COLUMNA

 Aniversario de
Ignacio M. Altamirano


Apolinar Castrejón Marino
De puño y letra, Ignacio Manuel Altamirano describió casi toda su vida. “Ayer he tomado dos tazas de un rico café de Cocoyac. No tomo vino ni nada embriagante, porque me hace mal. Me levanto muy tarde; pero también me acuesto a la una o dos de la mañana”.
Don Ignacio Manuel Altamirano nació el 13 de noviembre de 1834, en la pequeña población de Tixtla, y él decía que una adivina le había profetizado, que también moriría un día 13, aunque no le había aclarado que mes, ni qué año. Ignacio Homobono Serapio Altamirano Basilio, fue hijo de Francisco Altamirano y Juana Gertrudis Basilio. Se casó con Margarita Pérez, y sus hijos adoptivos fueron Aurelio, y Palma Guillén-Altamirano.
Catalina Sierra Casasús, nieta de Joaquín de Casasús escribió el libro   ALTAMIRANO ÍNTIMO, recopilando las cartas y diarios que escribió a lo largo de su vida, y que son fuente documental para su biografía, y para la historia del país.

En la página 98 del libro “Altamirano Íntimo”, se encuentra una referencia a su estancia la pequeña villa en San Remo, Italia, en la cual pasó sus últimos días. “Nada leo, ni estudio. He abandonado el alemán, que iba aprendiendo rápidamente bajo la dirección del profesor Hassey. He abandonado el mexicano que tan útil me sería en mis estudios de Historia de México, y que tenía empeño en enseñarme el profesor Galicia”.
En 1889 había aceptado el cargo de Cónsul General en Barcelona, España, y poco tiempo después desempeñó el mismo cargo en París, Francia. Se encontraba muy enfermo de una vieja afección de los pulmones, y Don Joaquín de Casasús, esposo de su hija adoptiva, Catalina Guillén-Altamirano, le consiguió una pequeña casa en San Remo, porque el clima mediterráneo parecía ser bueno para “Papá Nachito” como le llamaban cariñosamente.
“No quiero oír hablar de leyes. La política me tiene sin cuidado. He ahí cómo soy ahora. Llevo la vida de un haragán del Bajo Imperio. La literatura me entretenía hace algunos meses. Compro los libros nuevos que llegan de París o de Alemania, y los coloco simétricamente en mis estantes, como una mujer coloca en sus aparadores una vajilla que nunca usará”.
Tixtla sigue siendo una pequeña ciudad, pero su actividad cultural es sobresaliente, ya que en ese lugar se encuentran escritores, pintores, y poetas, de gran calidad. Ese valle parece propicio para la inspiración de músicos como Margarito Damián Vargas, y escritores como Don Celedonio Serrano (El Coyote), y también ha sido cuna de héroes como don Vicente Guerrero, Don Vicente Jiménez y Doña Antonia Nava de Catalán.
Desde hace muchos años, en memoria del maestro, político, orador, militar, y escritor, Ignacio Manuel Altamirano, la sociedad tixtleca realizaba agradables tertulias con lecturas comentadas, pronunciación de discursos, y presentaciones de libros. Y en las escuelas se organizaban concursos poéticos, y ensayos biográficos del maestro.
Hasta que el gobierno del estado vio la manera de lucirse, y se adjudicó  el derecho de hacer una “Semana Altamiranista”. Pero como todo lo que toca, lo hecha a perder, empezó por cambiar la fecha, a la primera semana de diciembre, condenando con esto al olvido, la efeméride de 13 noviembre como natalicio del maestro.
Y “aún hay más”, debido a los conflictos políticos, el pasado año 2016 la mencionada “Semana Altamiranista” no pudo realizarse. Y se dejó para el mes de febrero de este 2017. Así que ahora no se celebrará el natalicio del maestro, sino su muerte, acaecida 13 de febrero 1893.
De todas formas, Tixtla los espera del 11 al 18 de febrero, para disfrutar la 28 Semana Altamiranista. Tal actividad se encuentra publicada en el portal oficial del gobierno del estado de Guerrero, aunque solo hay un poster alusivo.

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