ARTÍCULO
Los Mexicanos Más Ladinos
Apolinar Castrejón Marino
México es un país liberal y democrático, sin embargo en la práctica la sociedad mexicana es profundamente clasista y racista. Nace un bebé, y los familiares y amistades se preguntan:
“¿Y cómo está el bebé?”
“Hay, esta güerita, bien bonita”.
“Qué lindo”.
Si por el contrario el bebé nació morenito el dialogo es diferente.
“¿Y cómo está el bebé?”.
“Pues está prietito, como su padre”.
“Hay pobrecito”.
Según los historiadores, existen dieciséis combinaciones de cruzamiento entre las razas que poblaron la Nueva España. Del cruzamiento entre un español y una indígena, surgieron los mestizos, de mestizo con española procrearon al castizo, y de un español con una negra nacieron los mulatos.
Así también surgieron los moriscos, los cambujos y los jíbaros.
Y según se alejaran de la ascendencia española, también bajaban en la escala social. Pero ninguno se conformaba con su situación y merodeaban como subirse al escalón superior. Hemos de decir que sin conseguirlo.
Pero había ciertas familias muy lángaras, sin escrúpulos y con demasiada codicia, que buscaba cualquier oportunidad para acercarse a las mejores familias. Se mostraban serviles y obsequiosos para ganarse la voluntad y los metieran a esas casas ricas, aunque sea en calidad de criados. Una vez que se integraban a esa forma de vida de abundancia se comportaban como si de verdad tuvieran la misma sangre refinada de sus amos.
A estos sinvergüenzas, les llamaban despectivamente “ladinos”, porque hablaban, se vestían y comían tratando de imitar a los ricos españoles y mestizos. Prietos, chaparros y lacios, se veían completamente ridículos vistiéndose de encajes y sedas que les regalaban sus patrones. Se ponían los guantes de tela que ya no utilizaban sus amos, y no se los quitaba ni para comer.
Para completar su rol de intrusos y oportunistas, se comportaban odiosamente con los indios, igual que lo hacían los ricos. Vale decir que los españoles creían que los indios no tenían alma, y que solo servían para trabajar para ellos. Y los ladinos, aunque fuesen de las clases más bajas de indios, creían que ya no lo eran. Se decía que solo los españoles eran gente “de razón”.
Los ladinos soportaron ser criados, lacayos, esclavos y hasta bufones, con tal de vivir junto a los ricos. Así evitaron las rudas faenas del campo, la miseria y la insalubridad. Algunos muy exitosos, se convirtieron en capataces de los ranchos, otros en acólitos de las iglesias, y otros de mayordomos. Historias secretas cuentan de algunos que aceptaron ser eunucos, es decir, cuidadores de dormitorios de mujeres, a condición de que fuesen castrados, para seguridad de las féminas.
Pero no sabían leer ni escribir, ni tenían documentos de ser libres. No podían adquirir tierras, ni caballos, ni joyas. Entonces, vinieron las guerras y revoluciones, y los ladinos tuvieron oportunidad de quedarse con los títulos y propiedades de sus amos, y hasta de sus apellidos.
Una vez “legitimados”, se dedicaron a “empoderarse”, para lo cual se unieron las familias más reconocidas. Las familias de los últimos presidentes de México son un buen ejemplo de ladinos: Salinas, Calderón. Y también los caciques de los estados: Del Mazo, Cárdenas, Baeza, Murat, Meléndez, y otra docena más. También so ladinos, las familias de los empresarios como Abedrop, Basagoiti, Goicoechea, Pandal, Garza, Der la fuente, etc.
Que se hayan convertido en nuevos ricos, que haya sido exitosa su rapacería, y que disfruten de posesiones mal habidas, a los mexicanos no nos importa, pero si nos ofende que nos traten como si viviéramos en tiempos de la colonia, que nos traten como indios, que solo servimos para ser sus esclavos, y que no tenemos alma, ni sabemos pensar.
Hablamos expresamente de la familia de los michoacanos Luis Calderón Vega, que se casó con su prima Carmen Hinojosa Calderón, y tuvieron 5 hijos: Felipe, Luisa María “La Cocoa”, Luis Gabriel, Juan Luis, y María del Carmen.
Aunque “La Cocoa”, Luis Gabriel, y Felipe han conseguido buenos puestos en la política, ha sido por trampas y fraudes, y en ocasiones más recientes, han sentido en carne propia el desprecio y rechazo. Y ahora, la esposa de Felipe, Margarita Zavala, que pertenece a otra familia de ladinos, está empecinada en ser Presidenta de México, a pesar de las grandes cantidades de muestras de rechazo de los mexicanos.
La más reciente agresión de Felipe Calderón en contra de los mexicanos es llamarlos “pejechairos”. La situación es que según su retorcida mente, los mexicanos debemos adorarlo, secundarlo en sus deseos de dominio, y hasta celebrar su ingenio gracia. Y quien no lo haga es un “pejechairo”, es decir, seguidor del Peje (López Obrador) y además naco.
Porque lo que tiene de chaparro, lo compensa con su egolatría, y se considera a sí mismo, en extremo inteligente, valiente y gracioso. Tal cosa queda meridianamente demostrada en cada declaración que hace ¿O, no?
