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Héctor Contreras Organista

JOSÉ AGUSTÍN RAMIREZ Y DOS DE SUS CANCIONES
Comenzamos el mes del regocijo navideño del 2016 con música.
Recordando una parte muy pequeña de la gran obra musical del maestro don José Agustín Ramírez  Altamirano.
Compuso, como se sabe, infinidad de canciones, pero una en especial es la que ha cantado el pueblo de Guerrero por décadas:

 LINALOE
Linaloe, de mi tierra suriana,
hecho un cofre de ensueño,
de recuerdos y amor.
Guarda todas mis ansias,
mis tristezas y cuitas,
cofrecito de ensueño
como mi corazón.
 Rinconcito de mi tierra,
jardín convertido en sierra
de donde es la serranita
que me hirió en el corazón.
Bajo la sombra callada
de sus árboles copudos
se oyen los gritos agudos
del arriero y el pastor.
Y perdida en la cañada
la canción de una cascada,
y el murmullo del arriero
irisado por el sol,
por el sol tropical.
Son de mi tierra caliente
que se baila en Tlapehuala,
y que lo baila la gente
desde el Balsas hasta Iguala.
Canta la samba caliente,
baila la alegre chilena
que está muy linda la noche
con su luz de luna llena.
¡Ay si, ay no!
Para ti es todo mi amor,
para ti es mi pensamiento,
para ti es mi corazón.
Chilpancingueña bonita,
igualteca soñadora,
de Guerrero eres la flor
y de mi vida eres la aurora.
Canta la samba caliente,
baila la alegre chilena,
que está muy linda la noche
con su luz de luna llena.
Los guerrerenses son…
La canción “Linaloe”, fue grabada en el disco de oro que a fines de la década de los años 50 del siglo pasado llevó al acetato el gran cantante de San Jerónimo “El Grande”, Fernando Rosas.
En esos años, siendo chamacos juguetones, con otros niños corríamos en el zócalo de Chilpancingo, propiamente alrededor del quiosco de lo que fue el jardín “Cuéllar”, mientras la Banda de Música del Gobierno del Estado amenizaba el ambiente con sus deliciosas audiciones de domingo, martes y jueves, de las 7 a las 9 de la noche y los vecinos y familias enteras se sentaban en unas bancas de hierro, colocadas alrededor de ese quisco que fue tumbado en los años 60 y en su lugar se colocó una fuente que nunca sirvió más que para basurero.
El gobernador Alejandro Cervantes Delgado, en los años 80, al modernizar la plaza central  y hacer una sola de los jardines “Cuéllar” y “Bravo”, volvió a colocar el quiosco en su sitio de siempre y la banda musical recuperó el histórico lugar destinado para prodigar arte musical a favor de las familias chilpancingueñas (no chilpancinguenses).
En esos años 50, cuando seguramente el director de la Banda de Música del Gobierno del Estado era el ameritado y siempre bien recordado maestro don Pepe Ocampo, originario de Iguala, la banda tocaba una melodía muy bonita que, por lo “pegajoso” de sus tonos se nos quedó grabada.
Al paso de los años, de los muchos años, alguna ocasión que saludamos en Chilpancingo a nuestra muy valiosa y querida amiga Alcira Adame Marín, quien heredó seguramente el talento de sus padres, del querido señorón que fue el maestro Domingo Adame Vega (originario de Amojileca y ex alcalde de Chilpancingo), nos hizo favor de obsequiarnos un libro, nada más y nada menos que la “Antología Poética” del profesor José Agustín Ramírez.
Ahorrándonos detalles de este gran acontecimiento que con mucho cariño quisiéramos platicar ó comentar o escribir para ustedes los amabilísimos lectores, les diremos que en esa antología localizamos, especialmente, otra de las obras del maestro Agustín, la letra de aquella melodía que en nuestra niñez tocaba y se la escuchamos muchas noches a la banda de música que dirigía el maestro Pepe Ocampo, a quien, dicho sea de paso, también le celebramos el “mosaico musical” integrado espectacular y maravillosamente por varias melodías guerrerenses y que bien confeccionó en el pentagrama con el titular de “Teopancalaquis”, grabado en disco de 45 rpm.
Pero, en el libro que nos obsequió la cordialísima amiga Alcira, dimos con el hallazgo que aquella melodía tiene letra y su título es “Tlapehuala”, y ese es precisamente lo que originó este comentario.
Veamos la letra de esa canción:
TLAPEHUALA
Ven a cantar mi canción
al dulce son de mi jarana,
ven a bailar por favor,
antes que llegue la mañana.
Trigueñita de mi amor
ven a bailar esta chilena,
mira que aquí está el cantor
que sin tu amor muere de pena.
Mi serrana ya volvió
vino al calor de su costeño,
que no halló ningún cariño
como el que le dio su dueño.
SON DE MI TIERRA CALIENTE
QUE SE BAILA EN TLAPEHUALA,
Y QUE LO BAILA LA GENTE
DESDE EL BALSAS HASTA IGUALA.
CHILPANCINGUEÑA BONITA,
IGUALTECA SOÑADORA,
DE GUERRERO ERES LA FLOR
Y DE MI VIDA ERES LA AURORA.
CANTA LA SAMBA CALIENTE,
BAILA LA ALEGRE CHILENA,
QUE ESTÁ MUY LINDA LA NOCHE
CON SU LUZ DE LUNA LLENA.
¡AY SI, AY NO!
PARA TI ES TODO MI AMOR,
PARA TI ES MI PENSAMIENTO
PARA TI ES MI CORZÓN.
Los párrafos de la canción “TLAPEHUALA”,  que escribimos en mayúsculas, son exactamente los mismos versos que el maestro José Agustín Ramírez usó –años después- para completar su bella canción “LINALOE”.

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