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Héctor Contreras Organista

 EL PADRE AGUSTIN
El sacerdote Agustín M. Díaz Pacheco nació en Alcozauaca, Guerrero el 28 de agosto de 1894. Vivió 69 años de los cuales 27 los dedicó a realizar su actividad como Canónigo Honorario en la iglesia de Santa María de la Asunción, habiendo fallecido en 1963 y siendo sepultado junto al altar mayor de la histórica iglesia de Chilpancingo.  


Fue ordenado sacerdote a los 26 años de edad, el 29 de agosto de 1920 por el obispo Francisco Campos y Ángeles habiendo antes desempeñado los cargos de párroco en Tlalixtaquilla; profesor del Curso Medio y después del Curso Superior y ecónomo del Seminario Conciliar Diocesano y capellán del templo de La Villita de Chilapa. Párroco en Zumpango del Río; Vicario Foráneo de Malinaltepec y encargado de Atlamajalcingo del Monte; Vicario Foráneo de Ayutla y encargado de Tecoanapa y Vicario Foráneo de Chilpancingo. Fue además Canónigo Honorario del Cabildo Catedral, director diocesano de los Vasallos de Cristo Rey y Diputado de Disciplina en el Seminario Conciliar Diocesano en el periodo 1953-1959.
El 12 de diciembre de 1936 recibió la parroquia en calidad de párroco, trasladado por orden del obispo Leopoldo Díaz Escudero, de la ciudad de Ayutla. Su primera obra fue, aun cuando estaba a medio terminar el primer cuerpo de la torre, subir las campanas el 31 de diciembre.
Ocho años de trabajo continuo fueron necesarios para que se hicieran las dos torres, el frontis de la iglesia y las bóvedas de concreto, habiendo estado el trabajo bajo la dirección del albañil don Miguel Leya, de las calles de Altamirano, siendo la presidenta del Comité Femenil la profesora Beatriz García, que no vio terminada la obra ya que falleció el 8 de diciembre de 1840, ocupando su lugar doña Micaela Cassy viuda de Meléndez.
El padre Agustín fue muy devoto del Perpetuo Socorro a quien dedicó grandes festejos y procedió a la compra y colocación de su altar de mármol habiendo sido la presidenta de la archicofradía doña Antonia Carbajal de Vázquez y colaborando en el esfuerzo la asociación de las Hijas de María que presidía doña Ángela Memije Tapia y la querida y muy distinguida maestra Isabel Catalán de Ruz, entre otras damas.
En 1949, el gobierno de estado celebró en octubre el primer centenario de la Erección del Estado de Guerrero. Uniéndose la iglesia a ese motivo se mandó fabricar el altar mayor de la parroquia de mármoles junto con el comulgatorio y el piso del presbiterio habiéndose consagrado el 26 de octubre de ese año por el obispo, con el auxilio del obispo de Cuernavaca Alfonso Espino quien predicó. El 31 de de diciembre de 1950 se instaló y bendijo un órgano electrónico marca Wurlitzer, número 25, último modelo y el primero que llegaba a la república.
El 12 de diciembre de 1952, se consagró y dedicó el altar de la virgen de Guadalupe, todo de mármol con las estatuas de Zumárraga y Juan Diego, al mismo tiempo fue coronada con Decreto del Diocesano  la imagen de la virgen.
Ya para entonces se consideraban tres templos construidos por el padre Agustín en el lapso de diez años. Al norte el del apóstol y evangelista san Mateo, con bóvedas planas y una torre. Al oriente el de san Antonio, de Padua, con bóveda de medio punto, con el proyecto a realizarse de ponerle dos torres y al sur el templo de san Francisco, que en 1953 se estaba terminando. Hasta aquí datos tomado de la revista Catedral, edición conmemorativa del cincuentenario de la ordenación sacerdotal del obispo Leopoldo Díaz Escudero..
Viene el tema a cuento debido a que el padre Agustín hizo algo más por Chilpancingo. Se ganó el cariño, el afecto y el respeto de la grey católica por su carisma, don de gentes, actividades parroquiales y porque no sólo atendía la Asunción, acudía a varios poblados a sus festejos s.principales y donde no había curas, él celebraba misa, hacía bautizos y todo lo que su investidura le permitía dentro de la iglesia.
Es muy socorrido el comentario, recordando al viejo Chilpancingo de los años 40, que en aquel entonces la población contaba con tecorrales por todos lados. Había una especie de celos infundados entre los muchachos de los tres barrios poblados hasta en ese entonces: san Mateo, santa Antonio y san Francisco. El barrio de la santa Cruz no tenía capilla, era sólo una “media agua” donde los vecinos colocaron una cruz que celebraban cada 3 de mayo. Casi no había casas-habitación.
Y hete aquí que cuando un muchacho de san Antonio o de san Mateo bajaba a buscar novia al barrio de san Francisco, era apedreado. Hubo no sólo heridos sino muertos por ese proceder. Este conflicto duró algunos años. Cuando algún galán de san Francisco subía a los barrios de san Antonio o san Mateo, el proceder era el mismo y se fueron multiplicando los recelos y los odios entre familias chilpancingueñas.
“Los de san Mateo bajaban a piedrazos a los de san Francisco”, recordó doña María de Jesús Peralta Alday, hija de un muy querido chilpancingueño, don Salomón Peralta Organista. “Y esto se terminó cuando mi papá con don Mariano Alcaraz, don Teófanes Organista, los tres de san Mateo y don Bernardo Aguilar, de san Antonio, platicaron sobre el asunto pidiendo la intervención del padre Agustín y fue cuando el canónigo logró unir a los barrios, estableciendo un intercambio de regalos durante sus festejos en las iglesias correspondientes”.
El padre Agustín M. Díaz celebraba su día cumpleaños en Petaquillas, población próxima a Chilpancingo. Allá celebraba misas y actos religiosos desde el día 27 de agosto de cada año. Por la tarde, un “coche libre” del Sitio “Bravos” iba por él y lo trasladaba a Chilpancingo. La despedida que le daban los católicos de ese poblado ere una fiesta y, al llegar a las goteras de la ciudad de Chilpancingo, por donde se localiza la gasolinera “Carreto”, ahí ya lo esperaba la grey católica con cadenas de cempasúchil, flores, música de viento, cohetes y la gente se apostaba desde ese lugar hasta la entrada de la Asunción donde el padre Agustín agradecía la muestra de cariño y amor.

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