PRIMERA PLANA
Privilegiada al vivir 116 años, con
honores despidieron a Mamá Lonchi
Javier Francisco Reyes. ACAXTLAHUACAN, PUE.—Con todos los honores que se merece una mujer privilegiada por haber vivido casi 116 años, ayer por la mañana con música de banda como ella misma era alegre en la vida fue sepultada en el panteón municipal de esta localidad del sur Puebla, la guerrerense señora María Leonor Melchor Navarrete, rodeada de familiares, amigos y conocidos.
Dejó de existir el pasado domingo a las 6:30 de la mañana del domingo y ayer lunes se le dio último adiós a la que también se le conocía entre la dinastía familiar como “Mamá Lonchi”, antes de partir al panteón se realizó una misa de cuerpo presente por el presbítero
Nicolás Méndez Alvarado, quien ofreció las condolencias a los familiares y reconoció que la hermana María Leonor fue privilegiada por Dios y la vida haber llegado a los 116 años de vida, son pocas personas las que llegan a esa edad.
Antes de salir de la iglesia de “Santiago Apóstol” hubo emotivos canticos religiosos y hasta la canción “Amor Eterno” de la autoría del recién desaparecido “Juan Gabriel”, todo fue a capela, escuchándose en toda las instalaciones por la buena acústica de la construcción.
Después se caminó por las calles, entreverado de canciones de una banda de música y plegarias religiosas, hasta llegar al panteón municipal, en donde llegaron familiares de la Ciudad de México, Chilpancingo y Teticic, municipio de Olinalá, Guerrero, en donde vivió muchos años, y después por azares de la vida llegó a radicar en esta comunidad de Acaxtlahuacán de Albino Zertucho, hasta su último día.
Durante los 42 años estuvo acompañada por su nieta Elvia Francisco Navarrete quien se encargó de cuidarla, pero también recorrieron las diversas comunidades de la región vendiendo ropa, principalmente en las ferias hasta por ocho días, por su actividad fueron conocidos, respetados y hasta apoyados por los habitantes de cada uno de esos lugares.
Como los grandes, se despidió a nuestra abuela, este reportero cargó el féretro, y parecía que se resistía ir al panteón, se sentía que se movía su cuerpo, tal vez era una sensación, por el peso, pese a que era una mujer menudita.
Toda su vida era alegre, pese a las adversidades, le gustaban las corridas de toros. Ella no murió de ninguna enfermedad, no tenía dolencias, veía y escuchaba a la perfección.
Ella fue heredera de una estirpe longeva, pero sucumbió por la avanzada edad, inclusive anduvo tres años en su silla de ruedas en todas las comunidades del sur de la mixteca poblana, expendiendo ropa, nunca se amilanó, por el contrario demostraba fortaleza.
En donde ya no pudo, anteponerse fue a su avanzada edad, pese a ello estuvo doce días de agonía, pues dejó de tomar alimentos, solamente consumía algunas cucharadas de agua, leche y yogur.
En ese tiempo fue recibiendo a sus nueras que viven en esta cabecera municipal, Gertrudiz, Vicenta, Clara y las que estaban fuera, la primera María de Jesús y la última, Cristina, está fue la última con la que platicó y al parecer era la que esperaba para despedirse de este mundo, porque platicó el sábado como a las 15 horas y falleció quince horas y media después, es decir a las 6:30 de la mañana del domingo 25 de septiembre del 2016. Antes de sepultarla, éste reportero hiló una breve remembranza, recordando entre lo anecdotario que durante largos 115 años, nunca tuvo su acta de nacimiento, hasta que su paisana María Inés Huerta Pegueros, Coordinadora del Registro Civil del estado de Guerrero se la expidió el 4 de noviembre del 2015, y sin proponérselo habría sido un regalo anticipado 23 días antes de que cumpliera 115 años obtuvo su acta de nacimiento número 04070 asentada en los archivos de la Coordinación Técnica del Sistema del Registro Civil del estado de Guerrero.
A nombre de la familia, el autor de esta nota, agradeció la solidaridad de todos los presentes haber acompañado al sepelio de la abuelita más longeva de México, y que ninguna autoridad federal, de Puebla, mucho menos de su estado natal, Guerrero, le reconocieron, pero que ahora ya le rindió tributo a la madre tierra y ya está al lado de su diestra del Señor
En ese tenor, también su nieto Edgar Melchor Miranda, a nombre de más familias, también se sumó al reconocimiento de la prima Elvia que en las últimas cuatro décadas cuidó, vivió y acompañó a la abuelita María Leonor Melchor Navarrete quien desde lunes 26 de septiembre estaba rindiendo tributo a la madre tierra.
También recordó que la abuelita fue ejemplo de vida y de trabajo para toda la dinastía que la rodeó, esa era la herencia que le dejó a sus hijos que hoy en día le sobreviven dos Santiago y Abel, en tanto también para las nueras, vive la mayoría, sus nietos, bisnietos y tataranietos.
La despedida de “Mamá Lonchi” fue de tristeza no solo para los familiares, sino también para los habitantes de esta localidad poblana, porque siempre la vieron entregada en el trabajo, y más en los últimos tres años se valía de una silla de ruedas, pero no era impedimento para cesar sus actividades de venta de ropa en las diversas localidades, incluyendo algunas de los limítrofes de Guerrero.
En verdad que eran gigante y singular, ahora descansa en paz.
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