ARTICULO

Homenaje a Luis Sánchez 
Alvarez, el matador

César González Guerrero
Dicen que el mejor homenaje y reconocimiento que se debe hacer a las personas son en vida, no después de muertos. Es por ello que, en esta ocasión, me permito escribir algunos párrafos acerca de una de las personas que, sin conocerme, me otorgó su confianza y apoyo en los tiempos en que más lo necesité. Fue en el inicio de mi adolescencia, a la edad de 16 años, cuando llegué a la Capital de la República a realizar mis estudios en la escuela Vocacional 5 del Instituto Politécnico Nacional, me refiero al periodo 1970-1972. Yo si estoy muy agradecido con Luis y toda su familia, y cómo no voy a estar agradecido, fui afortunado, tenía todo: trabajo, casa, comida y sustento, como dicen en mi tierra. Gracias Luis.

Seguramente, muchos de los amigos de Luis, coincidimos en que, a pesar del carácter defeño, muy dentro de sí mismo, guardaba el sentimiento de la sinceridad, honestidad, responsabilidad, generosidad, respeto, agradecimiento y solidaridad con la gente. Su gesto nada agradable a la vista, muy pronto se transformaba en toda una dulzura, en una actitud graciosa y hasta jovial, dicharachera y muy culta. Sus comentarios se consideran de altura, podía tratar temas diversos, de análisis político, económico, social y de cultura universal.  Siempre crítico del sistema político mexicano pero respetuoso.
Recuerdo muy bien que fue por el mes de agosto de 1970, cuando al terminar mis estudios en la Escuela Secundaria Federal número de 1 de Acapulco, tuve que partir a la Ciudad de México a continuar la Educación Media Superior, precisamente con la idea de mi padre de estudiar en el Politécnico. Con esa intención, y con el apoyo de mis paisanos y hermano, logré inscribirme en la Escuela Vocacional de Ciencias Sociales, de donde, después de 2 años, con muchas penas y sacrificios me inscribí en la Escuela Superior de Economía, ubicada en el Casco de Santo Tomas.
A partir de esa fecha, y otra vez gracias a mis paisanos de Copala, ya radicados en el DF (Reyes Guerrero, José Inés Ventura, Félix Coronel y mi hermano Luis Javier), conocí y conviví con una autentica familia de los barrios populosos del DF, me refiero a la familia Sánchez Álvarez, que vivían y siguen viviendo, en la calle Mártires de Tacubaya (en aquéllos tiempos en el número 27), de la Colonia Tacubaya, integrada por la señora Leonor Álvarez (la inolvidable Abuela), Luis y María Antonieta Sánchez Álvarez; tiempo después conozco a sus herman@s  Silvestre (el Chivo), Aurora, Aniceto, Cleotilde,  Rosario, María y Antonieta. Enseguida conocí a los hijos: Mario, Víctor, Jesús, Cecilia, Carmelita, Chayito, Lourdes, Margarita, Rosita,  Esperanza, Porfirio, Lupita,  Fernando, René, Martita  y Martin. Y tal vez alguien más que, involuntariamente, escapa a mi memoria. Para ese tiempo ya me consideraba, y creo me consideraban, parte de la familia. 
Luis Sánchez Álvarez, hasta la fecha, es un apasionado del futbol y de la tauromaquia, a tal grado que, por su modo de vestir, andar, porte de torero y su coleta, sus amigos lo hicieron famoso como “El Matador”; en su tiempo libre realizaba ensayos en los viveros de Coyoacán, practicando los “pasos y muletazos”, inclusive, en algunas ferias, llegó a enfrentar algunos novillos que le hicieron experimentar que no es lo mismo mirar los toros desde las barreras que de cerca.
Como es común en la etapa juvenil, Luis se dedicaba a jugar futbol en los abundantes llanos rodeados de los árboles de Tacubaya, destacó como miembro prominente de la porra oficial del equipo más popular de esos tiempos, su querido Atlante, el equipo de su vida, al que más tarde me hizo favor de recomendarme para formar parte de la reserva de este equipo, en donde junto con Gustavo Beltrán y Crescencio Sánchez, tuve la oportunidad de asistir a los entrenamientos en el Desierto de los Leones y, en muy pocas ocasiones, jugar con ellos en el Estadio Azteca. Debido a que decidí mejor estudiar y trabajar, me alejé del deporte, incorporándome a trabajar en su Taller llamado Fotomecánicos y Asociados, en la calle Atenas, muy cerca de mi Escuela y de la Secretaria de Gobernación, en Bucareli. Ahí disfruté de su legendario Mustang 73, de color rojo que, alguna ocasión, por necesidad tuve que manejar ya que, como era costumbre de Luis, cuando jugaba el Atlante, si perdía decía salud, si empataba también y si ganaba con mayor razón. 
Excelente nadador, enamorado de las playas de Copala, pero sobretodo  la playa de Caleta de Acapulco y sus bellezas, incluidas las femeninas. Fue amigo sincero de los salvavidas y vendedores ambulantes, y de de todo aquel que le ofrecía su amistad. Aficionado a disfrutar de los bailes en los barrios de la época, junto con sus hermanas. La popularidad de El Matador hizo posible que, al menos los paisanos de Copala, y uno que otro guerrerense,  siempre lo reconocimos y lo tratamos con respeto.
Luis Sánchez Álvarez, El Matador, merece no solamente este homenaje, sino también debe pasar a la historia como uno de los mejores mecánicos especializado en la reparación de todas las marcas y tipo de aparatos fotográficos y de videograbación, trabajando directamente para las empresas periodísticas de mayor prestigio como el Sol de México, el Esto, el Excélsior, solo por mencionar algunas. Yo me encargaba de los traslados de los aparatos y realizar los cobros de facturas. Ahí conocí parte del DF y también a cobrar  un salario semanal, un poco de dinero, con el sudor de la frente.
El matador nació el 2 de septiembre de 1929, en la propia ciudad de México, D.F., hijo del señor Luis Sánchez y la señora Leonor Álvarez, ocupando el tercer lugar de ocho herman@s, quienes debido al origen humilde solo alcanzaron terminar sus estudios primarios, dedicándose a trabajar desde los 14 años, para ayudar a la economía familiar, fue panadero, colocador de persianas, hasta ingresar a un taller mecánico fotográfico, en donde pronto aprende este oficio y al poco tiempo instala su propio taller. Luis se destacó por su carácter solidario con su madre a quien tanto amo, y disfruto toda su vida, y desde luego de sus hermanos. A pesar de que un buen tiempo no tuvo hijos adoptó, como si fueran propios, a su adorada Cecilia y su inseparable Martín, El Topo. Después de contraer matrimonio, a la edad de 50 años,  con su actual esposa Ángela, procrea a su único hijo, su adoración Luis Jesús.
Ahora, a punto de cumplir sus 86 años de edad, Luis Sánchez Álvarez, El Matador, disfruta de la vida a lado de sus seres queridos, y desde Guerrero, sus amigos y mi familia, le enviamos nuestro cordial saludo, rogando a Dios le permita continuar con salud, fe, amor y esperanza. Tu obra está hecha Luis, tu esposa, tus 3 hijos, tus niet@s, hermanas, sobrin@s y amig@s estamos pendientes de ti y de tu salud. Felicidades Luis en tu próximo cumpleaños. ¡¡Dios te bendiga Matador!!

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