COLUMNA

Sin Concesiones

Armando Patrón

•Marisela Reyes Reyes, vulgar trácala 

y delincuente electoral

La titular del Instituto Electoral y de Participación Ciudadana (IEPC), Marisela Reyes Reyes, se ha convertido en una vulgar delincuente electoral al permitir la aberrante campaña  política en Tixtla, en donde los particos políticos principales, PRI y PRD han desatado una intensa propaganda violando el límite de gastos.

Para la elección extraordinaria de Tixtla, sólo se autorizaron 186 mil 522 pesos 60 centavos, pero a estas alturas los principales partidos políticos ya se gastaron más de dos millones de pesos por concepto de propaganda política en los diferentes canales de televisión. Y ese dinero lo va a pagar el pueblo. ¿De dónde sale tanto dinero oscuro?

En el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, que está compuesto por “prostitutos” consejeros saqueadores del erario, no están preocupados por las anomalías graves que se están cometiendo en este proceso electoral de Tixtla, sino que están intranquilos porque se les destine un enorme presupuesto en año no electoral, que les servirá para repartírselo entre sus integrantes bajo el concepto de “cursos”, “conferencias”, “diplomados”, y otras mentiras.

Al gobierno federal, al PRI, PRD, PAN, y demás institutos políticos que aprobaron la reforma electoral dentro del Pacto por México, les funcionó haber nombrado consejeros en Guerrero mediante la realización de un examen, porque los que “aprobaron” ese estudio ahora se han convertido en serviles funcionarios que aprueban todas las aberraciones jurídicas, que se limitan a transgredir la ley, a solapar irregularidades y tropelías, y que a cambio de ello exigen que se les aumente el presupuesto.

La titular del IEPC, Marisela Reyes Reyes, cree que todos se tragaron el cuento de que aprobó en primer lugar el examen para ser la consejera, que gracias a sus aptitudes y conocimientos está en esa presidencia, y que también por ello puede ser omisa y solapar las aberraciones de los partidos políticos quienes llevan a cabo elecciones sucias y derrochando el dinero del pueblo para hacer ganar a sus candidatos.

Marisela Reyes Reyes llegó ahí por un acuerdo político, porque su padrinazgo estuvo bien cimentado, y además porque su designación “democrática”, permitiría la continuidad de las trampas electorales y de la compra del voto. Bajo su nombre y su supuesto examen de diagnóstico se están cometiendo las más graves irregularidades en la historia electoral contemporánea en Guerrero.

La decisión del diputado Eusebio González Rodríguez, Presidente de la Comisión de Presupuesto y Cuenta Pública del Congreso de negarle las peticiones de aumento al Instituto Electoral y de Participación Ciudadana, fue acertada, porque de lo contrario estaría se destinando dinero para satisfacer intereses personales de unos sátrapas vividores del erario.

La titular del IEPC, Marisela Reyes Reyes se cree dueña de ese organismo, piensa que puede hacer y deshacer, y que en nombre de la democracia y de una supuesta legalidad, se puede exigir dinero a las autoridades.

Bajo el argumento falaz de que invertirle al IEPC  es invertirle a la gobernabilidad, la delincuente Marisela Reyes Reyes, pretende seguir agenciándose para sí misma y para los consejeros electorales, además de mostrarse con la mayor opacidad e impedir la transparencia en ese organismo. 

Marisela Reyes Reyes se asignó un sueldo que supera al de los demás consejeros electorales del país, y asciende a 212 mil 900 pesos mensuales, que asciende a  2 millones 555 mil 160 pesos anuales, y también los consejeros que en todo momento se muestran afines al PRI, Alma Delia Eugenio Alcaraz, Rocío Calleja Niño, Jorge Valdez Méndez, Leticia Martínez Velázquez, René Vargas Pineda, y Felipe Arturo Sánchez Miranda, también perciben jugosos sueldos.

Manifestando una tesis de cuestiones de seguridad, la magistrada se ha negado a revelar el total de lo que percibe bajo otros rubros, pero es latente que no tiene llenadora, que Marisela Reyes Reyes, utilizando la democracia como bandera pretende apropiarse de millonadas de dinero. Otra saqueadora más.