COLUMNA
Cosmos
Héctor Contreras Organista
MANUEL MÉNDEZ RAMÍREZ
Compositor Chilpancingueño (1931)
En Chilpancingo, Manuel “El Chino“ Méndez es uno de los artistas locales más reconocidos. Desde su juventud se distinguió como compositor e intérprete, pero sobre todo como enorme impulsor de la música.
Dueño de una destreza admirable para ejecutar la guitarra, hombre de carácter amable y respetuoso. “El Chino” Méndez es uno de los compositores más prolíficos, al grado que le resulta imposible precisar cuántas canciones ha hecho. Una de ellas, canto de solidaridad con el pueblo nicaragüense, le valió que su estilo fuera conocido en Managua, después del terremoto del 23 de diciembre de 1972 en aquél país centroamericano.
Los padres de Manuel fueron los señores Samuel Méndez Bonilla y Narcisa Ramírez del Valle. Tuvo varios hermanos: Humberto, Ricardo, Gilberto, Fernando, Héctor, Luis, Silvina, Ángela, Esthela, Alicia y Josefina. Manuel Méndez fue obsequiado con nueve hijos: seis hombres y tres mujeres; su esposa es la señora Guadalupe Salgado Guzmán.
Desde hace años “El Chino Méndez” ve pasar el tiempo y con él a las bellas que bajan del barrio de San Antonio, sentado cómodamente en una banca de mármol que hace tiempo sustituyó a una piedra azul en la que el compositor pasaba largas horas con su guitarra, rodeado de amigos y deleitándolos con sus bellas canciones.
-¿Quién te enseñó a tocar la guitarra?
Manuel responde inmediatamente: “Aprendí solo. Vivíamos donde se localizaba la farmacia ‘San Antonio’ –Ayuntamiento esquina con Zaragoza-”.
El Chilpancingo de la época “era un pueblo donde todos nos conocíamos”. Frente a la casa de la familia de Manuel estaba la sastrería de “Los Patos”. Manuel afirma que viendo tocar y cantar a los sastres, pero especialmente a Guillermo Nieves quien ejecutaba la guitarra en forma extraordinaria, además que cantaba muy bonito, “me pasaba largo rato viendo tocar a Serafín, o Joaquín y a aquel señor que le decían ‘El Pantolis’. A esta sastrería iban Licho Calvo, Rogelio Anaya y José Castro que cantaban, tocaban y platicaban mientras los sastres se ponían a cortar”.
Manuel recuerda cómo comenzó a ganar sus primeros centavos tocando y cantando. Frente a su casa estaba la tienda de don Chano Escudero donde se vendían sombreros, reatas, sillas de montar, en fin. Don Chano le decía a Manuel que cantaba muy bonito y por cada canción le daba cinco centavos. De igual forma visitaba frecuentemente a Carmelita de Laúd quien acababa de llegar a Chilpancingo y tenía un salón de belleza en un local del “Hotel México”, el que después fue llamado “Laura Elena”:
“Me daba mi pastel, mi nieve, refrescos y dinero porque le caí en gracia, estaba muy chamaco y ya tocaba y cantaba”. Manuel participó como muchos otros paisanos de su generación, en los programas de aficionados al canto que en la Escuela “Fray Bartolomé de las Casas” organizaba don Josafat, Chafá Acevedo. “Ahí comenzaron Lilia Jaimes, Manuel Reynoso, Rolando Morlet, Mateo Campos, entre otros”. Manuel Méndez fue estudiante en el internado 21 de Tixtla, “Adolfo Cienfuegos Camus”, allá tuvo como compañeros a Rolando Morlet, Héctor Ríos Flores, Daniel Molina, Arturo Robledo García, Gildardo Valenzo Miranda, Armando Otero Ríos y a Rigoberto y Gregorio Pano.
Manuel Méndez Ramírez formó parte de un primer trío, “Cancioneros del Alma” con Héctor Astudillo Bello y Lalo Bello. Luego haría trío con Saturnino Nava y Efraín Vélez Vélez, fue el trío “Cantaclaro” que más tarde cambió de nombre por el de “Los Compadres”. En 1959, con Efraín Vélez Vélez y Jorge Romero López, formaron el trío “Los Zafiros” que precedió a un trío, con los mismos elementos que haría época de romanticismo: “Los Galanes”.
Dio vida a un cuarteto que también cubrió la trayectoria de una etapa romántica en el estado de Guerrero: “Chino Méndez y los Normalistas”, grupo en el que participó brillantemente Bernardo Javier. Pero sin duda la etapa de consolidación vino con otros dos grandes artistas: Baltazar Calvo y José Manuel Cadena con quienes integró, haciendo latir el romanticismo en el trío “Los Bohemios”. El popular artista, Manuel Méndez, franco y directo como es comentó: “Me quedé con las ganas de fundar una rondalla, pero rondalla de aquellas, y todo por falta de recursos y apoyos”.
-¿Cuál fue la primera canción que compusiste?
“Tixtleca, en 1945: Desde Tixtla a Chilpancingo, hay un cerro mirador, en las distancias distingo los encantos de mi amor…”
-De tus canciones, ¿cuál es la que más te ha gustado?
“Mi Musa. No había papel y la empecé a escribir en una servilleta a una prima de Magda Vázquez, en la casa de la profesora Victoria Pérez Parra. La Viki, cuando la escuchó me dijo: que se la vas a cantar en este momento. Como era vecina, nos fuimos, ella se llevó una vela para que me alumbrara y viera la letra porque la acababa de hacer y ahí tienes que salió el papá, y la mamá y… ¡y la musa! Y el papá me dio las gracias por la canción, les gustó… les gustó”.
-¿Quién te bautizo como “El Chino”?
