ARTICULO
Descanse en paz don Onofre
Arcos Hernández, 1913-2015
César González Guerrero
La familia González Guerrero y González Castañeda de Copala, expresa sus más sentidas condolencias a la Familias Arcos Rodríguez y Arcos Catalán, de la ciudad de Chilpancingo, Gro, en ocasión del sensible fallecimiento de Don Onofre Arcos Hernández, mi suegro, rogando a Dios su pronto restablecimiento espiritual.
De Don Onofre bien se puede escribir un libro, pero en esta ocasión sólo destacaremos algunos aspectos de su larga vida. El señor Onofre Arcos Hernández, nació el 12 de Junio de 1913, en la comunidad de Jaleaca de Catalán, municipio de Chilpancingo, y fue hijo de Ignacio Arcos Alarcón y Filiberta Hernández Gallardo, una familia dedicada a las labores del campo; sus hermanos fueron Melquiades, Segundo, Luis, María e Isidro; falleció a las 23.50 horas del 5 de agosto del 2015, en la ciudad capital de Chilpancingo, Gro, repitiéndose la experiencia del fallecimiento de mi padre solo que, ahora, Don Onofre me dedicó su última mirada acompañada de una sonrisa, leve, pero muy expresiva, lleno de felicidad y tranquilidad absoluta.
Tal vez como un saludo por mi próximo cumpleaños que sería, precisamente, el día de su sepelio el 7 de agosto. Me siento afortunado porque la misa de cuerpo presente, por cierto el mensaje muy significativo, para mí fue como una despedida, la tomé como un acto que él me dedicaba. También porque, en ese mismo marco, recibí solidaridad de amigos y familiares. Escogió una fecha buena para morir. Se lo agradezco.
Aproximadamente, en el año 1936, Don Onofre contrae matrimonio con la señora Alberta Catalán Hernández, con quien procrea a sus hijas Alberta, Teresa, Cristina y María del Socorro, todas de apellidos Arcos Catalán. Después del fallecimiento de la señora Alberta, en el año 1949, las pequeñas hijas quedan en poder de Don Onofre, quien con mucho sacrificio las atiende y cuida hasta que, debido a esa circunstancia, contrae segundas nupcias con la señora Victoria Rodríguez Vargas, en el año 1952, con quien procrea a sus otros hijos: Héctor Manuel, Dora María, Onofre, Yolanda, Humberto, Cesar, Leticia y Oscar Omar, todos de apellido Arcos Rodríguez.
De este árbol genealógico se desprenden una buena cantidad de nietos y biznietos de los cuales menciono a: Uri e Ivette Castrejon Arcos; Diego, Carlos, Roberto, Martha, Patricia, Víctor y Guadalupe Gallardo Arcos Santiago, Ignacio y Jesús Castro Arcos; Nancy Sotelo Arcos; Doris Iliana y Cesar González Arcos; Hugo, Erick y Melissa Cortes Arcos; Irving Arcos Soto; Betzania y Kitzia Arcos Ortiz; Miguel Ángel, Luis y Manuel Villa Arcos; Julieta, Emiliano, Bárbara y Brisa Arcos Hernández; Israel y Victoria Arcos Manzanares; Dafne Mayte, Teresa, Isabela, Marisela y Mateo, Juan Luis, Carlos Diana, Saúl Fernando, Moisés, Anette, Fernando y Christopher; Braulio Cesar, Victoria, Fabio Cesar y Darío; Marianita; Kelvin, Alicia Elena, Marcos Renato, Marco Tulio, Valentina y Uri; Ángel Matías; Franco Sebastián; y Mariel. Sin duda, una gran familia que, por diversas razones, se encuentran diseminadas en diferentes lugares del estado, dentro y fuera del país. Con la disculpa de no mencionar otros nietos y biznietos por desconocer sus nombres y por falta de memoria. Espero pronto hacerlo. Obvio mencionar a Yernos y Nueras por respeto del espacio pero que, al igual que todos, forman parte de esta gran familia.
Como toda familia de campo, de abolengo y arraigo popular, don Onofre siempre se caracterizó por su firmeza en la formación y conducción familiar, siempre con el buen ejemplo y la dedicación que esta responsabilidad significa. Hombre con más fortalezas que debilidades, más positivo que negativo, fue un roble que, con su sombra y fuerza, cobijo y protegió a cada uno de sus familiares, incluidos sus hermanos, con mucha valentía, férreas decisiones y gran visión de futuro. Trabajador, honesto, responsable, solidario, respetuoso, discreto y sin algún vicio que desviara sus acciones morales. Todo un ejemplo a seguir.
