PRIMERA PLANA
Inseguridad Tixtla tras
la muerte de La Gringa
la muerte de La Gringa
Arquímidez Alcaraz Garzón.—Tras el asesinato de José Luis Ortega Abarca (a) “La Gringa”, el Ayuntamiento enfrenta cuestionamientos de la sociedad, por un lado porque era medio hermano del alcalde perredista y por el otro hay una total impunidad de grupos delictivos que operan el municipio de Tixtla.
El pasado domingo alrededor de las 20:30 horas, el presunto delictivo “Los Ardillos”, irrumpieron el domicilio de la novia de Ortega Abarca, de nombre Fabiola Robledo Vargas, dirigente de la organización de Mujeres Priista, en donde lo rafaguearon cuando pretendía huir.
El ahora muerto es acusado como jefe de la plaza de la banda “Los Rojos”, y a raíz de esto, ahora la sociedad tixtleca viven en constante zozobra, exigen al presidente municipal del Partido de la Revolución democrática (PRD), Gustavo Alfredo Alcaraz Abarca, garantice la seguridad, ya que se han visto a altas horas de la noche y madrugada que rondan camionetas de lujo a bordo con hombres armados.
Los vecinos afirman que después de este hecho sangriento, “Los Rojos” y “Los Ardillos” se disputan la plaza Tixtla, con la franca complacencia de las autoridades municipales que encabeza Gustavo Alfredo Alcaraz Abarca, pues nada hace, por solicitar la intervención de la federación para que policías federales y militares se encarguen de los rondines las 24 horas, porque la policía municipal podría estar infiltrada.
Después de que fuera acribillado, prosectores del Servicio Médico Forense trasladaron el cuerpo a sus instalaciones, en donde el fiscal guerrerense, Miguel Angel Godínez Muñoz, ordenó a los policías que impidieran tomar gráficas del rostro, con ello obstaculizó la labor periodística.
Cabe recordar que en meses pasados los hijos del alcalde, Gustavo y Arquímidez Alcaraz Guerrero, secuestraron por dos horas en las propias instalaciones del Ayuntamiento tixtleco, al ex secretario de desarrollo social, Santiago Linares Bautista, quien señaló textualmente que los hijos del presidente lo entregarían al jefe de la plaza, refiriendo entonces que eran José Luis Ortega Abarca.
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