ARTÍCULO

La Virgen de Guadalupe
 y el fervor nacional

Cesar González Guerrero
En memoria del maestro Juan Alarcón Hernández (qepd), apreciado amigo de mi padre, el señor Santa Cruz González Cortés que, sin duda, tendrán un encuentro fraterno en la eternidad, al igual que en vida compartieron experiencias como ex presidentes municipales de Chilpancingo y Copala, respectivamente, durante el gobierno de Rubén Figueroa Figueroa.

Agradezco a mi amigo Javier Francisco la oportunidad de colaborar en su prestigiado periódico.
 La Virgen de Guadalupe, aparecida hasta en cuatro ocasiones al indígena Juan Diego, en el año de 1531, hace aproximadamente 482 años, en el Cerro de el Tepeyac de la Ciudad de México, D.F., es un hecho histórico de gran trascendencia para los mexicanos que, coincidentemente se presenta 10 años después de la llegada de los españoles, y la conquista de Hernán de Cortes, entre 1519 y 1521.
Los mexicanos, y se puede decir que todos los Americanos, a partir de ahí, encontramos en la Virgen del Tepeyac la imagen con mayor veneración en el mundo que, año con año se incrementa, con una serie de eventos realizados hasta en las comunidades con mayor marginación.
Se dice de la existencia del códice 1548, o también llamado Códice Guadalupe en donde se demuestra la existencia, no tan solo de Juan Diego, sino también de las apariciones de la Virgen de Guadalupe. Cierto o falso, la fe del pueblo acepta que la Virgen de Guadalupe es la madre de Dios y de los mexicanos.
Las virtudes de nuestros compatriotas: fe, esperanza, caridad, su mortificación y su amor al prójimo, hacen de la debilidad humana una gran fortaleza. Transforman las tristezas en alegrías y, lo más importante, obtienen el valor para seguir adelante.
Así, se observa como los pobres y las clases medias, se entregan en cuerpo y alma, a estas celebraciones. No importan las inclemencias del clima; tampoco existen limitaciones físicas o económicas para compartir el amor a la Virgen de Guadalupe
En las lejanas comunidades, llegar a una capilla para adorar la imagen de la Virgen es como llegar a la Villa de Guadalupe en la ciudad de México. Para quienes viven en las grandes zonas urbanas, llegar a las iglesias o catedrales es como si llegaran a la Basílica de Guadalupe. Sin embargo, hay quienes tienen la fortuna, y las posibilidades, para llegar a celebrar esta fecha en la propia Basílica de San Pedro en la Ciudad del Vaticano, en Roma.
Los mexicanos radicados fuera del país, de igual manera, convierten esta celebración en una fiesta que unifica y conforta el sentimiento nacionalista. Sin duda, nuestra identidad está plenamente vinculada con la Virgen de Guadalupe.
La Virgen de Guadalupe, madre de Jesús, aparece actualmente, en todas partes y forma diversas, como una imagen que se ha comercializado y se puede adquirir en medallas, llaveros, camisetas, encendedores, tarjetas, artesanías populares, etc. todas con una marcada inclinación, exclusivamente espiritual, de ahí el auge comercial del doce de diciembre. Es evidente que, a mayor índice de pobreza, se incrementa la fe.
La crisis económica conforma la fuerza de voluntad del ser humano, y esta a su vez, se refleja como la herencia de quienes  conquistaron el territorio americano en 1521, expresadas en sus dos formas: militar y espiritual.
Las peregrinaciones populares, carreras, misas, rezos, novenarios, en su gran mayoría son actividades promovidas por patrones, trabajadores, empleados, subempleados y desempleados. En gran parte por las mujeres y los jóvenes. Algunos para agradecer los favores logrados y otros para solicitar el amparo y la ayuda de la madre de Dios, para lograr mejoras en sus niveles de bienestar social, inclusive problemas de salud. El peso de estas acciones recae en los llamados Mayordomos.
En esta inmensa fe es sorprendente observar el alto espíritu de lucha, superación y solidaridad. Toda la familia, todos los amigos, la mayoría del pueblo se une para que la celebración cada año sea mejor y son los niños quienes van recibiendo esta tradición para mantener viva la fe en un poder supremo.
Es importante destacar que la imagen de la Virgen de Guadalupe, utilizada en 1810 por el cura Miguel Hidalgo y Costilla, en la lucha por la independencia de México, nos recuerda a los mexicanos que ha sido y será la guía de las mayorías marginadas, motivo por el cual nunca se podrá evitar su veneración.
Hagamos de nuestra fe y tradición, el símbolo de la unidad y solidaridad con aquellos que menos tienen, material y económicamente hablando, pero que tienen más calidad moral que aquellos grupos minoritarios que viven de la explotación, la deshonestidad y la irresponsabilidad.
Deseo una Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo 2014 a las familias guerrerenses. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

𝗛𝗮𝘀𝘁𝗮 𝟯 𝗵𝗼𝗿𝗮𝘀 𝗮 𝗖𝗵𝗶𝗹𝗮𝗽𝗮

𝗗𝗲𝗷𝗮𝗿𝗼𝗻 𝗱𝗶𝗻𝗲𝗿𝗼 𝗮 𝗡𝗼𝗿𝗺𝗮 𝗢𝘁𝗶𝗹𝗶𝗮

𝗗𝗲𝗷𝗮𝗿𝗼𝗻 𝗱𝗶𝗻𝗲𝗿𝗼 𝗮 𝗡𝗼𝗿𝗺𝗮 𝗢𝘁𝗶𝗹𝗶𝗮