PRIMEA PLANA
Medio siglo de vida, con
tropiezos y levantones
Agustín Nava Escobar
Lleno de satisfacción, lleno de alegría y agradecido con Dios Nuestro Señor, con mi familia y amigos, hoy he llegado a cumplir estos 50 años maravillosos que me llenan de alegría y satisfacción por la oportunidad que he tenido y que puedo contar esta historia que siempre quise compartir con todos y que viene siendo un legado para quienes tienen ganas de superarse y de disfrutar de la vida.
Un 28 de agosto de 1965 mis padres Isabel Escobar López y Juan Nava Zacarías (QPD) sonrieron de dicha y alegría al recibir a este niño que hoy les cuenta parte de su historia y que todavía espera tener la bendición de poder vivir un poco más de tiempo.
De un pueblo pequeño llamado Apango, Guerrero donde me crie hasta los 17 años en que tuve que abandonarlo para venirme a la capital a continuar mis estudios, es que tuve la necesidad y la oportunidad de trabajar para lograr ese sueño de ser alguien en la vida y fue así como desde joven empecé a prestar mis servicios en el área de Comunicación Social del Gobierno del Estado en el periodo de Alejandro Cervantes Delgado y de José Francisco Ruíz Massieu, gracias a que conocí al señor Arturo Buendía Gaitán.
Es así como incursioné en los medios de comunicación donde logré aprender a redactar la actividades oficiales y varios años después empecé a trabajar en distintos periódicos como El Reportero, Vértice, El Sol de Chilpancingo, y que mantengo hasta la actualidad mi colaboración con el periódico La Crónica Vespertino de Chilpancingo del director Javier Francisco Reyes.
Al paso del tiempo ocupé la Dirección del periódico El Diario de Teloloapan, después El Diario de Huitzuco, fui a fundar El Despertar de la Costa y ocupé áreas como la oficina de prensa del SUSPEG, de la Secretaría de la Juventud, y otras más sin dejar de superarme en esta materia de la comunicación en la que tengo diplomados en distintas especialidades de importantes universidades de Guerrero y del País.
Esto es solo una referencia, pero les cuento la historia porque la vida así como me correspondió también me enseñó que de los tropiezos hay que aprender a levantarse como es el caso que les platico porque recibí tanto de la vida que creí que siempre tendría sonrisas de dicha y no fue así pues quise tomar todo a manos llenas y no reflexioné hasta que los tropiezos hicieron estragos en mi persona que hasta la fecha tengo que limpiarme las lágrimas de arrepentimiento por desviar mi vida a una vida ligera llena de libertinaje.
Las oportunidades que tuve de escuchar consejos y pasarlos por alto no fueron escuchados hasta que tenía que llegar el pago por todo lo mal hecho de la vida y hace dos años cuando tuve la necesidad de ir a parar al médico me notificó que tenía la enfermedad de la Diabetes que hasta la fecha lucho por controlarla y poder disfrutar de lo que realmente es la vida, aunque ya con poca vista.
He recorrido médicos de todas partes, curanderos y yerberos en busca de alivio pero todos sabemos que la ciencia aún no tiene una vacuna para este mal y es aquí en este momento donde llega la reflexión de valorar la vida porque después de desahuciarme los médicos tengo la dicha de seguir saludando a todos ustedes a mi familia y poder ir a dar gracias a la Iglesia.
Pero tengo la dicha de haber llegado a estos 50 años, ha este medio siglo de vida y espero que por la bendición de Dios pueda seguir compartiendo lo que es la vida personal en lo que me resta de la vida. Agradezco a todos quienes han estado cerca de mí en estos momentos difíciles.
Chilpancingo, Gro., 28 de agosto de 2015.
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