COLUMNA
COSMOS
Héctor Contreras Organista
Chilpancingo, la capital más fea del país (4)
Don Francisco (Pancho) Alarcón Tapia, el muy apreciado y brillante pintor chilpancingueño, autor de la mayoría de los murales que se elaboran cada diciembre para la Feria de Chilpancingo, comentó en cierta ocasión que se intentaba hacer un museo de las danzas regionales de Guerrero en Chilpancingo, y a él se le encargó la tarea de coleccionar máscaras.
La más bella y la más difícil de conseguir la trajo a Chilpancingo. Pero cuando terminó el sexenio gubernamental y visitó Acapulco, en la vitrina de una tienda particular localizada en la Costera Miguel Alemán, encontró en venta la máscara que había traído a la capital del estado de Guerrero para el museo. Estaba en exposición para su venta en ese, un negocio particular.
No supo cómo la máscara llegó ahí. Se supone que la mano negra de algún vivillo funcionario se adueñó de ese valioso objeto y –siempre suponiendo- tal vez de otros muchos. Al museo se le invirtieron millones, se hizo de prisa y al mismo ritmo desapareció. Entonces, ¿por qué Chilpancingo es la capital más fea de México? A lo mejor porque las ratas de dos patas no le permiten transformarse en una ciudad de nivel.
Museos, exceptuando el regional que por cierto lleva cerrado muchos meses, en Chilpancingo no hay más que otro también hecho a la carrera en la calle Zapata. La exhibición de la antigua cultura de Mezcala que fue instalada en la glorieta llamada de “Los Monolitos”, de golpe y porrazo la desaparecieron. Se ignora a dónde se llevaron las piezas arqueológicas y el por qué las quitaron sin decir agua va. Se localizaba a una cuadra del palacio de gobierno, casi frente a la entrada del Tecnológico.
El 10 de abril de 2015, aniversario de Emiliano Zapata, a la carrera se colocó en ese lugar una estatua del revolucionario. Ya hay otra de él en la calle que lleva su nombre, en el centro de la ciudad. Quienes han encajado esas obras escultóricas aquí, ignoran de cabo a rabo que Chilpancingo fue atacada por las huestes de Emiliano Zapata matando a muchos vecinos y por ello no es bien visto por los antiguos chilpancingueños. Casi todos los políticos tienen un hijo que se llama Emiliano.
El 2 de abril es una fecha imborrable en la historia de la ciudad. El gobernador Raymundo Abarca Alarcón (gobernó de 1963 a 1969) mandó construir una estela para rendir homenaje a hombres y mujeres chilpancingueños que ofrendaron su vida en defensa de la ciudad y que cayeron bajo las balas la gente de Emiliano Zapata.
Los chilpancingueños no permitieron que Zapata entrara a Chilpancingo. ¿Por qué? Se dice que porque Chilpancingo trabajaba y producía de todo y en abundancia, que aquí no se necesitó el llamamiento zapatista de tierra y libertad porque tierra, trabajo, libertad y producción había. La historia sobre el tema es larga pero obviamente que don Emiliano no tiene nada que hacer en Chilpancingo. Es uno de los peores recuerdos en la historia de la capital de Guerrero. Pero los políticos ya le han levantado dos estatuas y una calle con su nombre. Como se ve: Jamás faltan los traidores al pueblo.
Como se anota líneas arriba: Por la defensa del 2 de abril, Abarca Alarcón mandó hacer un monumento a los héroes de Chilpancingo, pero “de allá arriba” no se lo permitieron porque iba contra la personalidad de Zapata. “¡El es un héroe nacional!”, le dijeron al gobernador.
Le ordenaron que cambiara el propósito, y entonces, lo que es hoy el Monumento a las Banderas, se dedicó a honrar la memoria de don Benito Juárez, pero era para Los Mártires del 2 de abril. Esa ocasión, de la inauguración del monumento, el gobernador Raymundo Abarca Alarcón estaba tan encanijado que le ordenó al señor Ernesto Rosas Muñoz, fotógrafo oficial del gobierno del estado, que no imprimiera ninguna fotografía de ese acto. Por eso no existe gráfica alguna en el archivo histórico de la ciudad y del estado.
Chilpancingo, como dicen los que saben por qué lo dicen, es la capital más fea del país porque tampoco cuenta con bibliotecas actualizadas ni se han edificado locales especiales para resaltar y exaltar los eventos históricos que dan origen a la patria mexicana, como el primer Congreso de Anáhuac, cuya celebración de los 200 años en 2013 dejó magníficos beneficios a unos cuantos.
De ahí en fuera, no hay guías que se encarguen de realizar recorridos por el centro de la ciudad explicando a grupos de turistas o de estudiantes cómo surgió el acontecimiento histórico más importante del país. Incluir la visitar Santa María de la Asunción y narrar el primer Congreso de Anáhuac, contar con un sitio especial para exhibición de las pinturas que al respecto se han elaborado a través de los años e imprimir películas, reportajes, folletos, libros, revistas y trípticos para que se conozca a detalle la magna obra de Morelos en Chilpancingo. Eso es educar.
Hacer más práctico y accesible el conocimiento de nuestra historia a favor de la ciudadanía y de las nuevas generaciones y de paso hacer atractivo turístico a Chilpancingo por su importancia histórica instalando además exposiciones de pintura, dibujo, artesanía e invitando artistas y grupos musicales a presentar sus obras, buscando un rostro diferente a “la capital más fea del país”
Chilpancingo también es feo porque en vez de dar relevancia a eventos culturales, se da importancia a lo que embrutece. ¿Quién puede tener la “ocurrencia” de celebrar una “feria” del pozole y del mezcal? ¿Quiénes festejan lo que como alimento perjudica al pueblo y como bebida embrutece a los consumidores y causa destrucción familiar, bajo nivel social, ignorancia y violencia? Si se quiere hablar, conocer y degustar la gastronomía chilpancingueña, tan rica, variada y deliciosa, que se consulte al especialista Horacio Aragón Calvo quien como investigador no tiene parangón en la materia. Ha escrito libros muy interesantes en la especialidad.
Chilpancingo, es la capital más fea porque no se ha dado importancia ni relevancia a los valores aquí nacidos ni se ha aprovechado su destacada participación para por medio de ellos buscar mejoras para la ciudad y para el estado.
Entre una cantidad muy rica y muy valiosa de destacados chilpancingueños tenemos a Roberto Arroyo Matus, a Rodolfo Neri Vela, a muchos investigadores, escritores, poetas, músicos, artesanos, etcétera y torpemente se ha omitido la pleitesía a personajes tan famosos como el poeta don Lamberto Alarcón, sepultado en Ciudad Acuña, Coahuila, recientemente despedazada por un torbellino, poeta excelso a quien se le deben sendos homenajes lo mismo que a Manuel S. Leyva Martínez (¡En vida, hermano, en vida!) y a otros muchos brillantes chilpanchingones, como tampoco se ha considerado la obra ejemplar de dos de los Siete Sabios de México, nacidos en Chilpancingo: Alberto Vázquez del Mercado y Teófilo Olea y Leyva.
Tampoco se ha hecho un digno y muy merecido homenaje a los tres periodistas más antiguos de Guerrero: Félix J. López Romero y Manuel S. Leyva Martínez (chilpancingueños) y Rogerio C. Armenta (nacido en tenexpa pero formado, estudiando y radicado en Chilpancingo).
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