PRIMERA PLANA

 Carga la Cruz de penitencia, tras
recibir milagro en salud a 65 años 


Jesús Bello.--La cruz sobre sus hombros pesa más de 20 kilogramos. Su piel está expuesta al sol justo al mediodía, cuando el calor pega con más furia. Por si fuera poco, va descalzo y con una corona de espinas en la cabeza. No representó a Jesús ni a algún ladrón; solo cargó, como cada año, por agradecimiento a dos milagros que le fueron concedidos. 

Su esfuerzo al participar en el viacrucis del Barrio de San Antonio, uno de los más bravos de Chilpancingo, parecer tener un valor extra al del resto de los penitentes; además de ser ya un anciano, hace 18 años un accidente le provocó fractura en la columna vertebral. Sospecha que, tal vez por eso no le dan el papel de “Jesús”.       
San Antonio 
En Chilpancingo, capital del Estado de Guerrero, existen 5 barrios tradicionales; San Antonio es uno de los más antiguos, uno de los que dieron vida a esta ciudad que si bien, geográficamente no tienen la mejor ubicación por los terrenos inestables y falta de planicies, conserva hasta estos tiempos tradiciones ancestrales.
Aquí danzan los “Tlacololeros” y se escucha la “Feria Chilpancingueña”. Hombres y mujeres beben mezcal de avispa y degustan los mejores pozoles. Los hombres a caballo no faltan con las cabalgatas durante el ocaso de días decembrinos y, el famoso “Pendón” que atrae cientos de turistas es la mayor de las fiestas.
Pero también se recuerda el sacrificio de Jesús en la cruz. La Iglesia Católica y sus fueles conservan la tradición que en este barrio se caracteriza por la convivencia que se hace previamente entre vecinos del Barrio, el esfuerzo de pagar todas las actividades de semana santa, por cooperación.
Los propios vecinos explican que “Viacrucis”, es la meditación de los momentos y sufrimientos vividos por Jesús de Nazaret, desde el momento en que fue hecho prisionero hasta su muerte en la cruz y, tres días después con la resurrección. 
La palabra viacrucis significa “Camino de la Cruz” y está representado por 15 estaciones en las cuales, diferentes personas del Barrio esperan el paso de “Jesucristo” en sus casas; es decir, de la persona que representa al hijo de Dios. 
Las viviendas son adornadas con cortinas de colores hechas a base de papel; como durante el 10 de Mayo, pero sin un mensaje a las madres, sino al nazareno. 
El recorrido no es exclusivo de San Antonio pues en las casas se involucra a los otros cuatro barrios de Chilpancingo, poniendo un color que caracterizará a cada uno, aunque en su mayoría participan solo vecinos y algunas familias del centro donde confluyen todos los barrios.  
Para muchas personas, en especial los “penitentes”, el participar en este tipo de actividades no solo significa caminar, recordar y vivir en carne propia el dolor que Jesús sufrió, de acuerdo a la biblia. El participar también es una forma de agradecer algún milagro que les llegó por fe en Jesucristo, y por mandas hechas con anterioridad.
Don Francisco 
Francisco Hernández Salvador es un admirable señor que desde hace 18 años inició su participación en el viacrucis del Barrio de San Antonio. Cargando una cruz de madera con un pesos superior a los 20 kilos. Lo sorprendente es que lo hace cuando ya una vez se le dañó la columna vertebral, y con 65 años a cuesta, sin camisa y descalzo, a mediodía. 
El hombre recuerda que a sus 47 años participó por primera vez, es decir, hace 18 años. Es difícil de olvidar aquella fecha porque fue el mismo año en que se arrodilló ante Dios y pidió su milagro.
“Yo empecé hace 18 años a raíz de una lesión que tuve en la columna tras sufrir un grave accidente del cual, los pronósticos para poder recuperarme eran muy malos. Sin embargo, con mucha fe yo le prometí al Señor participar en estas actividades como manda si él me curaba y, afortunadamente me recuperé satisfactoriamente”, recordó el hombre mientras cargaba la pesada cruz bajo el intenso sol.
