COLUMNA
Apolinar Castrejón Marino
Según la leyenda, en un lugar llamado Capadocia, tranquilo y apacible, con abundante vegetación, mantos de agua, y terrenos fértiles, vivían poblaciones humanas y animales, en agradable armonía.
Pero sucedió que tan prodigioso lugar atrajo a un dragón, el cual por su naturaleza es malo y carnicero. Empezó a comerse los rebaños de los habitantes, quienes llenos de miedo, decidieron entregarle voluntariamente dos corderos cada semana para satisfacer su hambre, y que no atacara a los humanos.
Así pasó un año, pero cuando el ganado empezó a escasear, decidieron entregar un cordero y una persona a la bestia. Como compensación para la damita sacrificada, a la familia le entregaban riquezas y tesoros.
Pero las gentes del pueblo se cansaron de que ningún miembro de la familia real fuera enviado al sacrificio. Entonces protestaron, y exigieron que se entregara una princesa, o una menina de la nobleza, para fuera devorada por el animal.
Un día de sacrificio, la princesa elegida era conducida ante la cueva del dragón, y en el camino el cortejo se encontró a un caballero de espada, que provenía de una provincia lejana. Preguntó a donde llevaban a la princesa, que le pareció muy hermosa.
Le explicaron, que la conducían a que el dragón se la cenara, y entonces se ofreció a acabar con tan fea costumbre. Con todo y caballo, se introdujo a la cueva, y en feroz combate mató al dragón, clavándole su lanza.
Todos quedaron admirados de su valor para salvar a la princesa, pero quedaron más asombrados, cuando vieron cómo, de la sangre que brotaba del cuerpo del monstruo se formó una rosa roja. El caballero que se llamaba Jorge, la recogió y se la entregó a la princesa.
El rey quedó maravillado y muy agradecido, con el caballero que salvó a su hija, y le ofreció riquezas y premios, pero él prefirió que se repartieran 50 bolsas de oro entre los habitantes del reino. La gente agradecida construyó una iglesia en su honor, y acudieron a las autoridades religiosas para que lo santificaran, y cuando murió, lo convirtieron en su Santo Patrono. Desde entonces celebran fiestas en honor a San Jorge el 23 de abril de cada año.
Capadocia es un lugar extraordinario, pues su suelo calcáreo, permitía que los habitantes hicieran huecos y cuevas, para vivir y refugiarse. Así sus casas eran tanto en la superficie, como bajo tierra. Por lo mismo, el paisaje tiene aspecto muy extraño con cráteres y formaciones rocosas, lo que quizá inspiró este tipo de leyendas.
Los festejos a San Jorge pronto se extendieron. En Cataluña y Valencia iniciaron la costumbre de que los hombres regalaran rosas a las mujeres, como aquel caballero heroico, y las mujeres se comportan como princesas, y corresponden a los galanes, regalándoles un libro.
En poco tiempo, países como Bulgaria, Etiopía Y Georgia, adoptaron a San Jorge como su Santo protector. Otros países europeos como Inglaterra, Portugal y España, empezaron a hacer fiestas en su honor, y en América fue adoptado como Patrono en la Ciudad de Pichanal, en Argentina.
Para redondear la hazaña, en 1996, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) instauró el 23 de abril como Día Internacional del Libro, y también los Boy Scouts lo eligieron para venerarlo como Protector.
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