ARTICULO

Esopo y el 
pastor mentiroso

Juan López
La querella general es que las redes sociales mintieron este domingo negro en la batahola criminal de Acapulco. Mentiras: es el común denominador. Contra las redes es la quejumbre. La sicosis, el espanto, la alarma, la exageración se atribuye a ocios infecundos, personas maloras y áridos jodientes. Todas las culpas y posibilidades abastecieron un clima de terror: una situación de pánico que inundó de la Costera Alemán a México entero y, por la vía de Internet, a todo el mundo.
Esopo el mítico, griego oriundo de la mejor estirpe clásica, filósofo, hace veintisiete siglos escribió esta eterna verdad: la fábula del pastor mentiroso. Un espejo de la conducta fácil del hombre que miente hasta por divertirse.

Las redes sociales –fastidiosas como un clavo en el zapato, como un golpe en la pantorrilla-, disfrutaron esa noche del libre albedrío de narrar los que les dio su gana. El anonimato con que se transmite un mensaje por los espacios digitales es tan parecido a la impunidad que, el uso-abuso de la gente es propio de tal circunstancia: tirar la piedra y esconder la mano.
  Esopo lo sabía muy bien, por ello su eterna réplica a quienes con saña, dolo y mentiras fueron principales protagonistas de la maléfica crónica de la violencia dominical: espuria. Falsa.
Transcribo la Fábula del Lobo: 
Había una vez en la cima de la colina un pequeño pastor que pasaba todo el tiempo cuidando a sus ovejas y mientras las veía, se le ocurrió hacer una broma a los demás pastores del pueblo, para divertirse. Una mañana se dirigió a lo alto de la colina, donde pastaban sus corderos y se puso a gritar:
- Socorro! ¡El lobo! ¡Viene el lobo! Auxilio! 
Los pastores y habitantes del pueblo, corrieron a brindarle ayuda, al llegar encontraron al Pastorcillo acostado tranquilo, bajo la sombra de un árbol riéndose.
 -¿Donde está el lobo? - le preguntaron.
Sonriendo les contestó:
 - ¡Ja, ja, ja! qué risa me dan. ¡No es verdad!. Sólo era una broma!.
Al día siguiente el pastor, con más ganas de seguir mintiendo, subió a la cima de la colina para volver a gritar:
 “¡Socorro, socorro! ¡viene el lobo!” 
Los campesinos escucharon los gritos, pensando que podría ser que el pastorcillo se estaba burlando nuevamente de ellos
-¿Será verdad? - Preguntó uno de los pastores.
-No! - contestó el otro pastor- . !Lo que quiere es hacernos correr otra vez para burlarse de nosotros!.
Aún así los vecinos acudieron armados con hachas y palos. No encontraron nada, entendiendo la burla al ver al pastorcillo riéndose! Los campesinos regresaron disgustados al pueblo.
Hasta que un día sucedió. El Lobo se apareció cerca del rebaño del pastor mentiroso. Quien sintió mucho miedo y, al ver que la bestia se acercaba, empezó a gritar:
-¡Socorro! ¡Socorro, el lobo quiere matar a mis ovejas.! - ayudenme!
Lo oyeron, pero nadie puso atención a sus gritos y mucho menos fueron a auxiliarlo. Mientras el lobo se abalanzaba sobre las ovejas comiéndose uno a uno todo el rebaño, el pastorcillo mentiroso corría despavorido.
Moraleja:
No debemos mentir. Debemos decir la verdad siempre. Una mentira puede dañarnos mucho. Decir mentiras hace que la gente no tenga confianza en nosotros. Al mentiroso nunca se le cree, pese a que diga la verdad. Refrán de esta fábula: “En boca del mentiroso, lo cierto se hace dudoso”.
Subtítulo: Las redes sociales y el lobo… Juan López.

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