COLUMNA
Enemigos públicos
Apolinar Castrejón Marino
Asumiendo que a los maestros del Estado de Guerrero, les asista el derecho de manifestarse en contra de las medidas y disposiciones oficiales que afecten a su gremio, no hay razones válidas para suspender las clases a los niños, pues también tienen derechos.
Que protesten todo lo que quieran –y tiene que haber muchas formas de hacerlo– pero si cierran las escuelas, estarán violentando el artículo III de la Constitución que garantiza la educación de todos los mexicanos. Y los “maestros” cobran por impartirla.
Una forma fallida de protestar que utilizan los “maestros” es el bloqueo de calles y carreteras. Y con estas acciones están violentando el derecho a la libre circulación, garantizada por el artículo 11 de la constitución. En ambos casos, están agrediendo a la población y automáticamente se convierten en enemigos públicos.
Cuando las fuerzas policiacas y los anti motines se les adelantan a resguardar los edificios y las calles y carreteras que son sus objetivos frecuentes, los “maestros” cetegistas se convierten en angelitos y se deshacen en un mar de lágrimas. Y convocan a conferencias de prensa, y aprovechan los micrófonos de la radio para declarar que su movimiento es “pacífico”, y que no buscan beneficios para ellos.
Con el corazón en la mano, aseguran que solo tratan de defender a los mexicanos de las leyes privatizadoras y las reformas estructurales que trata de imponer el gobierno fascista de Peña Nieto. Convendría preguntarles si saben que es fascista.
Pero cuando los cetegistas logran sorprender a las fuerzas policiacas, se dejan ver como lo malditos que son: bestias feroces sedientas de sangre, dispuestas a sacrificar a la gente indefensa que tenga la mala suerte de toparse con ellos ¿A cuántos han victimado a pedradas y garrotazos?
Hay infinidad de videos, fotografías y testimonios personales de cómo marchan embozados, blandiendo tubos y varillas, estallando cohetones y bombas caseras “molotov”. Y cuando bloquean calles y carreteras, son como abejas africanizadas dispuestas a atacar en masa, y asesinar a quien se les acerque.
Ah, y no olvide como les gusta vandalizar e incendiar edificios públicos. El Congreso Local es uno de sus blancos preferidos. No saben, o no les importa que “a línea de calle” se encuentra la biblioteca “Siervo de la Nación” y este es el anexo que dañan. Ahí trabajan 4 mujeres, quienes frecuentemente tienen con ellas a sus hijos pequeños. A estas gentes aterrorizan cuando rompen a pedradas los cristales de los ventanales, e incendian las cortinas y alfombras. Igual tratamiento le dan al edificio del Palacio de Gobierno, y a la Secretaría de Educación.
Como es claro, las agresiones de los cetegistas causan pánico entre la población, y para nada afectan a los diputetes, ni al gobernador, ni a los funcionarios del gobierno. Pero ellos insisten en que luchan por “causas sociales”. Entonces, si defienden a la sociedad por algún daño ocasionado por el gobierno ¿Por qué ocasionarle más daño con sus manifestaciones? Es como “echarle ribete a la pérdida”, o “Ya no me ayudes compadre”.
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