COLUMNA

Analfabetismo digital

Apolinar Castrejón Marino
Mucha gente se introduce a la computación e internet con su Facebook, y frecuentemente, de ahí no pasan. Se reconocen como herramientas muy poderosas, y están al alcance de casi todos, sin embargo amplios sectores de la población, de las entidades poco desarrolladas como el Estado de Guerrero, se encuentran afanados en sus trabajos y sus oficios del campo y del hogar, de las artesanías y manufacturas, y no tienen tiempo de involucrarse en estas tecnologías. 

Se reconoce que hay una brecha entre los grupos de la sociedad: ricos y pobres, explotadores y explotados, libres y sometidos. Por ello, los gobiernos poderosos. Los mismos que abrieron la entrada a la población a los nuevos medios de información y comunicación, quisieron anticiparse a las críticas que eventualmente podrían recibir por los nuevos inventos, y abrieron puntos gratuitos de acceso a los servicios digitales. 
Pero nada puede ocultar  la brecha digital entre los que tienen todas las ventajas, y la gente que carece de los recursos económicos para adquirir los sofisticados equipos. No se diga ya del conocimiento necesario para usar adecuadamente estas novedades para su desarrollo personal o colectivo. 
La brecha digital mantiene la separación entre los sectores sociales que tienen a su disposición los medios tecnológicos para hacer más fácil su vida cotidiana, y los grupos marginales que carecen de dinero para conseguirlos. Es la nueva modalidad del abismo social ocasionado por las relaciones de poder, asociados a factores económicos, geográficos y políticos. Esto contradice y niega los principios más elementales de equidad y justicia social. 
Pero la gente no hace nada al respecto, y más bien parece estar conforme con este estado de cosas, porque los avances más significativos del uso de las ciencias  aplicadas, son en cuanto al uso de los teléfonos celulares, a los que tiene acceso toda la población, y que puede utilizar toda la gente, inclusive la que no sepa leer y escribir, y los niños de edad preescolar. 
En la escuela, las nuevas tecnologías son un fracaso, pues en la mayoría de casos, los alumnos saben más que los maestros, recayendo la mayor responsabilidad en las autoridades educativas, que no se han ocupado en adaptar los contenidos educativos a los nuevos formatos digitales. 
La administración pública, las instituciones y los diferentes niveles de gobierno, compiten con la sociedad en franca desventaja en las redes tecnológicas. Los niños, jóvenes y algunos adultos  generan, transmiten y comparten información alternada con humor, datos y citas históricas y literarias. En tanto, el gobierno publica información incompleta retrasada y tendenciosa, revuelta con propaganda política, auto adulación e interpretaciones retorcidas de datos estadísticos y sondeos. 
Más de la mitad de la población, considera las tecnologías un juguete, pues lo primero que hace al estar frente a una computadora, es pulsar el icono de aplicaciones y juegos, o abren su Facebook. Una vez ahí, se ponen a husmear lo que hacen otras gentes. Allá en el rancho le llaman juzgonear. Se divierten y entretienen por horas con las fotografías, animaciones y “mensajes” que abundan ahí. La cara de orates y la sonrisita estúpida, indican el grado de aprovechamiento intelectual que obtienen de internet. 

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