PRINCIPAL DE PRIMERA PLANA
La falsa reconstrucción;
eternidad en el martirio
Texto y fotos:Jonathan Cuevas.--No ha transcurrido un año. Para las familias damnificadas ha pasado una eternidad en el martirio que ha ido de la mano con la indolencia gubernamental.
La Pintada fue reconstruida y se ha convertido en el mayor logro del gobierno federal. Ese pueblo sierreño de la Costa Grande de Guerrero aparece en todo el Estado en gigantescas mantas que muestran sus coloridas casas. Las imágenes buscan quitar de la memoria de la gente aquel alud de tierra que aplastó la mitad del pueblo y provocó decenas de muertes.
Es todo el avance que se ha tenido desde aquellos tres días grises. El 14, 15 y 16 de septiembre del año 2013 gran parte de Guerrero se inundó. Ninguna de las siete regiones quedó exenta.
Ninguno de los tres niveles de gobierno en los 81 municipios del estado se atrevió a advertir del fuerte temporal que se acercaba. Un día antes, el 13, la más alta clase política de Guerrero convivía después de celebrar la sesión solemne con motivo del 200 aniversario de la instalación del Primer Congreso de Anáhuac. Era una gran fecha de bicentenario donde se lanzaron a los cuatro vientos los mejores discursos políticos y los Sentimientos de la Nación.
Esa noche empezó la lluvia y una fotografía circuló en redes sociales donde se observaba a los gobernantes de esta entidad, conviviendo en una mesa redonda. “El gobernador bebía y bebía”; informó días después una revista nacional.
El recuento…
El 15 de septiembre no hubo desfiles, el 16 se canceló el tradicional grito de independencia en la mayoría de los municipios. No eran tiempos para festejar. Era una desgracia nacional y a decenas de familias las embargaba el luto.
Lo que informaban los medios de comunicación era basado en el llanto, el dolor, la tragedia, el olvido y la muerte.
En aquel septiembre, las siete regiones del Estado de Guerrero se vieron devastadas por la depresión tropical “Manuel” y el Huracán “Ingrid”, dejando a su paso muerte y un sinnúmero de familias que perdieron su patrimonio, además de graves afectaciones a la infraestructura de municipios y carreteras.
Según el reporte que emitió Protección Civil Estatal la noche de aquel domingo 15 de septiembre del 2013, se contabilizaban luego de más de 50 horas de lluvia continua; 21 muertos, 11 ríos desbordados, 2 mil viviendas afectadas y cientos de damnificados. La tragedia en realidad era mucho mayor.
De acuerdo a los reportes en redes sociales, las ciudades de Acapulco, Chilpancingo, Atoyac, Tlapa, Iguala, San Jerónimo, Tixtla, Zumpango y diversas comunidades de Chilapa, Huamuxtitlán, Heliodoro Castillo, Mártir de Cuilapan, Pungarabato y Coyuca de Catalán eran las más afectadas. Hacía falta que se dieran a conocer los pueblos de la sierra y montaña donde no tenían acceso a internet y estaban totalmente incomunicados.
En Acapulco, Chilpancingo y Atoyac, las afectaciones se mostraban incalculables hasta ese momento que eran los puntos más visibles para las autoridades. El número de damnificados no había podido concretarse debido a que las lluvias seguían cayendo y las afectaciones continuaban creciendo.
De acuerdo al reporte del gobierno del Estado, serían 40 municipios los afectados por las lluvias, mismos que “estaban siendo atendidos por los tres niveles de gobierno”. En su mayoría, las vías carreteras estaban devastadas y continuaban miles de automovilistas atorados sin comida o bebida.
Varias familias caminaron kilómetros para cruzar de un municipio a otro y encontrarse con sus seres queridos. Todo era un caos.
La Comisión Nacional del Agua (Conagua) reportaba que todas las presas del Estado estaban al 90 por ciento de su capacidad, sin embargo, en el transcurso de esos tres días varias rebasaron su límite. Los ríos se desbordaban por doquier. Arrastraban animales, muebles, casas y gente.
En la capital, la represa “Cerrito Rico” empezó a desfogar “de forma controlada” desde la mañana del domingo 15, tiempo en que el río ya había desgraciado a decenas de familias. Lo que nunca reconocieron las autoridades es que la presa se había desbordado.
En la región de la Tierra Caliente, el río Balsas se desbordó dejando casas inundadas en Coyuca de Catalán, Ciudad Altamirano, Tlapehuala y Ajuchitlán del Progreso, mientras que campesinos reportaron pérdidas importantes en cuanto a sus cosechas.
El puente Miguel Alemán de Coyuca de Catalán quedó hecho pedazos y meses después reconstruido por el gobierno federal. En su inauguración apareció el presidente de la República Enrique Peña Nieto quien nada dijo de las miles de familias que continuaban incomunicadas o que tenían que cruzar en lancha de un pueblo a otro, a falta de más puentes. La situación allá continúa así.
Otros reportes indicaron que Tlacoapa, en la Montaña, fue desalojada luego de que se consideró que había peligro de inundación total. Y es que el río se había elevado demasiado hasta la tarde de aquel domingo, por lo que incluso se temía que el puente se colapsara.
En Tlatlauquitepec, Huamuxtitlán, los pobladores reportaron que las lluvias habían acabado con gran parte de las cosechas, por lo que pidieron ayuda de las autoridades.
En comunidades de Quechultenango y Chichihualco, así como en Yextla, se registraron fuertes afectaciones que van desde inundaciones hasta la pérdida del patrimonio de varias familias, incluidas las cosechas.
