COLUMNA

Lectura Política

Noé Mondragón Norato

 Los tiempos agotados para Mazón

Al secretario de Salud, el aun perredista Lázaro Mazón Alonso, le comienza a llover fuerte en su milpita. Y aquí la situación se explica fácilmente: o el funcionario de la tribu Nueva Izquierda (NI) no atiende los tiempos y, en consecuencia, es un mal político. O en su defecto, asume contar con la suficiente fuerza política como para desafiar las decisiones del gobierno estatal que van encaminadas a exigirle sutilmente, su renuncia al cargo que detenta. En cierto modo, Mazón Alonso se está quedando sin canchas firmes que jugar, no solo en el PRD, sino también en el gobierno estatal. El apagón de su estrella política en ambos lados se liga sin dificultad, a su destape reciente como candidato de partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) al gobierno de la entidad, un instituto que apenas ayer, acaba de recibir su registro por parte del Instituto Nacional Electoral (INE). Como sea, las presiones políticas para Mazón han arreciado. Y solo él se niega a observarlas con firmeza y aplomo.

LOS TIEMPOS ACABADOS DE LÁZARO.- Desde que arribó como titular de Salud en la entidad, Lázaro Mazón infló la nómina de esa dependencia, contratando cientos de mozalbetes en cargos de confianza. Y ese fue justamente, uno de sus puntos vulnerables. Se lee así: A) Desde el pasado 10 de junio, el gobierno estatal a través del contralor y actual aspirante en el proceso de selección para designar al titular de la Auditoria General del Estado (AGE), Antonio Arredondo Aburto, envió un oficio a la subdirección de Recursos Humanos de la Secretaría de Salud, en el cual advierte que “los 998 contratos de personal eventual administrativo, autorizados en el ejercicio 2011 y 2012, no atienden las necesidades médicas del sector salud”. El oficio demanda que “a partir de la fecha no se expida ningún tipo de contrato a personal administrativo dentro de ninguna unidad u oficina dependiente de esta Dependencia, mencionándole que será responsabilidad de los funcionarios el otorgar contratos administrativos, por lo que se procederá a aplicar las sanciones correspondientes”. Mazón no hizo mucho caso a lo anterior. Y siguió actuando como si no pasara nada.  Estiró la cuerda hasta el punto de casi romperla. B) Ya ungido como candidato a gobernador por el Morena, pero sin intenciones de renunciar a su encargo como secretario de Salud, Mazón Alonso evaluó que podía seguir chiflando y comiendo pinole. Fue entonces cuando aparecieron otras señales, imposibles de esquivarse: la filtración sobre un presumible desvío de recursos en esa dependencia, por la bicoca de 54 millones de pesos. Y el oneroso salario que el funcionario estatal cobra en la misma: 145 mil pesos mensuales. Pero sobre todo, la existencia de “aviadores”, una situación anómala reconocida incluso, por la dirigente del sindicato de la Secretaría de Salud, Beatriz Vélez Núñez, quien defendió de algún modo, al actual titular de Salud. C) A la denuncia que los exhibió, tanto Mazón Alonso como varios de sus incondicionales, la evaluaron como parte de la guerra sucia orientada a “desprestigiar el trabajo del doctor Lázaro, golpearnos políticamente”, asumió Mauricio González Razo, ex titular de la Jurisdicción sanitaria 2 de la región Norte. Incluso, llegó al disparate de “invitar a la sociedad a que investigue los presupuestos”. Es decir, admitió que los órganos fiscalizadores y el Instituto de Transparencia estatales, no sirven. Y que ahora los ciudadanos comunes deben tomar su lugar. Una absoluta y total aberración. Ausencia de tino político para declarar. Como sea, Mazón Alonso está obligado por ética y profesionalismo político, a presentar su renuncia a la Secretaría de Salud. Y, consecuente con su designación como candidato a gobernador por el Morena –quien ya obtuvo su registro como partido político-, hacer lo propio con su militancia perredista. O esa incongruencia y malsana obstinación, se medirá de la única forma que opera en el terreno político: con un prematuro y profundo desgaste político. Lo cual hará que deflagre irremediablemente en su trayecto a la contienda por el gobierno estatal. Los tiempos políticos de ese funcionario igualteco, se acortaron notablemente. Lo están cercando. Y lejos de operar con astucia política a fin de neutralizarlos, aparece descanchado y confundido. A la defensiva y sin una estrategia visible para contener los escenarios de desastre. En su propio detrimento político. Y también, de todos sus epígonos.
HOJEADAS DE PÁGINAS…El rector de la UAG, Javier Saldaña Almazán, exalta “los acuerdos de caballeros” con los contendientes opositores durante la pasada elección del 27 de mayo que renovó las direcciones de las distintas Unidades Académicas. Pero se niega a entregar los nombramientos en las subdirecciones que por derecho, les corresponden. Su palabra de “caballero” se desploma fácilmente ante la terquedad de las evidencias: es un personaje que no cumple con su palabra. Ni con sus acuerdos. Y eso no legitima su falsa pose de caballero. 
dragonato@hotmail.com

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