleaba yo en las arenas del Distrito Federal. Mi papá, cuando se dio cuenta, me regañó mucho, ya estaba yo en la Escuela Médico Militar y creo que tenía razón. Me dijo que no tenía yo necesidad de andar en esas cosas, que me podían lastimar, y tenía muchísima razón. Pero a mi no me fue mal en el box. Me fue bastante bien, aunque perdía algunas peleas nunca me noquearon. Noquee a muchos, eso sí, y fue una experiencia más en mi vida”.

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