COLUMNA
Cosmos
Héctor Contreras Organista
La virgen de la Asunción de 1813, ¿existe?
-Primera Parte-
¿Será o no la original? Hace más de 200 años comenzó a ser la Patrona de la grey católica de Chilpancingo. La duda inquieta: ¿será la virgen que presidió el Primer Congreso de Anáhuac?
¿Habrá quien asegure: «Es»… O que diga: «No es»? Los vecinos, desde siempre
la han venerado. ¿Por qué tendría que estar en un domicilio particular y no en la iglesia de la Asunción?
Asunto muy interesante para el 15 de agosto (Día de la Virgen de la Asunción) y el 13 de septiembre (celebración de los 200 años de la instalación del Primer Congreso del Anáhuac).
La posibilidad de que se trate de la santísima virgen de la Asunción de los años de 1800, vaga a través de los tiempos debido a que entre los vecinos de Chilpancingo se ha conservado de generación en generación la versión de que la virgen que presidió el Primer Congreso de Anáhuac (lunes 13 de septiembre de 1813), existe y se le sigue festejando.
Obviamente, no se trata de la virgen que todos conocemos desde hace años y que está colocada en el altar mayor de la ahora catedral de Chilpancingo y que se rumora fue adquirida por don Leopoldo Díaz Escudero, obispo de Chilapa y bendecida en ese lugar en 1930. A lo mejor esa virgen data de muchos años atrás. Está por confirmarse su origen con documentos.
A 200 años del acontecimiento histórico más importante de México, con la instalación del Primer Congreso de Anáhuac por parte del cura José María Morelos y Pavón en la iglesia de la Asunción de María, la virgen que se encontraba en el altar mayor era, en opinión de algunos vecinos de Chilpancingo, la que aún perdura en un domicilio particular, prácticamente en el centro de la capital del estado de Guerrero y, para mayor precisión, en el barrio de san Antonio.
Recopilando información aquí y allá entre la gente mayor nacida en Chilpancingo encontramos algunas sorprendentes coincidencias sobre el posible paradero de la virgen.
Fue a la virgen de la Asunción a la que don José María Morelos y Pavón veneró y terminando los trabajos del Congreso del Anáhuac le dijo: «Madre, si hemos hecho mal, perdónanos y si bien, bendícenos».
La virgen localizada es de madera. Está colocada sobre una mesa que hace las veces de altar. Debido a su deteriorado estado se le sujetó con un amarre, en previsión de evitar su caída debido a los frecuentes temblores de tierra o «sismos», como ahora se le dice a los temblores. Es de bulto. De altura debe tener un metro y medio, aproximadamente. Se le ve vestida con una túnica blanca de tela fina y ceñida la cintura por un cordón blanco. Hay un padrino que anualmente la viste.
De la espalda hasta los pies está cubierta con una capa transparente bordada con hilo dorado. Los bordes lo son también dorados, pero estos lucen a manera de cinta resaltada. Lleva aretes y medalla de bisutería al cuello. Del mismo material luce corona de pedrería y tiene la mano izquierda a la altura del pecho. Su rostro expresa ternura y eleva una mirada dulce y enternecedora, expresión que invita a la tranquilidad.
Quien la haya hecho, labrado y pintado, debió haber sido un gran artista, sin embargo hay en los rasgos del labrado algunos tallados rústicos. Pese a ello es bella, muy propia para haber sido la patrona de Chilpancingo en los años que Morelos estuvo aquí.
Odilón, el jefe de la familia propietaria de la virgen y quien nos recibió con suma amabilidad en su hogar dijo la virgen está en casa desde antes que él naciera (1945).
El cómo llegó a su domicilio, lo ignora. Pero recordó que desde edad temprana vivió la algarabía de las enormes fiestas que cada 14 de agosto, la víspera del día de la virgen, se celebraban en casa.
A su domicilio llegaban peregrinaciones de todos los barrios de Chilpancingo.
Traían consigo arcos de cuchara de sotol, de carrizo y se colocaban palmas de dátil en la puerta de la casa, tronaban cohetes de china y de varilla, había rezos durante la velada, se quemaba copal santo en los sahumerios y se oía tocar toda la noche al «chile frito».
Era una fiesta religiosa muy importante que culminaba con el ofrecimiento de sendas cazuelas de pozole para todos los asistentes por parte de la familia anfitriona, sobre todo por la mamá de Odilón a quien le gustó disfrutar la visita de sus paisanos para rendir pleitesía a la virgen de la Asunción, frente a la que hicimos la entrevista.
La virgen, localizada en el barrio de san Antonio no tiene, desafortunadamente, ninguna inscripción que indique quién fue su escultor o fecha alguna que cite cuándo se hizo o de dónde se trajo. Odilón tampoco tuvo la curiosidad para preguntar nada a sus antepasados.
«Lo que sí sé –nos dijo- es que la virgen es una herencia de mis antepasados. Nosotros seguimos la tradición. Cada 14 de agosto recibimos a los devotos de la virgen de la Asunción aquí en la casa y también, como lo hizo mi mamá muchos años, les obsequiamos pozole, cafecito y refrescos durante la velada».
Lo que a estas alturas preocupa es su alto estado de deterioro. En la entrevista que publicaremos el día de mañana, daremos todos los detalles al respecto.
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