ARTÍCULO
Nacimiento de una Heroína
Apolinar Castrejón Marino
Hoy hablaremos de Malala, para tomarla como ejemplo de los padres que utilizan a sus hijos para lograr sus ideales personales. No digamos que eso sea malo, pero debemos estar alerta de que los niños, aprovechando como nos enternecen, y somos proclives a pensar que ellos no mienten.
Usted sabe que hablamos de la heroína de Pakistán que lucha en foros internacionales, por el derecho de los niños y niñas a la educación.
Su familia vivía en Pakistán del norte, en el hermoso valle del Swat, pero cuando tenía 10 años un grupo armado que se hacía llamar Tehreek-e-Taliban Pakistan, se apoderaron del valle. Al frente de ellos estaba un hombre llamado Mullah Fazlullah, quien prohibió que las mujeres fueran al zoco, a bailar, y a la escuela.
El padre de Malala, Ziauddin Yousafzai, había crecido en una aldea tan pobre, que daban las clases debajo de un árbol. Aquello le hizo decidir que, algún día, abriría una escuela, y con el tiempo, logró inaugurar una en Mingora.
Su nombre aún era Makai, iba a la escuela y además recibía clases personales de su padre. Y cuando los talibanes prohibieron la educación, ella no se pudo quedar callada, y desde la seguridad de su casa, se convirtió en bloguera, por lo cual se pasaba hasta 10 horas frente a la computadora, para denunciar las condenas a muerte de quienes retaran al talibán.
Su blog tuvo buena acogida, y fue hospedado en un círculo de la cadena británica BBC, junto a Yoani, una feroz anticubana, cuyas crónicas se escriben desde el diario ‘El País’; y otra la bloguera siria llamada Amina Arraf.
En 2009, el ejército de Pakistán recuperó la zona, y restableció el orden. Las escuelas volvieron a abrir, pero a Makai ya le había gustado eso de contar al mundo cosas sorprendentes de su tierra.
Pero los talibanes no se habían ido completamente, y no les agradó que Makai promoviera el modo de vida occidental. En su momento, Mohamad Jurasani, portavoz del grupo, denunció como su padre la había puesto a contra la religión, y la sociedad islámica.
Además invirtió muchos recursos con la cadena de televisión paquistaní Geo TV, para que su hija tuviera amplia cobertura, haciendo creer al mundo que es un país de cafres, que mantiene a las mujeres en la humillación, que no tienen ningún respeto por la vida, y que se matan por motivos religiosos. El claro objetivo era destruir Pakistán y la sociedad pashtún, recalcando que el sistema democrático es el peor de todos.
El 9 de octubre de 2012 durante un tiroteo, recibió un disparo en la cabeza, cuando viajaba a su casa en el autobús escolar, resultando también heridas otras dos de sus compañeras colegialas. Una bala atravesó su párpado izquierdo, y descendió por su mandíbula, hasta acabar alojándose bajo su hombro izquierdo.
Primero fue auxiliada en un hospital de Pakistán, pero aunque la herida era aparatosa nunca puso en riesgo su vida los servicios médicos del Reino Unido, la trasladaron al Hospital Reina Isabel en Birmingham, Inglaterra, para hacerle una cirugía plástica.
Con la suma de todos estos acontecimientos, fue fácil armar la historia de una heroína: MALALA. The New York Times, inició una campaña mundial, iniciando con un homenaje ofrecido por la UNESCO, en la cual su directora general, declaró que “…todos somos Malala, y su valentía debe inspirar nuestra lucha para garantizar el derecho fundamental de todos a recibir educación”.
La periodista británica Christina Lamb escribió su autobiografía “Yo soy Malala” en 2013.Y Patrick McCormick, Malala: Mi historia, que se convirtieron en grandes éxitos. Su rostro apareció en las portadas de las revistas más importantes del mundo. Y empezó un gran viaje por todo el mundo para agradecer a los países que apoyan la educación de las niñas y los niños.
Un paso más arriba, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon condenó el “…cobarde ataque contra la niña activista de Paquistán, Malala Yousafza”. Barack Obama, Susan Rice, Hilary Clinton, de Laura Bush, y Desmond Tutu se apresuraron a expresar su apoyo a Malala.
Su fama traspasó ideologías y países, y en muy corto tiempo se reunió con la reina de Inglaterra, Bill Clinton, la reina Rania de Jordania y el exfutbolista David Beckham y tomó el té con la actriz Angelina Jolie.
Bono, el cantante de U2, le regaló un iPod, el collage que tiene en la pared de su cuarto es de Shiloh, la hija de Angelina Jolie y Brad Pitt. Madonna le dedicó una canción.
En el año 2014, recibió el Premio Nobel de la Paz “por su lucha contra la supresión de los niños y jóvenes y por el derecho de todos los niños a la educación”. Y otra docena de premios más.
Actualmente vive con su familia en un alto edificio en Birmingham, Inglaterra. Viste el shalwar kameez rojo y floreado, que es la vestimenta típica de Pakistán. Entre los muchos trofeos que ha recibido, se encuentran los libros de la saga Crepúsculo, y un estuche de vídeo de Yo soy Betty, la fea.
Aún mantiene contacto por Skype con Moniba, su mejor amiga en Pakistán, y también habla con Shazia y Kainat, las otras dos víctimas del tiroteo, que han logrado una beca para estudiar en Gales. No siente pena al declarar que pronto iniciará una carrera política, y que aspirara a ser primera ministra en su país.
Algunos de sus compatriotas pusieron en circulación en Twitter, un hashtag con la etiqueta #DileQueNoAMalala y aseguraban que ella y su padre son herramientas y títeres de Occidente. El espía norteamericano Tariq Khattak, aseguró al editor del diario Pakistan Observer que nunca recibió un disparo.
