COLUMNA
Cosmos
Héctor Contreras Organista
Estamos a pocas horas de arribar al 7 de junio, “Día de la Libertad de Expresión” que se comenzó a celebrar en la ciudad de México durante el gobierno de Miguel Alemán y se extendió rápidamente a todo el país.
El llamado Día del Periodista “nació” en Chilpancingo también en esa época debido a que el 4 de enero se festeja el nacimiento del Sindicato Nacional de Redactores de las Prensa y en todos lados se olvidaron del SNRP, actualmente, en términos generales es “Día del Periodista”.
Así como sucedía en la ciudad de México cada 7 de junio, que los diaristas se reunían a comer con el presidente en el DF, los informadores locales compartían esa fecha -y también el 4 de enero de cada año- “el pan y la sal”, los mariscos, los chilaquiles, los frijoles y las cervezas en con el gobernador y después con el presidente municipal, ¡Claro: Cuando no eran tan muertos de hambre!
En el DF, al parecer, el inicio del comelitón presidencial con los periodistas lo inició el coronel José García Valseca, dueño y editor de “El Sol de México” y “Esto”, entendiéndose que era una especie de acercamiento entre el llamado “4° Poder” con el gobierno federal y acudían los editores y directivos de los pocos periódicos y revistas de la capital del país.
El único periodista que jamás asistió a esos saraos fue el dignísimo, ejemplar y excelso maestro periodista don José Pagés Llergo (por obvias razones históricas) editor y director de la revista “Siempre!” (la insuperable Presencia respetable de la prensa que ha habido en el país).
La lucha del periodismo en México como en todo el mundo, ha sido invariablemente la exigencia del respeto a la Libertad de Expresión debido no sólo a los excesos sino a los abusos que gobernantes de cualquier parte han acometido contra los hacedores de la prensa, de la radiofónica, de la televisiva y ahora de los modernos medios de comunicación.
Asesinatos, encarcelamiento, golpizas, amenazas, hostigamiento, persecuciones, desprecio, omisión, rechazo, violencia, todo lo que uno pueda imaginar que se produce en la mente criminal lo han ejercido los poderosos en contra del periodista. La intención: ¡Callarlo!, silenciarlo, desaparecerlo, matarlo.
Hace 30 años, por ejemplo, el 30 de mayo de 1984, fue asesinado en la ciudad de México el periodista Manuel Buendía Tellezgirón. Una de las plumas más dignas, más prestigiadas, más leídas y más reconocidas en el mundo como ícono de la libertad de expresión. “Red Privada”, fue la columna que se publicaba en ese entonces en “Excélsior” y a balazos se silenció.
Desde siempre ha sido larga, muy larga la lista de periodistas asesinados. En Guerrero Juan R. Escudero y Eusebio S. Almonte fueron víctimas de la bestia quien jamás comulgará con Voltaire: “Podré no estar de acuerdo con lo que digas, pero defenderé hasta con la muerte tu derecho a decirlo”… Descansen en paz Rodrigo Huerta Pegueros y Jorge Torres Palacios.
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