Sus palabras fueron breves porque el cansancio parecía vencerlo de momentos, pero resaltó que su agradecimiento con Dios es eterno y por tanto, seguirá participando como penitente o el papel que le otorguen en esta representación, “hasta que la vida se lo permita”. 
“Aparte de este suceso yo tenía otro problema, el alcoholismo”, agregó entre sollozos, agitado y con chorros de sudor sobre su rostro y espalda. Sus hombros estaban casi al rojo vivo y sus pies hinchados, sucios.
Entre sus palabras, añadió: “Cuando empecé a venir a la Iglesia y a meterme más de lleno a estas actividades, fue que empecé a alejarme de las bebidas, sin duda era un mal muy grave y que hoy puedo presumir que he dejado desde hace varios años”.
Don Francisco soltó una sonrisa entre el dolor de sus hombros y el enorme cansancio cuando se le preguntó sobre su familia. Dos de sus hijos también participan en el viacrucis, y lo dice con orgullo. Ellos tienen 35 y 22 años de edad, y también llevan cruces en la espalda, a su lado.
Organización 
Los ensayos para este evento en San Antonio inician desde cuatro semanas antes. En el caso de quien representará a Jesucristo, debe prepararse desde tres meses antes física y psicológicamente, para soportar el recorrido bajo las duras condiciones a las que se le somete. 
El día miércoles 23 del mes en curso se realizó el lavatorio de pies, en remembranza a cuando Jesús lavó los pies de sus discípulos.  
El 24 fue el prendimiento para recordar el arresto de Jesús. En esta actividad los actores van con una imagen hacia la feria de la ciudad que está en el Barrio vecino de San Mateo, hasta donde arriban los judíos para hacer un recorrido hasta la parroquia del barrio de San Antonio. A un costado de la Iglesia se edifica una casa donde estará toda la noche el que representa a Jesús.
Al día siguiente por la mañana, el viernes, se realizan las 15 estaciones. En este momento desde las 11:00 de la mañana hasta las 3:00 de la tarde aproximadamente, Jesús carga la cruz hasta la Iglesia donde será crucificado. Lo acompañan los dos ladrones y al menos 15 penitentes que también llevan una enorme cruz sobre la espalda.
La caminata es de al menos 3 kilómetros. Bajan por la calle Heroínas del Sur hasta Vázquez de León y el mercado de San Antonio. De ahí siguen hasta la calle Allende para llegar a la Altamirano, ya en el centro de la ciudad. Luego siguen una vez más por Heroínas nuevamente para llegar a Margarito Damián y de ahí hasta la Iglesia. El camino no es plano; de ida toca bajar y de regreso, subir. 
Y durante este recorrido quedó la evidencia de que no se trata de un juego; Jesús desmayó sobre la cruz y así tuvo que ser bajado. Su cuerpo no resistió más. 
Doña Chave
La señora Isabel Molina Rodríguez  es una fiel que solamente participa en la organización del evento. Asegura que no hay edad para participar y presume que ella inició a los 15 años y por más de 60 lo hizo de forma activa, retirándose a los 76 años aproximadamente. Ahora solo participa en lo que puede porque las fuerzas ya no le alcanzan para mucho. 
“Yo era de las que cantaba y en verdad lo hacía con mucho entusiasmo, pero ya mi edad no me lo permite, tengo 79 y me retiré hace tres”, recordó.
En su opinión, los jóvenes que realizan la actuación de Jesucristo, lo hacen porque en verdad sienten “la pasión”. Tienen su penitencia y se reconcilian con Dios para vivir bien, para vivir mejor. 
Doña Isabel dice que es bonito para ella ver cómo la gente ayuda con lo que puede para organizar este evento; hay quienes donan vestimentas hasta quienes regalan café en gran cantidad, comida, naranjas, chilate y canastas de pan, entre otras cosas. 
La convivencia durante la preparación de esta representación es grande, y los vecinos no se quejan por invertir recursos propios, según cuenta doña “Chave”. (API). 

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