PRIMERA PLANA



El día de ayer falleció y hoy lunes por la mañana fue sepultada la guerrerense, pero avecindada en Acaxtlahuacán de Albino Zertuche, Puebla doña  María Leonor Melchor Navarrete, a la edad de los 116 años de vida. ¡Descanse en Paz!

Ultimo adiós hoy a mamá Lonchi
 a sus 116 años. ¡Descanse en paz

Javier Francisco Reyes
Es una persona memorable, noble, sencilla y a la vez maravillosa, cuya partida ha dejado un gran dolor y vacío en el corazón de todas las familias que la rodearon, ya que siempre dejó en todos nosotros una huella del amor y disposición para ayudar y consolar a quien lo necesitaba, aún a pesar de sus propias penas.
El día de ayer domingo, la cabecera municipal de Acaxtlahuacán de Albino Zertuche se amaneció con la noticia de que alrededor de las 6:30 de la mañana dejó de existir mi santa abuela María Leonor Melchor Navarrete a la edad de 116 años que los cumpliría el 27 de noviembre, pero lamentablemente ya no llegó a esa fecha a la que cariñosamente la llamábamos “Mamá Lonchi”.
Ella es originaria de nacimiento de la comunidad de Tehuaxtitlán, municipio de Olinalá, posteriormente  por muchos años vivió en Teticic de la misma municipalidad, pero desde hace varias décadas por azares del destino adoptó como su tercer tierra Acaxtlahuacán de Albino Zertuche, Puebla, en la que su gente generosa le abrió su corazón hasta el día de hoy en que la estamos despidiendo a su nueva vida,  a su nueva tierra en la que vamos todos.
Ahora que ha partido y por si ustedes no lo sabían,  solo quedará para el anecdotario, en 115 años vivió sin identidad oficial es decir, no tenía acta de nacimiento, pero la generosidad de su paisana, lo hizo posible, la profesora María Inés Huerta Pegueros, titular de la Coordinación Técnica del Sistema  Estatal del Registro Civil del estado de Guerrero se la expidió, quedando  certificado en el libro 21 del Archivo General del Registro Civil, en donde quedó asentada el acta número 04070 de fecha 04 de noviembre de 2015, levantado por  el oficial 01 del Registro Civil residente en Chilpancingo de los Bravo, Guerrero.
A la fecha cuenta con 39 nietos; 42 bisnietos y nueve tataranietos, todos ellos viven, pero por azares del destino no todos estaban cerca de ella, algunos en Guerrero, otros en el Distrito Federal y otros más en  los Estados Unidos.
Habría que señalar que “Mamá Lonchi”, fue toda una mujer en toda la extensión de la palabra, madre excepcional, una excelente compañera para su esposo quien siempre contó con todo su apoyo y ayuda aún en los momentos más difíciles que les tocó vivir, ejemplar madre, suegra y abuela.
Fue una mujer de esfuerzo, ella se quedó viuda muy joven, pero con un gran ímpetu y fuerza dio todo por sus nueve hijos, para que ellos cumplieran sus sueños, significó trabajar semanas completas sin descanso, solo por darles no solo un futuro digno, sino un futuro feliz y hermoso a sus hijos.
Ella contrajo nupcias con don Isaac Francisco González, y procrearon nueve hijos, entre ellos una mujer, y la mayoría hombres, Enrique, Alejo, Victorino, Rosalino, Fidencio, Daniel Ezequiel y le viven  Santiago y Abel.
Quién no conoció en toda esta región del sur de Puebla a la “Mamá Lonchi”, andaba de pueblo en pueblo en sus fiestas vendiendo ropa, con su inseparable nieta  Elvia que vivió con ella en los últimos 42 años, hija de su último hijo, Daniel Ezequiel y decirle a mi prima que tiene todo mi apoyo junto con mi familia y la del resto de los que integramos están gran dinastía, habrá de tener siempre la solidaridad.
“Mamá Lonchi”, justa y objetiva nunca puso sus intereses personales por encima de la razón y con eso logró ganarse el corazón de todos nosotros. Creo que hablo en nombre de todos cuando digo que la vamos a extrañar pero siempre la recordaremos con mucho amor y una sonrisa en los labios, como ella lo hubiera querido.
Creo que todos los que la conocieron sabían que era una mujer de un temple muy fuerte, pero detrás de tremendo carácter, había un corazón lleno de magia, alegría y entrega, que sin importar quien la necesitara, quizás hasta un desconocido ella siempre estaba ahí para ayudar en todo y entregarse por completo, porque tenía una bondad sin límites.
A todos de su decencia “Mamá Lonchi”, nos enseñó con su ejemplo de trabajo, pese a que desde hace tres años hasta el domingo anduvo con su silla de ruedas, que uno nunca debe rendirse, tal como lo hizo ella con sus hijos que dio todo por los sueños de cada uno de ellos y de los que ama, pues al final de todo, el soñar, no es más que el primer paso para hacer que el sueño se haga realidad.
Hasta el último minuto de su existencia, estuvo consciente, lúcida, escuchaba y veía bien, no estaba enferma, su único problema es que dejó de caminar, tras una caída y la postró en una silla de ruedas. Ahora la  ha llamado  a su diestra del Señor.
Por lo mismo puedo decir que el alma de mi abuela, María Leonor Melchor Navarrete no solo era gigante como una torre, sino era un alma única, pues no cualquiera llega a vivir 116 años, se lleva un gran badajo de la historia de México, en su momento observó cómo se desarrolló la Revolución Mexicana allá en su pueblo de Tehuaxtitlán, Guerrero.
Una alma que hoy, comienza un viaje, pero es un alma con los colores y alas de una mariposa, que ahora emprende un vuelo alto y maravilloso que la llevará no solo a un paraíso, sino a lo más bello de la existencia, porque si alguien merecía volar con unas alas pintadas como mariposas,  es precisamente  “Mamá Lonchi” quien ahora en donde este, nos cuidará a todos los de sus descendencia.
Abuelita, mujer admirable, no has muerto, y nunca lo harás porque no se muere cuando el corazón deja de latir, se muere cuando en los recuerdos se deja de existir y tu estas presente, estas aquí, estas viva, para todos quienes te quisimos y seguiremos amando.
Te amo abuelita, y cuando llegue a tu lado me enseñarás a volar. Te quisimos, te queremos y te amaremos siempre y por siempre!
Chilpancingo, Gro., 26 de septiembre de 2016.

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