POEMA
Pecado capital
Esteban Mendoza Ramos
Peleo con la ira hasta dejarla descolorida
Desvanecida
Sin ganas de seguir luchando
Exhausta jala el resuello profundo
Con la mirada perdida
Busca un asidero vivo
Sacude toda su intensidad y ataca de nuevo
Se desliza entre motivos y razonamientos
Arranca una burbuja de adrenalina roja,
Explota en medio de los sentidos
Ya está de nuevo en el campo de batalla
Espada y escudo relampagueantes
Mirando a su alrededor
Prepara el golpe mortal
El terreno fértil está abonado
Al acecho del momento
El asalto final
Ahí viene
El hombre y la mujer durmieron juntos
En cada lado del abismo
del tiempo juntos
Caras serias al despertar
Buena señal para la ira
Vamos a ver a María
No, iremos a visitar a juan
Las flechas y las lanzas se estrellaban todas en el pecho
Los rostros monstruosos huían del espejo cercano
Temor inmenso al infarto
La calma cayó hecha pedazos
Los minutos de vida
Repletos de signos de muerte
Envueltos en recuerdos de agonía
El Sabath sagrado
Puerta del infierno
No hubo vencedor ni vencido
Sólo dos cuerpos abatidos
Energía inútil, canción maldita
De tanto repetirla, de tanto llorar en seco
Los días y las noches frescas
Un sueño en la madrugada
Patria eterna del delirio amoroso
De la mano tibia acariciada
Del dulce sabor a tierra mojada
Mientras lees,
Sonríe, canta, arroja dardos de ternura
¿La ira? No te preocupes
se muere con una carcajada
Desvanecida
Sin ganas de seguir luchando
Exhausta jala el resuello profundo
Con la mirada perdida
Busca un asidero vivo
Sacude toda su intensidad y ataca de nuevo
Se desliza entre motivos y razonamientos
Arranca una burbuja de adrenalina roja,
Explota en medio de los sentidos
Ya está de nuevo en el campo de batalla
Espada y escudo relampagueantes
Mirando a su alrededor
Prepara el golpe mortal
El terreno fértil está abonado
Al acecho del momento
El asalto final
Ahí viene
El hombre y la mujer durmieron juntos
En cada lado del abismo
del tiempo juntos
Caras serias al despertar
Buena señal para la ira
Vamos a ver a María
No, iremos a visitar a juan
Las flechas y las lanzas se estrellaban todas en el pecho
Los rostros monstruosos huían del espejo cercano
Temor inmenso al infarto
La calma cayó hecha pedazos
Los minutos de vida
Repletos de signos de muerte
Envueltos en recuerdos de agonía
El Sabath sagrado
Puerta del infierno
No hubo vencedor ni vencido
Sólo dos cuerpos abatidos
Energía inútil, canción maldita
De tanto repetirla, de tanto llorar en seco
Los días y las noches frescas
Un sueño en la madrugada
Patria eterna del delirio amoroso
De la mano tibia acariciada
Del dulce sabor a tierra mojada
Mientras lees,
Sonríe, canta, arroja dardos de ternura
¿La ira? No te preocupes
se muere con una carcajada
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