COLUMNA

Cien días de desgobierno 
Apolinar Castrejón Marino
Iba por el campo un borrico y un caballo, arreados por un comerciante que se dedicaba a vender sus mercancías de pueblo en pueblo. Pero toda la carga iba sobre el lomo del burro, ya que el comerciante pensaba vender al caballo, y no quería maltratarlo.
Como el burro ya iba muy cansado, y aprovechando que el dueño se había quedado a tomar agua de un arroyo, le pidió al caballo, que le ayudara con un poco de su carga. Pero el caballo no quiso ayudar al burro y antes se burló de él diciéndole que para eso son los burros, para la carga. 

Aún faltaba mucho para llegar al siguiente poblado, cuando el burro, muy sediento y cansado, cayó desmayado, con todo y la carga. Cuando el dueño llegó a donde estaba el burro tirado y el caballo comiendo pasto verde a la orilla del camino, se preocupó mucho, porque si se moría el burro, sería una gran pérdida.
Entonces echó la carga sobre el lomo del caballo y más encima, al burro desmayado. Y entonces el caballo dijo para sus adentros: “Esto me pasa por no ayudar al burro cuando me lo pidió. Ahora tengo que cargar hasta con él”.
Esta fábula del gran Esopo, viene a cuento porque el gobernador del Estado de Guerrero, insiste en hacer todo personalmente, quizá pensando que para que las cosas estén bien hechas, hay que hacerlas uno mismo; pensamiento que caracteriza a las personas extremadamente desconfiadas e inseguras.
Es cierto que la ley le confiere el derecho de expedir los nombramientos a su gabinete, a los directores y demás funcionarios de “su” gobierno. Y también está en su derecho de quitar y poner a los directivos de los sectores de educación de salud y de “seguridad”, pero pensamos que esto deber ser a través de los jefes operativos de cada ramo.
En la vía de los hechos, el gobernador Astudillo, se ha dedicado alegremente a repartir la “osamenta” gubernamental entre sus allegados y recomendados. En los primeros “100 días” de su gobierno ha entregado personalmente más de 70 nombramientos; 50 solo en el mes de diciembre. Los juntaba por docenas en el palacio y salían con su pase a mejor vida, muy sonrientes.
En apariencia, el gobernador Astudillo estaba ejerciendo sus atribuciones. La verdad es  que estaba “repartiendo el queso” a influyentes y recomendados ¿Sabe usted cómo es eso? Se trata de personas que encontraron que son familiares, o tienen una amistad “desde la infancia”, o algún tipo de parentesco con el gober o con alguno de sus funcionarios, y así se acercan al gobernador a pedirle un puesto o un cargo.
Estos “recomendados” se presentan con un expediente cuidadosamente maquillado: mal integrado, incompleto y con títulos falsos. Se inventan el mejor currículum, y si no se puede menos, lo completan con diplomas de manualidades, y hasta de corte y confección. 
Y como nadie se encarga de confirmar la veracidad de los “méritos” académicos en el registro nacional de profesiones, o en los archivos universitarios, pues fácilmente “dan el gatazo”. 
Y ahora, estamos saturados de directores y coordinadores de medio pelo, que no rebuznan porque no se saben la tonada. Estos funcionarios mediocres, realizan sus funciones y acciones de acuerdo a su nivel intelectual. Por eso estamos invadidos de actividades sin sentido, inconexas y repetitivas. Muchas áreas invaden las competencias de otras, y en veces hay duplicidad de funciones.
Total que hay un despilfarro, y aun así, la gente está inconforme con los resultados, más flacos de carne, que una bicicleta de carreras.

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