ARTICULO

Ismael Catalán Catalán,
 rumbo al más allá

Edilberto Nava García


En ocasiones la vida nos da sorpresas insospechadas. El jueves de la semana pasada, hasta antes de las tres de la tarde había estado pendiente del desprendimiento de las láminas de cartón en casa a causa del fuerte viento;  de ese tipo de caedizos para dar sombra y protección a los puercos, y en la azotea, a los pollos. 

Una corazonada repentina me llevó al equipo de cómputo y entré al Facebook. Nicolás Catalán Sebastián, de Radio Guerrero había subido la invitación a la presentación, en su programa, del libro de cuentos “A paso lento” que con apoyo de Pacmyc ha salido a la luz.  Salí rápido  hacia Chilpancingo.
Asistí y hasta comenté en micrófonos el contenido del modesto del libro y cuando hubo concluido, salí y me fui a buscar al maestro José Flores Cruz a la USEC, “Alejandro Cervantes Delgado”. Me mostró un cartel impreso del programa que en su segundo día estaba por iniciar, con sendas conferencias acerca del inicio del año nahui tecpatl, del calendario mexica. 
Fuimos y nos integramos entre la concurrencia e incluso intervenimos formulando algunas  preguntas. Concluido aquello, nos despedimos y Pepe Flores salió a prisa a Radio Universidad, al noticiero de  Víctor Wences Martínez.
Indeciso –sin saber la causa-, tras caminar cuatro cuadras, al fin decidí retornar a Apango. Ya en la urban rumbo al mercado, me recriminé mi temor a ser “levantado” por enviados de la alcaldesa Felícitas Muñiz Gómez y su asesor jurídico de nombre Porfirio. 
Traté de calmarme, sin embargo me asaltaban las dudas, la inseguridad. Es que ser pueblo en estos últimos años en Guerrero, es vivir en riesgo permanente de perder la vida en forma violenta, en vil asesinato en cualesquiera de sus sanguinarias formas. 
Durante el trayecto viajé muy inquieto; inquietud que disminuyó al arribar a la cancha del centro de Apango, donde saludé  varios paisanos y me detuve por más de una hora en amena charla.
No, no esperaba una noticia así. Me faltaba algo, pero no sabía qué. A las once de la noche, no supe por qué, volví  a encender la computadora. Vi en la red a la buena amiga Trinidad Pastor y fue quien me dio tan triste noticia: Falleció Ismael Catalán Alarcón; lo están velando en la calle Hidalgo, en el centro de la ciudad. 
Mi aturdimiento fue seguramente prolongado, hasta que le pregunté a Trini si sabía la causa del suceso, porque me dije interiormente, sé que Ismael ha estado bien de salud. Ella escribió: creo que le dio un infarto.
Hasta ese instante comprendí el motivo de mi inquietud durante el trayecto hacia mi tierra. Espíritus afines avisan, pero por mi escaso conocimiento en el rubro espiritual, no entiendo, no comprendo en tiempo y forma las comunicaciones. Y es que desde que conocí a Ismael, mentiría si digo que le observé mal carácter; al contrario, sin previo conocimiento entre ambos, conforme supo de unos cuentos míos me invitó a comentarlos en Radio Universidad. 
Así, de pronto, creí que me concedería cinco minutos. No, no fue así, sino  más de media hora. Cinco meses después volvió a invitarme, porque resulta que alguien le había informado de mi desempeño como presidente municipal en dos ocasiones.
Claro que la segunda entrevista versó nuevamente en lo relativo a los cuentos, pero también me preguntó del porqué me había separado del quehacer político. Noté que le sorprendieron mis respuestas. 
Recuerdo que le dije que las organizaciones partidistas carecen ya de ideología, que se alejan cada vez más de los buenos principios de honestidad, capacidad, eficiencia, y que el gobierno, sólo cuando ha crecido la irritación popular suele atender los reclamos; mientras ya desapareció el dinero público y se dieron ya los abusos y lamentables omisiones. Me dijo: dos veces alcalde y estás jodido. Le respondí: Sí estoy jodido económicamente, pero muy tranquilo con mi conciencia.
Jamás me negó tiempo en radio, particularmente en los horarios bajo su responsabilidad, y sin condición alguna. Y no sólo eso, sino que incluso, por solicitud mía, concedió  similares oportunidades a otros. 
Por eso varias veces pasé a saludarlo ya en el programa de Juan Sánchez Andraka, los miércoles o cuando entrevistaba a los creadores artísticos tan nuestros, que son muchos. Impulsor de la cultura, entendí que se lamentaba de carecer de un presupuesto que le permitiera viajar a  pueblos y rancherías para rescatar valores artísticos y culturales y hacerlos llegar a los micrófonos de la radio universitaria. Y lo hizo.
Desde luego que siento hondamente su partida. Sé que somos muchos quienes de momento nos sentimos desprotegidos. No es ya lo mismo a partir de la ausencia física del amigo Ismael, ni en Radio Universidad, ni en su casa ni en la calle. Con él,  no fue  necesario hablar mucho. Directo y conciso en sus entrevistas sin dejar de ser ameno y bonachón platicó con  muchísimas personas del ámbito cultural. 
Un día llegué a la cabina con un litro de mezcal como obsequio a él; me apené, porque sentí que lo recibió más por educación que como una manera de agradecerle sus atenciones. Recordé que insistía en que: “es mi chamba”,  “aquí debíamos dar un algo, porque ustedes se trasladan, pierden su tiempo, se esfuerzan  por venir”.
Duele y sin embargo nos reconforta el hecho de saber que no sufrió mucho físicamente al momento de su partida. Imagino y deseo, que aquellas almas que le conocieron y se adelantaron en la senda del más allá, estuvieron gozosos a recibirle, pero que además en estos cuarenta días hará sentir su presencia en todo cuanto fue su entorno. Porque realmente su ausencia no es total.
Parece que le miro sonriente en la cabina frente los micrófonos, dando la bienvenida a quienes acudían a saludarlo, por espacio o por cualquier otra minucia, acostumbraba decir. Descanse en paz.

Comentarios

Entradas populares de este blog

𝗛𝗮𝘀𝘁𝗮 𝟯 𝗵𝗼𝗿𝗮𝘀 𝗮 𝗖𝗵𝗶𝗹𝗮𝗽𝗮

𝗗𝗲𝗷𝗮𝗿𝗼𝗻 𝗱𝗶𝗻𝗲𝗿𝗼 𝗮 𝗡𝗼𝗿𝗺𝗮 𝗢𝘁𝗶𝗹𝗶𝗮

𝗗𝗲𝗷𝗮𝗿𝗼𝗻 𝗱𝗶𝗻𝗲𝗿𝗼 𝗮 𝗡𝗼𝗿𝗺𝗮 𝗢𝘁𝗶𝗹𝗶𝗮