COLUMNA

General Vicente Guerrero

 Apolinar Castrejón Marino
Al sur de la república mexicana se encuentra el Estado de Guerrero, que ahora es renombrado por la compulsión que ocasionan los “maestros” a la población pacífica de la entidad.
Es costumbre escuchar la expresión “Guerrero Bronco”, pero nada tiene que ver con la realidad, pues los guerrerenses se pasan de tolerantes, por eso les hacen “lo que les hacen”.
Aunque esto no siempre fue así, pues el Estado, debe su nombre a un hombre valiente, con un gran amor por su patria, y con tanto orgullo, que prefirió morir, antes que ser esclavo de los españoles. Ahí está su frase célebre “Mi Patria es Primero”, que preside los recintos oficiales en todo el país.

Nació el 9 de agosto de 1782 en Tixtla, pequeña población que se ubica a 15 kilómetros al oriente de la capital, Chilpancingo, por lo cual su gentilicio era tisteco, como lo consigna el Diccionario breve de mexicanismos de la Academia Mexicana de la Lengua, preparado por el académico Guido Gómez de Silva y editado por el Fondo de Cultura Económica, aunque la gente prefiere utilizar tixtleco. 
Decíamos que al Estado se le asignó su apellido como una distinción y un homenaje a su valor en los combates en que participó. Entonces, cuando él vivió, no existía el Estado de Guerrero, y él no fue guerrerense.
Fue soldado durante la guerra de independencia, y llegó a escalar los grados hasta general. Y también fue político y masón, y llegó a ser Ministro e Guerra y Marina, y Presidente de la República. Durante su infancia aprendió los quehaceres y negocios de su familia, quienes se dedicaban a la agricultura.
Más tarde le interesó el oficio de compra y venta de animales de carga como caballos y mulas. Luego se dedicó de lleno al transporte de mercancías a lomo de bestias de carga, al cual se conocía como arriería. Su ruta preferida era da Iguala a la costa grande Iguala-Chilpancingo-Acapulco: Coyuca-Atoyac-Técpan.
Sus mejores ejemplares de caballos eran para los ricos de la región, con los cuales hizo amistad. También aprendió el oficio de la armería y empezó a comerciar con rifles y espadas, con la tolerancia de los militares.
Contrajo matrimonio con Guadalupe Hernández, con quien tuvo una hija, a quien nombraron Dolores Guerrero. En Técpan hizo tratos y luego se convirtieron en amigos con los hermanos Galeana. Se quedaba a pernoctar en su hacienda, y entre sus charlas después de la cena, Vicente se enteró de que había una guerra, para terminar con el dominio de los españoles, quienes mantenían esclavizados a los nacionales.
También tenía amistad con el subteniente Víctor Bravo, de Chilpancingo y pronto se decidió a participar en la guerra. Comenzó su carrera militar en 1810 bajo las órdenes de Hermenegildo Galeana con quien participó en furiosas cargas de caballería y feroces embates de infantería, y parecían no tener miedo a morir.
En 1811Hermenegildo Galeana le concedió el grado de coronel y le encomendó combates importantes. En uno de ellos lo conoció el General José María Morelos, cuando ya había muerto el iniciador de la Independencia Miguel Hidalgo, y él lideraba la lucha.
El Gral. José María Morelos, quedó impresionado por su táctica para la guerra, y lo comisionó para atacar la población de Taxco. La guerra se había extendido demasiado, pero Vicente “no se rajaba”. En 1818, fue nombrado General en Jefe de los ejércitos del Sur por el Congreso de Chilpancingo, y la Junta de Jaujilla. En 1820, muerto Morelos, fue  ratificado por la Junta Subalterna, que le otorgó “toda la autoridad y el mando” de las milicias insurgentes.
Guerrero participó en la vida política a través de las logias masónicas del Rito de York. Después de muchos enfrentamientos y escaramuzas, Vicente pactó la consumación de la independencia con el general realista Agustín de Iturbide  y el 27 de septiembre, el Ejército Trigarante entró a la Ciudad de México.
Ocupó la presidencia de México el 1 de abril de 1829 y con ardides políticos, a los que no estaba acostumbrado, fue depuesto al 17 de diciembre del mismo año. 
El 14 de enero de 1831, en Acapulco, Vicente fue invitado a almorzar por el mercenario genovés y capitán del bergantín Colombo, Francisco Picaluga, con quien acordaría una venta de armas para que se alzara en armas.
El ministro de Guerra José Antonio Facio, había ofrecido 50 000 pesos a Picaluga por su captura. Fue transportado al puerto de Santa María de Huatulco, donde fue entregado al capitán José Miguel González, el teniente Fuentes y el alférez Maciel del 4° de Caballería.
El 25 de enero, Guerrero comenzó a ser interrogado por el fiscal José María Llanes, capitán del batallón activo de Jamiltepec. El defensor fue el subteniente Francisco Cosío. Como todo estaba calculado, Vicente “encontrado culpable” de traición, y condenado a la pena de muerte. Fue fusilado el 14 de febrero de 1831 en Cuilapan, Oaxaca.

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