Apolinar Castrejón Marino
Hoy hablaremos de Malala, para tomarla como ejemplo de los padres que utilizan a sus hijos para lograr sus ideales personales. No digamos que eso sea malo, pero debemos estar alerta de que los niños, aprovechando como nos enternecen, y somos proclives a pensar que ellos no mienten.
Usted sabe que hablamos de la heroína de Pakistán que lucha en foros internacionales, por el derecho de los niños y niñas a la educación.
Su familia vivía en Pakistán del norte, en el hermoso valle del Swat, pero cuando tenía 10 años un grupo armado que se hacía llamar Tehreek-e-Taliban Pakistan, se apoderaron del valle. Al frente de ellos estaba un hombre llamado Mullah Fazlullah, quien prohibió que las mujeres fueran al zoco, a bailar, y a la escuela.
El padre de Malala, Ziauddin Yousafzai, había crecido en una aldea tan pobre, que daban las clases debajo de un árbol. Aquello le hizo decidir que, algún día, abriría una escuela, y con el tiempo, logró inaugurar una en Mingora.
Su nombre aún era Makai, iba a la escuela y además recibía clases personales de su padre. Y cuando los talibanes prohibieron la educación, ella no se pudo quedar callada, y desde la seguridad de su casa, se convirtió en bloguera, por lo cual se pasaba hasta 10 horas frente a la computadora, para denunciar las condenas a muerte de quienes retaran al talibán.
Su blog tuvo buena acogida, y fue hospedado en un círculo de la cadena británica BBC, junto a Yoani, una feroz anticubana, cuyas crónicas se escriben desde el diario ‘El País’; y otra la bloguera siria llamada Amina Arraf.
En 2009, el ejército de Pakistán recuperó la zona, y restableció el orden. Las escuelas volvieron a abrir, pero a Makai ya le había gustado eso de contar al mundo cosas sorprendentes de su tierra.
Pero los talibanes no se habían ido completamente, y no les agradó que Makai promoviera el modo de vida occidental. En su momento, Mohamad Jurasani, portavoz del grupo, denunció como su padre la había puesto a contra la religión, y la sociedad islámica.
Además invirtió muchos recursos con la cadena de televisión paquistaní Geo TV, para que su hija tuviera amplia cobertura, haciendo creer al mundo que es un país de cafres, que mantiene a las mujeres en la humillación, que no tienen ningún respeto por la vida, y que se matan por motivos religiosos. El claro objetivo era destruir Pakistán y la sociedad pashtún, recalcando que el sistema democrático es el peor de todos.
El 9 de octubre de 2012 durante un tiroteo, recibió un disparo en la cabeza, cuando viajaba a su casa en el autobús escolar, resultando también heridas otras dos de sus compañeras colegialas. Una bala atravesó su párpado izquierdo, y descendió por su mandíbula, hasta acabar alojándose bajo su hombro izquierdo.
Primero fue auxiliada en un hospital de Pakistán, pero aunque la herida era aparatosa nunca puso en riesgo su vida los servicios médicos del Reino Unido, la trasladaron al Hospital Reina Isabel en Birmingham, Inglaterra, para hacerle una cirugía plástica.
Con la suma de todos estos acontecimientos, fue fácil armar la historia de una heroína: MALALA. The New York Times, inició una campaña mundial, iniciando con un homenaje ofrecido por la UNESCO, en la cual su directora general, declaró que “…todos somos Malala, y su valentía debe inspirar nuestra lucha para garantizar el derecho fundamental de todos a recibir educación”.
La periodista británica Christina Lamb escribió su autobiografía “Yo soy Malala” en 2013.Y Patrick McCormick, Malala: Mi historia, que se convirtieron en grandes éxitos. Su rostro apareció en las portadas de las revistas más importantes del mundo. Y empezó un gran viaje por todo el mundo para agradecer a los países que apoyan la educación de las niñas y los niños.
Un paso más arriba, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon condenó el “…cobarde ataque contra la niña activista de Paquistán, Malala Yousafza”. Barack Obama, Susan Rice, Hilary Clinton, de Laura Bush, y Desmond Tutu se apresuraron a expresar su apoyo a Malala.
Su fama traspasó ideologías y países, y en muy corto tiempo se reunió con la reina de Inglaterra, Bill Clinton, la reina Rania de Jordania y el exfutbolista David Beckham y tomó el té con la actriz Angelina Jolie.
Bono, el cantante de U2, le regaló un iPod, el collage que tiene en la pared de su cuarto es de Shiloh, la hija de Angelina Jolie y Brad Pitt. Madonna le dedicó una canción.
En el año 2014, recibió el Premio Nobel de la Paz “por su lucha contra la supresión de los niños y jóvenes y por el derecho de todos los niños a la educación”. Y otra docena de premios más.
Actualmente vive con su familia en un alto edificio en Birmingham, Inglaterra. Viste el shalwar kameez rojo y floreado, que es la vestimenta típica de Pakistán. Entre los muchos trofeos que ha recibido, se encuentran los libros de la saga Crepúsculo, y un estuche de vídeo de Yo soy Betty, la fea.
Aún mantiene contacto por Skype con Moniba, su mejor amiga en Pakistán, y también habla con Shazia y Kainat, las otras dos víctimas del tiroteo, que han logrado una beca para estudiar en Gales. No siente pena al declarar que pronto iniciará una carrera política, y que aspirara a ser primera ministra en su país.
Algunos de sus compatriotas pusieron en circulación en Twitter, un hashtag con la etiqueta #DileQueNoAMalala y aseguraban que ella y su padre son herramientas y títeres de Occidente. El espía norteamericano Tariq Khattak, aseguró al editor del diario Pakistan Observer que nunca recibió un disparo.
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