Sus estudios, hasta segundo de Primaria en su tiempo, lo llevan a formarse como Maestro Rural, que ejerce en un corto tiempo, en algunas localidades del municipio, debido a que los momentos difíciles del país, después de la Revolución de 1910 (1928-1940), impactaron en sus actividades profesionales y abandonó el magisterio para dedicarse de lleno a la agricultura y ganadería, que fueron su pasión y entrega, con la decidida participación de sus pequeñas hijas quienes, a muy corta edad, empezaron a trabajar también en las tareas del campo, apoyando a sus padres, preparando los alimentos, ayudando en la faena diaria, sembrando y cosechando los productos del trabajo diario y de temporada, destacando como uno de los mejores productores de maíz, sorgo y leche en la región, de ahí sus fuertes manos y gruesos dedos, resultado de un autentico y original ordeñador de vacas y agricultor.
Afortunadamente, y pese a las dificultades, todos sus hijos, hombres y mujeres ya mencionados, obtienen modestamente títulos profesionales, que a la fecha, quienes aun viven, se desempeñan con excelencia, prestigio y eficacia profesional. Cada quien en su ramo. Claro, son parte de la cultura del esfuerzo que poco a poco se ha ido perdiendo.
Don Onofre, como todo hombre pacífico y de trabajo, junto con sus padres, muy pequeño, se trasladan de su pueblo natal a radicar en la ciudad de Chilpancingo, en donde con mucho trabajo, se hace de algunas propiedades, en las que, actualmente, ocupan las colonias Las Palmas, San Pedro y Doctor Catalán. Por su formación solidaria hace donativos de espacios para las construcciones de la Escuela Primaria Niño Artillero, Jardín de Niños, Capilla, Áreas Verdes, etc.
Sin lugar a dudas, Don Onofre Arcos Hernández, en vida se distinguió por su vida social alejada de los vicios y de los escándalos, razón por la cual siempre fue respetado, y considerado como un ciudadano distinguido. Prueba de ello fueron los reconocimientos que en vida le otorgaron, principalmente en la Colonia Las Palmas y, a pesar de ser uno de los más longevos, las autoridades, en su momento, no se percataron de que en vida, si merecía un reconocimiento a su labor y comportamiento ciudadano. Nosotros, gracias a Dios, si lo hicimos cada año, hasta el pasado 12 de junio, en que cumplió 102 años de edad. Por ese simple hecho se hizo acreedor, no solo al reconocimiento, sino a un homenaje familiar.
La muerte de Don Onofre Arcos, fortalece el espíritu de trabajo y unidad de su familia, pero también trasciende en esta ciudad Capital de Chilpancingo, porque hombres como el son los que requiere el estado de Guerrero. Los ejemplos que ha legado a sus hijos, nietos, biznietos y tataranietos, servirán para fortalecer y seguir la brecha que el marcó, no solo con el arado, sino con las letras y con el trabajo diario y fecundo. La tierra que el trazó con sus instrumentos de trabajo está esperando ser cosechada, sus descendientes tienen la palabra.
¡!Descanse en paz Don Onofre Arcos Hernández¡¡ el hombre que en su juventud también fue un atractivo para el sexo opuesto, por algo lo conocían como el tesorito, de mirada profunda y firme, de sonrisa discreta, incansable, de grandes platicas, el hombre del sombrero de ala ancha y canteado, Charro de paliacate, bailador y de a caballo como los costeños, el hombre que impulso la ganadería, agricultura, la cultura y el folklore de las fiestas de Chilpancingo y fiel admirador de los Tlacololeros. Su sepelio se hizo con todos los honores que el cosechó, con dignidad y con respeto. También en la Costa Chica, donde tuvo amigos ganaderos y de a caballo, lo extrañaremos siempre.
Nota: Los novenarios se están realizando a partir del día 8 y terminan el 16 de Agosto, con misas que se realizan en Iglesia de San Francisco, de 18 a 19 horas, y con rezos en donde fue su domicilio particular ubicado en la calle Quintana Roo 16, colonia Centro, de las 19 a las 20 horas. Se agradece su asistencia, así como las oraciones y todas las muestras de solidaridad de familiares y amistades, realizadas de diferentes medios.
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