COLUMNA
Cosmos
Héctor Contreras Organista
LA SANMARQUEÑA
(Original del Sacerdote don Emilio Vázquez Jiménez:
Ayutla: 1879-Cruz Grande: 1950 –Investigación de don
Florencio Encarnación Ursúa-).
Qué linda la Sanmarqueña
que domeña con honor.
Tiene en sí tan dulce encanto
que con llanto inspira amor.
(Estribillo)
Sanmarqueña de mi vida
¡ándale, ándale, ámame!
Sanmarqueña salerosa,
ven, hermosa, ven aquí;
dime, linda, alguna cosa,
muy piadosa: di que sí.
(Estribillo)
Si tú me amaras, morena,
en la arena había de estar ;
qué más gloria yo quisiera,
ni pudiera conquistar.
(Estrubillo)
Ven, gironcito del cielo,
mi dolor a consolar,
un abrazo muy estrecho
con un beso venme a dar.
(Estribillo)
No me lo niegues ingrata,
que me mata tu desdén,
dámelo, linda preciosa,
como rosa del edén.
(Estribillo)
Cuando yo pienso olvidarte,
se me parte el corazón;
siento en mí fiero combate
que me abate el corazón.
(Estribillo)
Adiós, linda Sanmarqueña,
que domeña con honor,
ya se va tu fiel amante,
tu constante admirador.
(Estribillo)
NOTA DE HECTOR CONTRERAS ORGANISTA: En 1998 en el libro “Los Compositores Guerrerenses”, escribimos que por muchos años se dijo que la musa que inspiró “La Sanmarqueña” fue doña Eleuteria Genchi, a quien el pueblo llamaba “La Comachín” (La Comadre) con quien el padre Emilio Vázquez Jiménez “compartía amorosamente el curato de Cuautepec, y fue de visita el gobernador Adrián Castrejón a quien le cantaron varias veces ‘La Sanmarqueña’, en una velada que el pueblo le ofreció, pidiendo el gobernador conocer al autor de tan bella canción y le presentaron el sacerdote Emilio”, según datos del profesor don Florencio Encarnación Ursúa.
Años después, junio de 2007, fuimos a Ayutla a entrevistar a don Jesús Ávila Morales, quien fue el primer músico que escribió en pentagrama La Sanmaqueña. Nos explicó que Rosa Baltazar fue la musa y no doña Eleuteria Genchi (las dos originarias de San Marcos). El sacerdote Emilio Vázquez Jiménez, así lo informó a su papá, don Jesús Ávila, director de la Orquesta “La Flor de la Costa Chica”, cuando don Chú tendría de 10 a 11 años de edad y el padre le dictó la melodía (don Chú Ávila escribía música desde los 7 años de edad).
El sacerdote pidió que el nombre de la musa no se divulgara, “le dijo a mi papá, no lo digas a nadie hasta después que yo muera”, y nosotros, en COSMOS fuimos y somos los afortunados y primeros en saber el nombre de la musa que inspiró uno de los himnos guerrerenses más bonitos, populares y queridos: “La Sanmarqueña”.
LA SANMARQUEÑA
(De José Agustín Ramírez Altamirano).
Qué linda es la Sanmarqueña,
quedó niña con honor,
tiene en sí tan dulce encanto,
que aún con llanto inspira amor,
Sanmarqueña de mi vida,
Sanmarqueña de mi amor.
Cuando paso por San Marcos,
voy a tu reja a cantar,
ven a calmar mi quebranto
y no me hagas más penar
Sanmarqueña de mi vida,
ándale, ándale, ámame.
tienes aromas del mar,
eres como una azucena
y sublime para amar,
Sanmarqueña de mi vida,
Sanmarqueña de mi amor.
Eres linda morenita,
de la costa de Guerrero,
eres chiquita y bonita
y así como eres te quiero.
Sanmarqueña salerosa,
dame de tu pecho un ramo,
y a cambio yo te daré
el corazón con que te amo.
Qué linda es la Sanmarqueña,
quedó niña con honor,
ya se va tu fiel amante,
tu constante adorador,
Sanmarqueña de mi vida,
Sanmarqueña de mi amor.
Don Jesús Ávila Morales explicó que fue la orquesta “La Flor de la Costa Chica”, dirigida por su papá quien popularizó “La Sanmarqueña”.
José Agustín Ramírez, el más grande compositor guerrerense, la adoptó y la adaptó con nuevos versos y así alcanzó fama nacional e internacional, ya que la grabó en 1957-58 Fernando Rosas.
Había en San Marcos un comerciante muy famoso, don Gaudencio Guerrero quien estaba hospedado en el hotel “Washington” en la ciudad de México adonde llegaban a hospedarse muchos guerrerenses.
El hombre bajó de la habitación a comprar unos pomos para un grupo de amigos con los que estaba bebiendo, entre ellos José Agustín Ramírez, y en la calle se encontró y saludó al padre Emilio Vázquez Jiménez a quien invitó a que subiera a la habitación a saludar a los pisanos.
Entrando, don Gaudencio le dice a Agustín Ramírez. Mira, Agustín, te presento al autor de la chilena La Sanmarqueña. Dicen que Agustín se apenó, porque en el disco ya lo habían puesto como autor de la chilena.
Entonces le dice el padre Emilio a Agustín Ramírez: “Déjela así, con su nombre. Yo soy sacerdote y a mí no me interesa que la haya registrado a su nombre”.
“Pero -le dijo Gaudencio Guerrero a José Agustín Ramírez: El padre Emilio Vázquez Jiménez es el verdadero autor de La Sanmarqueña”.
… y colorín, colorado… (con el “conque” de que el papá de José Agustín Ramírez Altamirano, también fue sacerdote: José Ramírez Pérez, que colgó los hábitos para casarse en Acapulco con doña Apolonia Altamirano Victoria)… ¡Al fin mundo, ahí te quedas!
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