ARTICULO

Crónica de Navidad

 Despierta…!
Felipe Zurita
Es hora. Despierta…Son las tres 40 de la madrugada. Se hace tarde. 
Vagamente la respondí.--Hummmm un poco más déjame dormir.
No te dará tiempo de escribir lo que te voy a decir…
Como pude me levanté y puché el botón de la computadora esos segundos fueron suficientes para buscar mis lentes y bastecían para despedir al sueño y buscar al dueño de esa voz. –espera que cargue el programa, para iniciar…

Así, no vamos a llegar a ningún lado eres muy lento. Y la navidad se aproxima tan rápido que no dará tiempo para nada. 
Por fin localice  la voz que venía de la parte superior de una litera. –ahí estas, otra vez tú, como cada fin de año… te esperaba.
Ya, ya, ya...mucho parloteo y poco interés tienes por escribir. 
El diminuto personaje de grandes botas y un sombrero de pico alto y de  gran ala que le cubre casi toda la cara, se dejó mostrar. Imponiendo un traje café oro o más bien dicho oro con mucho café que se escurría de sus bigotes hasta sus pies. 
Que tanto miras… fisgón. Hay cosas que hacer. Pon atención. 
Esta vez la navidad será muy diferente. Porque muchos de ustedes han perdido la “ilusión” han comenzado a perder los sentimientos esa forma linda que te hace ser una persona de noble corazón.
Solo mírate en un espejo y veras que estas olvidando lo que un día esperabas con tantas ilusiones hoy solo prefieres dormir. 
--El hombrecillo parecía molesto por todo y sobre todo contra mí. No había espacio para él. Parecía inquietarle todo. 
Hoy los niños no tienen ilusiones para nada. Se olvidan de la magia de la navidad y eso está acabando con todos nosotros.  Quienes todo el año solo nos dedicamos a trabajar para que en esta temporada de sueños y buenos deseos se logren dar con gran ánimo entre las familias. 
--Pero no entiendo porque debemos escribir. Ha esta hora… 
Debes escribir cuentos de navidad. No digas que soy un viejo gruñón, te voy ayudar para que logres convencer a los niños que si existe Santa Clos, los reyes magos que si está presente la Natividad de Dios. 
Pero bueno ya casi amanece y mañana escribirás el primer cuento. Por cierto me llamo  Alfred, que significa “consejero del duende” después de haber perdido esta noche en tanta platica nos vemos mañana y prende esa máquina para que todo sea más rápido. 
Y la pequeña figura  redonda como una papa, se perdido con un pestañar de ojos dejando unos polvos mágicos en el ambiente que más bien era polvo de estrellas. 

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