“Jorge Romero López, pero fue porque en la avenida Guerrero estaba una sastrería donde íbamos a cantar y Jorge que estaba chamaco vivía adentro, se asomaba y su mamá lo llamaba: él le decía, déjame ir a ver al chino y desde entonces…”
-¿Cuántas canciones has compuesto?
“¡Híjole, ya perdí la cuenta!”
-¿Cuáles son las consentidas?
“Son todas porque cuando la estás haciendo te está agradando, todas son las consentidas”.
-¿Qué tipo de canciones te gustan más?
“Mi gusto definitivamente es por los boleros aunque no descarto el corrido: le hice uno a Cantinflas, otro a Luis Donaldo Colosio y también al gobernador Rubén Figueroa Alcocer”.
Cierta ocasión, el entrevistador tuvo la oportunidad de acompañar en las serenatas que daba el “Chino” Méndez a las muchachas de Chilpancingo.
Íbamos con él varios jóvenes, entre otros Gustavo Arellano, Bernardo Álvarez Calleja, Efrén Morales. Javier Castillo y Bernardo llevaban sus automóviles. De pronto Javier enfiló hacia el barrio de San Mateo y Manuel preguntó a dónde íbamos. Bernardo, malicioso le dijo que al bordo, a San Mateo.
De la esquina de Cuauhtémoc y Doctor Liceaga caminamos hacia abajo y llegamos a la casa de la señorita Josefina Méndez, hermana de “El Chino”.
Javier le dijo: ¡Aquí mero chino! “El Chino” vio de arriba abajo la casa y dijo: ¡Ah, Chihuahua, esto nunca me había pasado! Y no hubo de otra, comenzó a cantar “Novia Mía”. La serenata la llevó Javier Castillo Villanueva a la muchacha que andaba pretendiendo para novia, la hermanita de Manuel Méndez, Josefina, Jose, como cariñosamente le decimos y con quien se casó y es su esposa.
Así es de generoso Manuel Méndez en su vida artística: Le llevamos serenata a su hermana Jose quien más tarde formaría un hermoso hogar y una familia muy trabajadora con Javier Castillo Villanueva.
El propio Manuel comentó que cuando llevaba serenata con sus tríos salían los papás de las muchachas y decían: ¡Qué bonitas serenatas; a ver cuándo vuelven a venir!
En 1973, a principios de año se grabó un disco de 45 revoluciones por minuto que contenía la canción de Nicaragua y otra de “Cheque” Cisneros. El homenaje que Manuel Méndez dedicó al pueblo centroamericano, destrozado por el terremoto del 23 de diciembre de 1972 y que causó miles de muertes, comenzó así: “Managua, Nicaragua, hoy con tristeza te canto y veo con desencanto cómo tu pueblo quedó”. Pero sin duda alguna que la canción que mayor popularidad alcanzó fue: “Mi Musa”.
Manuel Méndez Ramírez durante 38 años fue telegrafista. Y aporta un dato curioso: “Entré a trabajar el 15 de junio de 1948 y me jubilé el 16 de junio de 1986”.
-¿Sigues componiendo?
“Eso hasta que me muera, mi hermano”.
-¿Has viajado al extranjero?
“Un compositor es muy sensible y por eso mismo puede viajar a donde quiera; yo por ejemplo he ido al Japón y no sé ni por donde queda” y deja escapar una sonrisa de esas muy suyas, de franqueza, de picardía, de ingenuidad y de amigo extraordinario.
De entre sus más bonitos recuerdos platica que “José Agustín Ramírez me decía sobrino. Cierta ocasión fuimos a Acapulco a casa del profesor Alfonso Ramírez Altamirano, hermano de Agustín y le dije a Efraín Vélez que yo era sobrino del primer rector que tuvo la Universidad Autónoma de Guerrero. No me creyó, y cuando llegamos y nos abrió la puerta, el profesor me dijo: ¡Sobrino, que gusto verte, pasa! Miré a Efraín y a Jorge López que iban conmigo y les dije: ¿no que no? ¿ya oyeron?
“Con el trío nos presentamos cierta ocasión en Acapulco en la Escuela ‘Manuel Ávila Camacho’. Estábamos cantando canciones de José Agustín Ramírez. De pronto yo vi que entró el maestro al sitio donde estábamos. Paré de cantar y dije al público que en ese momento venía entrando el maestro José Agustín Ramírez. Claro que se había tomado unas copitas; llegó al foro, nos abrazó; lo llevaron a la primera fila y fue una gran ovación para él. Seguimos tocando. El maestro me estimaba mucho y yo a él”.
Manuel Méndez dio clases durante nueve años en los “Cursos de Verano” de la Universidad Autónoma de Guerrero. Estableció durante 7 años un programa radiofónico muy escuchado: “Rincón Bohemio” que transmitía por Radio Guerrero los viernes a las nueve de la noche. Entre los invitados estuvieron “Los Santos”, “Los Tecolines”, “Las Sombras”. Ha recibido algunos estímulos y diplomas y aún se le sigue viendo por las mañanas sentado ahora en una silla frente a su domicilio en la calle de Justo Sierra: Ahí está, de pie y con un corazón cargado de bohemia y de recuerdos un gran artista, uno de los más queridos y valiosos chilpancingueños: Manuel “El Chino” Méndez.
*Entrevista hecha el 26 de mayo de 1994 en Chilpancingo, Guerrero.
MI MUSA
Mi musa eres tú
porque me enamoré de ti,
porque inspiraste esta canción
que sólo es para ti.
Mi musa eres tú
fuente de inspiración,
me sueño entre tus brazos
y me hago mil pedazos
por tu querer.
Por tu linda cara,
cuerpo de tentación,
sólo puedo decirte
que mi musa eres tú.
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