PRIMERA PLANA
Don “Pancho” pese a su discapacidad con muchas ganas de trabajar. (Foto:API).
Discriminación gubernamental
y ciudadana a discapacitados
Jesús Bello.--El día a día de una persona con discapacidad resulta incomprensible el resto de las personas. Más que eso, es ignorado. Don “Pancho” lo sabe perfectamente. A este hombre le faltan unas piernas largas y fuertes pero no las ganas de trabajar, aunque eso implique que sea víctima de abusos, insultos y demás tipos de discriminación. Hasta lo han intentado golpear.
Con el primer rayo del sol empieza su jornada diaria. Sus tres hijos se alistan para ir a la escuela, su esposa empieza las labores domésticas y él prepara sus “chácharas” para la venta. Así define él a sus artículos de venta: globos, bisutería y juguetes.
Sabe que el día será complicado y más aún porque sus piernas no le funcionan para caminar. Las tiene pero anormales; pequeñas y débiles, incapaces de soportar el peso del resto de su cuerpo.
Para caminar lo tiene que hacer apoyándose con sus brazos del piso, prácticamente arrastrando la parte baja de su cuerpo, aunque, afortunadamente tiene una silla de ruedas que consiguió producto de su trabajo.
Sale de su hogar con una sonrisa al mundo que cada día le recuerda que tiene una discapacidad con simple descortesía.
Cuenta que además de recibir burlas, insultos y hasta intentos de golpes, está expuesto a sufrir accidentes ante la falta de accesos para discapacitados, en las calles de la ciudad.
Para él resulta una tristeza que los puestos establecidos en las calles del centro de la ciudad, así como vendedores ambulantes, le obstruyan el paso. Pero su camino jamás se ha visto interrumpido porque sabe buscar alternativas. Eso, porque siempre lleva en su mente a la familia que jamás lo deja solo. Sabe que debe llevar dinero y comida a su casa, porque sus hijos cursan la primeria y secundaria; la preparatoria el más grande y, está a punto de egresar.
Para don pancho hay un largo y difícil camino que diariamente debe recorrer y soportar. Su domicilio está en la calle “Cerrada de Omiltemi”, en la colonia Centro. Si bien, no es una zona alejada pero sí de difícil acceso para él. Tiene que cruzar diariamente el barrio de San Mateo repleto de pendientes (bajadas y subidas); en su mayoría, con calles no aptas para el paso de una silla de ruedas.
El jefe de familia precisa que para él, es un reto el llegar hasta su zona de trabajo, en la plancha del zócalo capitalino. Ir por la calle 5 de Mayo, específicamente, tiene una dificultad mayor al tener que descender de las banquetas a la vía para carros, ante la falta de espacio para sillas de ruedas y rampas para discapacitados.
En esta y otras calles, además de la poca accesibilidad está el agravante de que no existe una cultura de respeto por parte de la sociedad dirigida hacia este sector vulnerable. Para empezar, la Comisión de Agua y Alcantarillado y la Comisión Federal de Electricidad han dejado obras mal hechas, por lo que las personas que se trasladan en sillas de rueda o con andadera, ven bloqueado su paso por postes de luz, huecos en las banquetas, cables tirados y alcantarillas a desnivel.
Obras públicas ni siquiera ha dejado rampas para las personas con discapacidad en varias calles. Hay escalones que ellos no pueden cruzar y, donde sí hay rampas, están obstruidas.
Pero no solo las autoridades cometen abusos contra este sector; también la ciudadanía al poner “apartados” para estacionamiento, tendederos y aparadores afuera de sus locales de venta o, simplemente al usar los accesos destinados para los discapacitados o ancianos.
“Luego vengo por la calle y los automovilistas me gritan: súbete a la banqueta. ¿Y sabes? Yo les respondo: a ver ven tú, siéntate aquí en la silla y ve por la banqueta”; se queja don panchito.
“Cuando al fin intento andar por la banqueta, no es posible en muchas ocasiones porque comerciantes ambulantes están mal establecidos en las banquetas, dejando apenas un módico espacio para pasar. No tengo nada contra los comerciantes pero sí es bastante mala onda que se coloquen obstruyendo las banquetas, no se vale porque si un día por accidente uno les tira una fruta o algo, se ponen violentos, insultan y hasta quieren pegarnos, siendo que quienes están estorbando realmente son ellos”, acusó.
Por este motivo, hizo un llamado al Ayuntamiento de Chilpancingo, principalmente al área de Gobernación para que haga un ordenamiento en este sentido.
“Cuando damos las quejas nada más ahí quedan, se echan la bolita uno y otro (los funcionarios) y nunca resuelven nada con estos comerciantes”, explicó, cabizbajo.
El padre de familia lamentó la situación por la que tienen que pasar los discapacitados día con día, pero recalcó que es necesario para poder seguir sacando adelante a toda su familia, quienes también le ayudan a vender en sus ratos libres.
“Los justo”… 150 pesos para que sobreviva una familia de 5 integrantes
“La verdad, nosotros sacamos lo justo. A veces nos falta y no le voy a mentir, hay días que sí nos va mejor, generalmente cuando cae quincena”, exclamó.
Asegura que al día, de la venta total de sus mercancías llegan a juntar entre 80, 100, 150 pesos, y por mucho, 200 en pocas ocasiones, principalmente cuando es quincena.
Sin embargo, siendo este dinero para la subsistencia de 5 personas diariamente, resulta insuficiente. Aquí se refleja la humilde vida que esta familia lleva.
Los problemas de esta familia no terminan ahí. Dicen que han sido engañados por el Gobernador del Estado, Héctor Antonio Astudillo Flores, después de modificar el programa “Guerrero Cumple”, iniciado en el periodo de Ángel Heladio Aguirre Rivero, ahora se denomina “Guerrero Para Todos”.
A través de este, el Gobierno del Estado les entregó el pasado domingo, la nueva tarjeta que supuestamente traía mil 500 pesos en apoyo para discapacitados. Sin embargo, don Pancho aseguró que al intentar comprar, él y otros discapacitados se llevaron la gran decepción de que no había fondos en las tarjetas.
“Nos esperaremos 2 o 3 días más y, si no deposita los mil 500 pesos, nos juntaremos y bloquearemos, porque solo así escuchan los gobernantes. A ver qué sienten viendo a las personas discapacitadas manifestándonos bajo los rayos del sol.”, advirtió.
Finalmente, el señor expresó: “No podemos hacerle mucho caso a nuestra discapacidad. Debemos buscar trabajo para sacar adelante a la familia y bueno, es como nos tocó vivir”. (API).
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