ARTÍCULO

La clientela electoral
Edilberto Nava García
Los actores políticos del país están en estira y afloja. Desean ser aún más visibles porque disputan ya la clientela electoral. Para quienes no son dignos de los dones de Dios, el Creador de todo cuanto existe, visible e invisible, hasta de las desgracias humanas obtienen ventajas para su yo interno y externo, pues quieren que todo mundo se entere de lo que hacen en favor de los desgraciados que han sufrido los embates de la naturaleza. Entre ellos están los políticos superfluos, los de pose, los hundidos en la banalidad, los que olvidan que lo que haga tu mano derecha, no lo sepa la otra.
Lo anterior viene a colación por la ámpula que se ha levantado en torno a la actitud de los dirigentes de los partidos políticos, que se retan a dar y dar más a los damnificados
en el sureste mexicano, porque el escenario electoral pareciera que lo exige. Pero no, no lo exige. El próximo proceso electoral no exige poses, ni que alguien con más o menor poder político ayude a los damnificados. Que algunos conviertan la desgracia en oportunidad pública, equivale a sacar raja del árbol caído, porque a sus costillas llevan agua a su molino. Y eso es inmoral y pecaminoso por avieso. El gobierno mismo ve la oportunidad de legitimarse o de congraciarse con la base social luego de tantos motivos de descrédito.
En relación a los elementos naturales, el aire, el fuego, el agua y la madre Tierra están vivos y son básicos para la humanidad, misma que desde hace tiempo los daña y no pone freno a su actitud dañina. Embobada la humanidad por el materialismo continúa en sus afanes de riqueza y notoriedad. Contaminamos el aire y aún más el agua. Recordemos que antes nadie pagaba el agua, pero ahora la compramos envasada, cuando que estando limpia, no es necesario purificarla con químicos como se hace, hasta cristalizantes le ponen en las llamadas purificadoras. Respecto al fuego, el armamentismo continúa a nivel mundial, en tanto que a la madre Tierra la continuamos contaminando lo mismo a través del agua, los hidrocarburos y en su capa productiva, con herbicidas, fungicidas y demás. Queremos que la tierra rinda mucho más con poco esfuerzo, cuando que desde el génesis está señalado que el hombre la ha de trabajar y arrancará el sustento con el sudor de su frente.
Empero estos vocablos han de circunscribirse a la actitud del conglomerado social en relación a los daños causados por los terremotos recientes. Ahora se nos dice e induce a tomar medidas preventivas para afrontar las consecuencias de los sismos, pues se vive en la creencia de que no se pueden evitar. ¿No se pueden evitar? ¿No acaso los movimientos son una respuesta de un ser vivo a los daños que se le causan? Científicamente toda acción tiene como respuesta una reacción.
Luego entonces los sutnamis, los maremotos, tornados, sismos y demás son la respuesta a la conducta humana, a los daños que les causamos. Los tornados o respuesta del aire, aún no son estudiados y si lo fuesen, se ocultará la verdad, porque al materialismo y a sus propugnadores no les importan los elementos, pues el mal representado por el dinero en su uso inadecuado es lo que cuenta para ellos. Si no se dañara a los elementos naturales, la humanidad no tendría por qué sufrir catástrofes. Sencillo, no contaminemos el agua, el aire, el fuego y no destruyamos a la madre tierra, que tiene la misión de producir el sustento para millones de seres humanos y todos ellos estarán en armonía, cumpliendo con la misión divina que tienen encomendados.
Por ahora los dirigentes partidistas, si tienen voluntad de devolver parte del dinero público que reciben para sus actividades, háganlo discretamente. Sean oportunos y no esperen que la presión social los obligue. No con retos para ver quién da más, porque la desgracia no está en subasta. Sus simples anuncios semejan a las gallinas, porque ellas cacaraquean lo que ya pusieron: un huevo. Los dirigentes no han puesto un solo huevo. Aunque queda suficientemente claro, que cuando alguien ofrece dar más que otros, evidencia que detrás ya tiene el botín asegurado, pues la burocracia política jamás admite que le quiten lo que ya está acostumbrada a cobrar por hacer, no hacer o simplemente dejar pasar. No olvidar que en materia de caridad, no da más quien más tiene en lo material, en dinero. El que más tiene, da lo que le sobra, lo que no le afecta. En cambio, el pobre, quien sí siente la desgracia y se pone en la camisa de los que sufren, ese sí aporta no sólo ayuda material, sino que hasta pone en riesgo su vida por ayudar, como en el caso de los rescatistas voluntarios, no como los soldados, que ayudan porque les ordenan, pues les pagan con dinero público.

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