ARTÍCULO
Centenario de Juan Rulfo
Apolinar Castrejón Marino
Apolinar Castrejón Marino
JUAN RULFO es uno de los escritores mexicanos más destacados, y solamente hizo 2 novelas, “El llano en llamas” y “Pedro Páramo”. Aunque también es reconocido como fotógrafo, por el Instituto Nacional Indigenista de México.
El próximo 16 de mayo, se estará celebrando el primer centenario de su nacimiento, y como es costumbre, se esperaba que las autoridades culturales del país, presentaran documentales y actividades artísticas, exposiciones y conferencias, para que la gente tenga presente el legado de este ilustre compatriota.
Pero… la Fundación Juan Rulfo constituida en 1996 por la familia del escritor, anunció que no colaborará con el gobierno mexicano en la celebración del centenario de Juan Rulfo. En vez de eso, trabajará por su cuenta en un programa de actividades conmemorativas, que incluirá tertulias con los investigadores, críticos y admiradores de sus obras.
La Secretaría de cultura se dice inconforme con la decisión de los familiares del escritor, pues según ellos, esta decisión priva a un gran público de la difusión correcta de las actividades, y dicen que tenían preparadas ediciones conmemorativas y homenajes con figuras destacadas, como sucedió en 2014 con el centenario del natalicio de Octavio Paz.
Otro sector de intelectuales apoya a la familia en su decisión de realizar actividades por su cuenta, pues ellos poseen manuscritos, colecciones fotográficas, audios y vídeos, cartas y ensayos del autor. “Si es cierto, seguramente Enrique Peña, iba a utilizar los homenajes para apersonarse, y atraer la atención. Todos sabemos que es una diva que necesita los reflectores y las cámaras”, así expresó un familiar de Rulfo.
Juan Nepomuceno Carlos Pérez Rulfo Vizcaíno nació el 16 de mayo de 1917 en Sayula, Jalisco. Sus obras más importantes son dos libros: una colección de relatos bajo el título “El Llano en llamas”, y la novela “Pedro Páramo”. La gente le preguntaba por qué no había hecho otra cosa. Él contestaba que por la muerte de su tío Celerino, que era quien le contaba todo.
Ciertamente, Juan Rulfo realizó otras obras de calidad: En 1945, publicó, en la revista Pan, de Guadalajara, los cuentos: “La vida no es muy seria en sus cosas”, y “Nos han dado la tierra”. En la Ciudad de México en 1946 publicó el cuento “Macario” en la revista América. En 1948, publicó “La cuesta de las comadres” y en 1950 “Talpa”, y “El Llano en llamas”.
En 1951 la revista América publicó el cuento “¡Diles que no me maten!”, y en 1953 el Fondo de Cultura Económica publicó “El Llano en llamas”. En 1980 publicó su segunda novela, “El gallo de oro”.
Estudió en el Colegio de San Ildefonso, en la ciudad de México, y en 1934 comenzó a escribir sus trabajos literarios como colaborador en la revista América. A partir de 1938 comenzó a publicar sus cuentos en otras revistas literarias.
En 1946 se dedicó a la labor fotográfica, y de 1946 a 1952 trabajó para la compañía Goodrich-Euzkadi como agente viajero. En 1947 se casó con Clara Angelina Aparicio Reyes, con quien tuvo cuatro hijos: Claudia Berenice, Juan Francisco, Juan Pablo y Juan Carlos. De 1954 a 1957 fue colaborador de la Comisión del Papaloapan, y editor en el Instituto Nacional Indigenista en la Ciudad de México.
“Lo habían traído de madrugada. Y ahora era ya entrada la mañana y él seguía todavía allí, amarrado a un horcón. No se podía estar quieto. Había hecho el intento de dormir un rato para apaciguarse, pero el sueño se le había ido. También se le había ido el hambre. No tenía ganas de nada. Sólo de vivir. Ahora que sabía que lo iban a matar, le habían entrado unas ganas tan grandes de vivir como sólo las puede sentir un recién resucitado”.
-¡Diles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Así diles. Diles que lo hagan por caridad.
-No puedo. Hay allí un sargento que no quiere oír hablar nada de ti.
-Haz que te oiga. Date tus mañas y dile que para sustos ya ha estado bueno. Dile que lo haga por caridad de Dios.
-No se trata de sustos. Parece que te van a matar de a de veras. Y yo ya no quiero volver allá.
-Anda otra vez. Solamente otra vez, a ver qué consigues.
-No. No tengo ganas de eso, yo soy tu hijo. Y si voy mucho con ellos, acabarán por saber quién soy y les dará por afusilarme a mí también. Es mejor dejar las cosas de este tamaño.
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