ARTÍCULO

Toma de Tixtla por Morelos
Apolinar Castrejón Marino
Estando en Tixtla, hacia donde usted mire, verá cerros, porque se trata de un valle. Entre esos cerros hay muchas barrancas, que en tiempo de lluvias se convierten en arroyos, que a su vez, desembocan en la laguna que se encuentra al este, en la parte más baja del valle.
El 26 de mayo de 1811 tuvo lugar la conquista de Tixtla por el cura José María Morelos, para mermar el poderío del ejército realista, y para tomar el control militar, y político de un lugar importante.
En la actualidad, Tixtla carece de importancia, pero quizá entonces sí lo era. Contaba apenas 4 mil habitantes que se dedicaban a la agricultura y solo tenían gallinas, chivos, un burro, un caballo viejo y cuando mucho, un par de weyes.
Gobernaba el país, el virrey Félix María Calleja, y por estas latitudes, solo tronaban los chicharrones de Don Joaquín de Guevara, quien era un rico hacendado al servicio de la corona española, y además era suegro de Nicolás Bravo, porque se había casado con su hija Antonia. Compartía el poder con el comandante español don Lorenzo Garrote, cierto gorila, que tenía a su servicio una buena tropa, y les gustaba maltratar a los indios. Así que ningún tisteco se atrevía a causar problemas.
Para completar el dominio de los indios, estaba el clérigo poblano, Manuel Mayol, furibundo realista que gustaba de condenar las almas de los indios y excomulgarlos. Nadie quería irse al infierno, así que reinaba la paz.
Chichihualco es un poblado que se encuentra muy distante al poniente de chilpancingo, y ahí se enfrentaron las tropas realistas al mando de Lorenzo Garrote, contra Hermenegildo Galeana y sus costeños. Qué extraña es la historia patria, pues pudiendo darles un aspecto de verdaderos guerreros, los pintó desnudos y armados únicamente de machetes.
Con el apoyo de la tecnología, (vistas de satélite) trazamos la ruta de los ejércitos, y nos encontramos con cosas muy extrañas. A 60 kilómetros al poniente de Chilpancingo, en Chichihualco se enfrentaron Galeana y Garrote, resultando ganadores los rebeldes.
Los perdedores se trasladaron a chilpancingo para anunciar su derrota (¿?), ahí se juntaron con las tropas de Guevara y Nicolás de Cosío, y luego avanzaron 15 kilómetros hacia Tixtla, que se encuentra al oriente “para fortalecer la plaza…”.
Antes de llegar a Tixtla se detuvieron en una loma, desde donde se veía perfectamente la población y sus alrededores. “El Fortín” les pareció un lugar estratégico, y se acomodaron ahí para defenderse de cualquier ataque.
En tanto que Morelos había llegado al anochecer del 24 de mayo de 1811 a Chilpancingo, ahí pernoctaron esa noche en el centro, donde doña Antonia Nava de Catalán (La Heroína de Tixtla) los atendió dándoles de cenar, y donde dormir. Al día siguiente se tomaron un descanso, preparándose para la batalla del 26 de mayo.
La inferioridad del ejército de Morelos era evidente, seiscientos hombres sin preparación militar, mal vestidos y mal armados, contra un ejército de mil quinientos hombres, bien entrenados y experimentados, con fusiles y cañones y suficiente parque. Además los realistas tenían una especie de Hulk, un hombresote de 2 metros de estatura, y 95 kilogramos de peso, llamado Martín Salmerón, a quien apodaban “El gigante de Acalco”.
Los rebeldes estaban más confiados, porque entre sus filas se alineaban los héroes que llenarían las páginas más gloriosas de nuestros libros escolares: Vicente Guerrero, los Galeana, los Bravo, los Ávila, Luis Pinzón, Nicolás Catalán, y hasta doña Antonia Nava de Catalán. Solo faltaban Superman, Batman y Robin, y la Mujer Maravilla.
El enemigo en su fortín, con su artillería y sus soldados entrenados, no fueron pieza para los insurgentes. Además Morelos les había prometido “A las doce, comeremos en Tixtla”, y Guerrero les había dicho “La chata es primero”. Y ya todos conocían la pozolería de doña María “La Chata” del barrio de Sr. Santiago.
 Y en menos que se los contamos, se consumó “La toma de Tixtla” (y toma de mezcal también). Hay un pasaje histórico que mencionan varios investigadores, con el cual estamos muy de acuerdo. Luego de obtener el triunfo, Morelos le dijo a Guerrero:
¡Qué hermosa es la tierra de usted, por donde quiera se ven sembradíos, arroyos, colinas verdes y esa laguna! ¡Lástima que la población sea tan “chaquetera”!
Sí, señor, es una verdadera lástima -contestó Guerrero- pero vamos a convertirla, sacaremos de ella buenos soldados.

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