COLUMNA
Sin Concesiones
Armando Patrón
-La traición de un gobernador alcohólico.
-El verdadero rostro.
Iracundo el seudo intelectual de izquierda impuesto en la gubernatura de sustituto, gracias al ex gobernador perredista Angel Heladio Aguirre Rivero, de nombre Salvador Rogelio Ortega Martínez, por fin reaccionó en torno al tema de la desaparición de los estudiantes de Ayotzinapa, dejó la fabulosa botella de vino que suele cargar por todos lados, y arremetió en contra de los normalistas, a quienes calificó de victimarios, además de que defendió a la podredumbre política que mal dirige los destinos de Guerrero.
Salvador Rogelio Ortega Martínez es producto de una negociación entre el priísta Enrique Peña Nieto, el perredista Ángel Heladio Aguirre Rivero y la dirigencia nacional del PRD encabezada por “Los Chuchos”, no para resolver el grave problema de la desaparición de los normalistas, sino para administrar los tiempos electorales, para pulveriza la demanda de justicia, para servirle de eslabón a los políticos que han permitido la impunidad y la masacre de ciudadanos en el estado de Guerrero.
El alcohólico gobernador sustituto I, no llegó a la gubernatura electo democráticamente, ni porque tuviese atributos suficientes, sino porque es un personaje oportunista, que es obediente y convenenciero, que sabe negociar con el poder, que a lo largo de su carrera política ha vivido del presupuesto de la Universidad Autónoma de Guerrero sin aportar nada sustancial para solucionar el grave rezago educativo que se padece y para sacarla del estiércol en que se encuentra.
Durante más de 30 años ha sido funcionario de la Universidad Autónoma de Guerrero, jamás ha sido conocido por su capacidad o su inteligencia, sino por su adicción a la grilla, siempre estuvo supeditado a las decisiones del extinto Armando Chavarría Barrera.Fue colocado en la gubernatura a propuesta también de su gran amigo, el universitario, ex diputado y ex candidato a rector Rafael Arístegui Ruíz, un triste empleado del protector del perredista ahora confinado José Luis Abarca Velázquez, el diputado federal por el PRD, Sebastián de la Rosa Peláez.
Salvador Rogelio Ortega Martínez es un títere del gobierno federal y de “Los Chuchos”, por ello ha mantenido en el cargo a los dirigentes de Nueva Izquierda. Rosario Herrera Ascencio sigue al frente de la Secretaría de la Mujer, Beatriz Mújica Morga sigue dirigiendo la Secretaría de Desarrollo Social, además de que varios integrantes de Nueva Izquierda siguen cobrando en puestos importantes dentro de su administración.
Con la llegada de Salvador Rogelio Ortega Martínez, el estado de Guerrero, no ha experimentado cambio alguno que permita a la ciudadanía vivir en paz, no, por el contrario, se vive una execrable embestida en contra de los guerrerenses, además de una interminable lista de muertes, desapariciones y torturas de miles de víctimas, gracias a la irrupción de las instituciones por parte de una organización delincuencial encabezada por la Presidencia de la República y su poderoso brazo armado.
El crimen organizado no puede actuar sin la complacencia de las policías, llámese municipales, estatales o federales. A la casa de Abarca Velázquez acudían a comer tanto el responsable del 27 batallón de Infantería de Iguala de la Independencia, como el delegado de la PGR, destacamentados en la ciudad tamarindera, además de funcionarios federales, estatales y municipales, y no se diga de diputados federales, locales y senadores de diferentes partidos políticos. Muchos de ellos le brindaron protección. Por eso la Presidencia de la República se opone a que una Comisión independiente nombrada por la cámara de diputados se encargue de las investigaciones ante la desconfianza a la PGR. Todo lo está llevando a cabo el cansado Jesús Murillo Karam, el abogado de Peña Nieto, durante la impugnación de la elección presidencial.
La orden de la Presidencia a los diputados del PRI fue tajante; no al nombramiento de una comisión independiente que investigara los crímenes de los normalistas. No quieren que se sepa la verdad. Le están apostando al desgaste, le están apostando a que los normalistas pierdan la cabeza y maten a un ciudadano para arremeter en contra de ellos y pulverizar el movimiento nacional de protesta.
A Salvador Rogelio Ortega Martínez no le interesa buscar a los normalistas. Fue colocado en ese lugar para administrar los tiempos electorales. Es un vulgar títere de la Presidencia de la República, del PRI y el PRD.
El no castigo a los autores materiales e intelectuales, así como el que no se sepa el móvil de los crímenes de los normalistas, es un pacto establecido por la dirigencia del PRD encabezada por “Los Chuchos” y el gobierno federal. A los corruptos Jesús Zambrano, Jesús Ortega, Carlos Navarrete, Guadalupe Acosta Naranjo y Graco Ramírez, no les importa lo que pase con el PRD. Ellos ya forman parte de la derecha, forman parte del PRI. Eso se estableció en el “Pacto por México”.
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