COLUMNA

Conflicto de intereses en Guerrero 

Apolinar Castrejón Marino
En el lejano reino de Bangui, en la actual república centroafricana, había un rey muy rico, pero muy triste, que entre toda su servidumbre, tenía un paje que parecía ser muy feliz; lo cual perturbaba al soberano.

Por las mañanas su sirviente le llevaba el desayuno y lo saludaba con una sonrisa. Lo miraba amablemente, y esperaba con toda paciencia que el rey disfrutara los manjares que le había traído. Su actitud parecía siempre serena y alegre a toda hora, y en todo lugar.
Un día, el rey lo llamó para conversar, y empezó diciéndole:
Paje ¿cuál es el secreto? 
A lo que el criado le contestó 
¿Qué secreto, Majestad? 
¿Cuál es el secreto de tu alegría? 
No hay ningún secreto, Alteza. 
-No me mientas, paje. He mandado a cortar cabezas por ofensas menores que una mentira.
No le miento, Alteza, no guardo ningún secreto. 
¿Por qué estás siempre alegre y feliz? ¿por qué? 
Majestad, no tengo razones para estar triste. Su alteza me honra permitiéndome atenderlo. Tengo mi esposa y mis hijos viviendo en la casa que la corte nos ha asignado, somos vestidos y alimentados dignamente, y además su Alteza me premia de vez en cuando con algunas monedas para darnos algunos gustos, ¿cómo no estar feliz? 
Si no me dices ahora mismo el secreto, te haré decapitar, pues nadie puede ser feliz por esas razones.
Este pequeño cuento, es apropósito de las muchas calamidades que aquejan a los habitantes de Chilpancingo, porque que muchas no tienen ninguna razón  de ser, y solo son el producto de la codicia, y de la manipulación de los “dirigentes”. 
Esto debería tipificado como “conflicto de intereses”, debido a que cada quien pone por delante su conveniencia. Porque bien visto, los transportistas, los “maestros”, y los estudiantes “rechazados”, exigen al gobierno, cosas imposibles y contradictorias. Los líderes tienen como ocupación meterse conflictos con los gobernantes, pero la “base” trabajadora, debería analizar sin lo que van a exigir, sea algo que merecen. Veamos.
¿Usted entiende que los transportistas estén en rebelión contra el gobierno, el cual expresan en sus unidades de transporte colectivo, con leyendas como esta: “Reparto moderado. No más concesiones”? podemos entender que los que ya consiguieron sus “permisos” no quieren que les den a otros. 
Pues sí. Los “permisionarios” reciben de 800 a 1200 pesos diarios como “cuenta”, y los choferes se embolsan de 500 a 800 pesos diarios, sin haber estudiado, y sin que nadie regule la calidad del servicio que ofrecen a la ciudadanía. 
Por otro lado, los “maestros de banquillo” quieren que les paguen como a los docentes de Holanda y Bélgica, sin tomar en cuenta que aquellos están convenientemente actualizados e imparten educación de calidad a los niños. Y los de aquí son retrógrados e impreparados.
En cuento a los estudiantes “rechazados” de las escuelas, no pueden conseguir su ingreso porque ya no hay cupo, y en la selección que se hace a través de los exámenes de admisión, los que están mejor preparados, son los que pueden a ingresar.
El más reciente conflicto es el de los burócratas, que exigen un bono sexenal, algo que definitivamente no existe, pues no está contemplado en ninguna ley estatal. Y también reclaman incremento a los estímulos por antigüedad, y pago de bonificaciones.
Aclaremos que el Sindicato Único de Servidores Públicos de Estado de Guerrero (SUSPEG) que mantiene semiparalizada a la capital de Estado, es un chilaquil de trabajadores, profesionistas, técnicos, y manuales: doctores, ingenieros y licenciados, junto a “maestros” sin título, trabajadores sin estudios, estudiantes “reventados” (reprobados), y hasta analfabetas.
La mayoría trabaja en las oficinas, escuelas, y centros semi-escolarizados: secretarias, archivistas y mozos. Estos son los más perturbados, pues están exigiendo salarios, estímulos y bonos,  como si fueran trabajadores altamente calificados. 

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