COLUMNA

Un lugar maravilloso

Apolinar Castrejón Marino
 Era yo muy joven cuando supe que había una ciudad santa en la cual todos vivían con apego a las Escrituras, y en cuanto pude fui a buscar ese maravilloso lugar.

Anduve cuarenta días por el desierto, hasta llegar a aquella tierra, pero cuando estuve en el centro del poblado, quedé muy sorprendido al ver que todos los habitantes tenían un sólo ojo y una mano.
Ellos también se asombraban, de que yo tuviera dos manos y dos ojos, y hablaban entre ellos acerca de mi aspecto, entonces les pregunté:
-¿Es esta la Ciudad Bendita, en que todos viven con apego a las Escrituras?
Y ellos me contestaron. 
-Sí, esta es la Ciudad, Bendita. 
-Pero ¿Qué desgracia ha ocurrido, y qué sucedió con sus ojos y sus manos?
La gente parecía conmovida de mi ignorancia. Entonces me dijeron.
-Ven, y observa por ti mismo.
Me llevaron al templo, y ahí vi una pila de manos y de ojos, todos secos; y dije espantado:
-¡Dios mío! ¿Qué inhumano conquistador ha cometido esta crueldad con ustedes?
Hubo un murmullo, y uno de los más ancianos dijo:
-Esto lo hicimos nosotros mismos. Dios nos dio el poder de eliminar el mal que había en nosotros.
Y señaló el altar donde había una inscripción que decía "Si tu ojo derecho peca, arráncalo y apártalo de ti; porque es preferible que uno de tus miembros perezca, a que todo tu cuerpo sea arrojado al infierno".
Me volví hacia ellos, y pregunté si no había nadie que tuviera las dos manos y los dos ojos. Y piadosamente, me contestaron: 
-No, solamente quienes son aún demasiado jóvenes, para leer las Escrituras y comprender su mandamiento.
Inmediatamente abandoné aquella Ciudad Bendita, pues yo no era demasiado joven, y sí sabía leer las Escrituras.
Este cuentecito del Profeta del Líbano, Gibrán Jalil (Kibrán Yalil), es muy a propósito de las frases increíbles de los candidatos que participarán en las elecciones del próximo 7 de junio. 
En el Estado de Guerrero, los candidatos de todos los partidos prometen a los ciudadanos paz, orden y firmeza ¿Por qué será? En su estúpida mentalidad, creen que eso es lo que quieren los guerrerenses.
Primero será necesario decir, que ellos prometen algo que no pueden dar, y segundo, aunque la violencia parece algo generalizado, diremos que las víctimas, casi siempre están involucradas en “algo”. 
En el sexenio anterior, se denominó “víctimas colaterales” a las personas que se encontraban en el campo de guerra, sin haber sido invitados. En los últimos años, la gente va aprendiendo a cuidarse sola: no salir por las noches, no transitar por lugares conocidos como peligrosos, y saber siempre donde andan los hijos.
Los candidatos harían mucho bien a la ciudadanía, si ellos tuvieran una trayectoria impecable. Pero es todo lo contrario, pues todos han estado en los diferentes niveles de gobierno, y no sabemos qué han hecho para contrarrestar la perversidad del gobierno.
Betty Mojica del PRD, promete orden y firmeza, pero fue funcionaria del gobierno de Ángel Aguirre, hoy defenestrado y vituperado, y no sabemos que hizo con orden y firmeza en ese importante cargo. 
Héctor Astudillo, promete orden y paz, pero toda su vida ha estado en el gobierno como presidente municipal, como diputete y como senador, del mismo partido que siempre ha tenido el poder en la capital del estado. Hablamos de ese mismo gobierno que no pudo evitar el incremento de la inseguridad y la corrupción, y entonces ¿Cómo ahora van a dar orden y paz a los guerrerenses?  
Soco Mondragón, candidata perredista a una diputación, promete honestidad y progreso para los guerrerenses. Que nos diga si es honestidad que la hayan despedido como coordinadora de la cruzada estatal contra el hambre, y que se cambió al PRD por su hambre de poder. Promete leyes para los discapacitados, para las madres solteras y para los ancianos ¿Cómo va a “legislar” una señora que no estudió ni la preparatoria?
Marco Antonio Leyva Mena también ofrece orden y paz para Guerrero, este hijo político del zumpangueño Carlos Sánchez Barrios, quien ya casi era gobernador, pero por su protagonismo quedo “lelo”. 
Leyva Mena, prestanombres y cómplice de la mafia zumpangueña que ha medrado tanto con priistas como con perredistas. La crema y nata de la corrupción, que se han enriquecido escandalosamente y que han utilizado el poder como una herencia familiar.

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