En Coyuca de Benítez y San Jerónimo se denunció el colapso de dos puentes de gran importancia, mientras que en la región norte del estado, los 16 municipios fueron golpeados por las lluvias.
Usuarios del Facebook reportaron que el río San Juan en Iguala estaba a punto de desbordarse hasta la tarde de este domingo, también denunciaron omisión del presidente José Luis Abarca Velásquez.
Las carreteras Iguala-Chilpancingo, Tetipac-Pilcaya, Cuernavaca-Chilpancingo, Acapulco-Chilpancingo, Coyuca-Acapulco, Chilpancingo-Quechultenango y muchas otras de la sierra y montaña eran las más afectadas.
En general, miles de familias decidieron abandonar sus casas, casi todas humildes. Se alejaron de las aguas pero observaron como el río se llevó sus patrimonios. Vehículos y casas por igual, fueron arrastrados.
La ayuda de las autoridades no llegaba en varios lados, pero el personal de Protección Civil del Estado y Municipios atendían otros llamados de la ciudadanía. Su capacidad fue rebasada.
El Ejército Mexicano, grupos empresariales y de rescate apoyaban como podían en el rescate de gente. A pesar de todo, se observó una hermandad entre los guerrerenses. Pero por otro lado, también sobresalía la rapiña. Los delincuentes se aprovechaban de la desgracia y saqueaban las casas.
Los albergues del gobierno fueron insuficientes y cientos de personas tuvieron que sobrevivir “a la buena de Dios” después de la contingencia.
Ante esta situación, el presidente de la República Enrique Peña Nieto emitió una declaratoria de emergencia “extraordinaria” en apoyo a la población. A partir de ese momento inició la reconstrucción de Guerrero.
Reconstrucción…
El gobierno federal anunció el Plan Nuevo Guerrero en el que se invertirían más de 30 mil millones de pesos de forma inmediata en el transcurso de un año; tiempo cumplido este 15 de septiembre del 2014.
La Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano (SEDATU) fue la principal encargada de la reconstrucción de viviendas. Pero no se priorizó a las familias. Se priorizó al turismo con el arreglo de puentes y carreteras, pero solo aquellos que dirigen a las ciudades más importantes. En la Montaña y la Sierra los caminos siguen devastados.
Los pueblos afectados, en su mayoría siguen sin la tan anhelada ayuda gubernamental que se centró en Acapulco, Atoyac y Chilpancingo. Pero ni siquiera en estos municipios las familias damnificadas tienen hoy un techo para vivir dignamente, a excepción de algunos contados casos.
Este domingo 14 de septiembre del 2014, un año después del inicio de la tormenta Manuel, SEDATU informó que de manera simultánea entregó 151 casas y mil tarjetas que contienen apoyos económicos para que familias de Tierra Caliente reparen los daños menores que sufrieron sus viviendas.
“De los inmuebles que se otorgaron esta mañana, 36 se adjudicaron en Tierra Caliente; 2 en zona norte; 36 en distintas comunidades de la zona de la montaña -Tlapa de Comonford, Zapotitlán Tablas, Tlacoapa y Atlamajalcingo del Monte-; 54 en Coyuca de Benitez, Costa Grande; 3 Quechultenango, en zona Centro, y 20 en Cacahutepec, Acapulco”; se indicó en un boletín de prensa sin fotografías.
El sábado se informó que el Gobierno Federal a través de la Secretaría de Desarrollo Agrario, Territorial y Urbano, entregó 92 viviendas a igual número de familias de Tierra Caliente, zona norte y Costa Chica, Guerrero.
Se dijo que con la adjudicación simultánea de 92 casas, 20 de ellas en Ajuchitlán, 11 en Changata, 20 en Sinahua, 15 en Tierra Blanca, 23 en Tepecuacuilco, (en las localidades de San Juan Tetelcingo 5, San Agustín Oapan 15 y San Miguel Tecuixipan 3), y 3 en Costa Chica, sumaban mil 219 viviendas entregadas en el transcurso del año.
En este informe a medios de comunicación se enviaron tres fotografías de viviendas donde no se observaba ningún acto de entrega de viviendas, solo se decía en el texto.
Contando las de este domingo, sumarían en total mil 360 casas de más de once mil que se tienen que entregar de acuerdo a las cifras oficiales, sin contar a decenas de familias que no entraron en el proceso de reubicación y reconstrucción de viviendas pese a que lo perdieron todo.
“Se espera que para el 16 de septiembre se tengan terminadas poco más de dos mil 500 viviendas”, destacó el boletín de SEDATU.
En Chilpancingo no se ha entregado una sola vivienda hasta este 14 de septiembre y, según la promesa de las autoridades, este lunes 15 se entregarían las primeras 250 casas construidas en el predio El Mirador, aunque en los hechos no se ve que puedan cumplir con ese número.
Pero no solo es Chilpancingo. Pungarabato, Coyuca de Catalán, Tepecoacuilco, Mártir de Cuilapan, Coyuca de Benítez, Tecpan de Galeana, Ometepec, Tlacoapa, Tixtla, Cochoapa, Metlatónoc, Atoyac y hasta Acapulco, así como muchos otros municipios viven situaciones similares.
Al final, aunque el gobierno federal presume un avance del más de 60 por ciento en la reconstrucción, miles de familias guerrerenses que viven en las zonas devastadas y que sienten en verdad su tragedia, dicen lo contrario: “no hay reconstrucción”. (Agencia Periodística de Investigación)
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