Apolinar Castrejón Marino
México es un país liberal y democrático, sin embargo en la práctica la sociedad mexicana es profundamente clasista y racista. Nace un bebé, y los familiares y amistades se preguntan:
“¿Y cómo está el bebé?”
“Hay, esta güerita, bien bonita”.
“Qué lindo”.
Si por el contrario el bebé nació morenito el dialogo es diferente.
“¿Y cómo está el bebé?”.
“Pues está prietito, como su padre”.
“Hay pobrecito”.
Según los historiadores, existen dieciséis combinaciones de cruzamiento entre las razas que poblaron la Nueva España. Del cruzamiento entre un español y una indígena, surgieron los mestizos, de mestizo con española procrearon al castizo, y de un español con una negra nacieron los mulatos.
Así también surgieron los moriscos, los cambujos y los jíbaros.
Y según se alejaran de la ascendencia española, también bajaban en la escala social. Pero ninguno se conformaba con su situación y merodeaban como subirse al escalón superior. Hemos de decir que sin conseguirlo.
Pero había ciertas familias muy lángaras, sin escrúpulos y con demasiada codicia, que buscaba cualquier oportunidad para acercarse a las mejores familias. Se mostraban serviles y obsequiosos para ganarse la voluntad y los metieran a esas casas ricas, aunque sea en calidad de criados. Una vez que se integraban a esa forma de vida de abundancia se comportaban como si de verdad tuvieran la misma sangre refinada de sus amos.
A estos sinvergüenzas, les llamaban despectivamente “ladinos”, porque hablaban, se vestían y comían tratando de imitar a los ricos españoles y mestizos. Prietos, chaparros y lacios, se veían completamente ridículos vistiéndose de encajes y sedas que les regalaban sus patrones. Se ponían los guantes de tela que ya no utilizaban sus amos, y no se los quitaba ni para comer.
Para completar su rol de intrusos y oportunistas, se comportaban odiosamente con los indios, igual que lo hacían los ricos. Vale decir que los españoles creían que los indios no tenían alma, y que solo servían para trabajar para ellos. Y los ladinos, aunque fuesen de las clases más bajas de indios, creían que ya no lo eran. Se decía que solo los españoles eran gente “de razón”.
Los ladinos soportaron ser criados, lacayos, esclavos y hasta bufones, con tal de vivir junto a los ricos. Así evitaron las rudas faenas del campo, la miseria y la insalubridad. Algunos muy exitosos, se convirtieron en capataces de los ranchos, otros en acólitos de las iglesias, y otros de mayordomos. Historias secretas cuentan de algunos que aceptaron ser eunucos, es decir, cuidadores de dormitorios de mujeres, a condición de que fuesen castrados, para seguridad de las féminas.
Pero no sabían leer ni escribir, ni tenían documentos de ser libres. No podían adquirir tierras, ni caballos, ni joyas. Entonces, vinieron las guerras y revoluciones, y los ladinos tuvieron oportunidad de quedarse con los títulos y propiedades de sus amos, y hasta de sus apellidos.
Una vez “legitimados”, se dedicaron a “empoderarse”, para lo cual se unieron las familias más reconocidas. Las familias de los últimos presidentes de México son un buen ejemplo de ladinos: Salinas, Calderón. Y también los caciques de los estados: Del Mazo, Cárdenas, Baeza, Murat, Meléndez, y otra docena más. También so ladinos, las familias de los empresarios como Abedrop, Basagoiti, Goicoechea, Pandal, Garza, Der la fuente, etc.
Que se hayan convertido en nuevos ricos, que haya sido exitosa su rapacería, y que disfruten de posesiones mal habidas, a los mexicanos no nos importa, pero si nos ofende que nos traten como si viviéramos en tiempos de la colonia, que nos traten como indios, que solo servimos para ser sus esclavos, y que no tenemos alma, ni sabemos pensar.
Hablamos expresamente de la familia de los michoacanos Luis Calderón Vega, que se casó con su prima Carmen Hinojosa Calderón, y tuvieron 5 hijos: Felipe, Luisa María “La Cocoa”, Luis Gabriel, Juan Luis, y María del Carmen.
Aunque “La Cocoa”, Luis Gabriel, y Felipe han conseguido buenos puestos en la política, ha sido por trampas y fraudes, y en ocasiones más recientes, han sentido en carne propia el desprecio y rechazo. Y ahora, la esposa de Felipe, Margarita Zavala, que pertenece a otra familia de ladinos, está empecinada en ser Presidenta de México, a pesar de las grandes cantidades de muestras de rechazo de los mexicanos.
La más reciente agresión de Felipe Calderón en contra de los mexicanos es llamarlos “pejechairos”. La situación es que según su retorcida mente, los mexicanos debemos adorarlo, secundarlo en sus deseos de dominio, y hasta celebrar su ingenio gracia. Y quien no lo haga es un “pejechairo”, es decir, seguidor del Peje (López Obrador) y además naco.
Porque lo que tiene de chaparro, lo compensa con su egolatría, y se considera a sí mismo, en extremo inteligente, valiente y gracioso. Tal cosa queda meridianamente demostrada en cada declaración que hace ¿O, no?
Comentarios
Publicar un comentario
Muchas gracias por leer La Crónica, Vespertino de Chilpancingo, Realice su comentario.