COLUMNA



Entre víboras te veas

Apolinar Castrejón Marino  

Cierto oficinista, salía de su casa rumbo a su trabajo y en la calle se encontró con una vecina, quien le dijo en tono coloquial: 
-Buenos días vecino ¿ya se va usted a la chamba? 
A lo que el oficinista le contestó: 
-Buenos días vecina. No voy a hacer ninguna «chamba». Me voy al trabajo, porque yo si hago bien mis actividades laborales, y me esmero con cumplir con mis obligaciones.
En México hasta tenemos esta expresión para referirnos al trabajo mal hecho, lo llamamos «chamba». Es cierto que en el ámbito laboral  se palpa la escasa productividad, el abuso de los patrones, y también abusos de los trabajadores.

Todos podemos percatarnos de los vicios de la corrupción de las empresas, de los patrones y de los sindicatos, pero también podemos percatarnos que los trabajadores no se preocupan lo mínimo por hacer bien su trabajo. Por todo esto, parece necesaria una reforma laboral en México. 
Si ve usted una víbora en el corredor de su casa, seguramente entrará en pánico y no sabrá qué hacer, y luego si ve que se escapa hacia las habitaciones, es lógico que quede invadido de zozobra, pero no hay nada que pueda hacer. La única certidumbre que tenemos es que de las víboras, no podemos esperar nada bueno.
Tal sentimiento de impotencia, es similar para quienes saben que los políticos, las instituciones y las autoridades, un día nos harán un daño mortal. Porque los ciudadanos comunes y corrientes, los que trabajamos, producimos, y pagamos nuestros impuestos, somos en extremo vulnerables a las leyes, y a las disposiciones de los mandatarios en turno.
No hay ley, iniciativa o acción gubernamental que realmente sea en nuestro beneficio. ¿Por qué cree usted que hay tantos programas «de apoyo»: a los ancianos, a las madres solteras y a los «ninis»; pues porque son magníficas oportunidades para manejar tal presupuesto… y quedarse con una buena parte.
Así, el tema de la Reforma Laboral está rodeado de grandes dosis de «sospechosismo». Y todo se complica doblemente por la supina ignorancia de los trabajadores, sumada a la proliferación de mensajes catastrofistas que manejan retorcidamente los manipuladores gremiales y los «líderes históricos».
Según el experto en derecho laboral, Manuel Porras México, la mayoría de los despidos en México están motivados por la ineficacia del empleado, y no son fáciles de solucionar por vía judicial, y así ha sido siempre. «En México los trabajadores tienen casi todas las posibilidades de ganar un juicio».
Porras impartió un seminario organizado por Quality Training, en el cual trató sobre como despedir en el marco de la ley. Ahí opinó que muchos de los trabajadores son despedidos porque «crean antigüedad, pero contaminan el ambiente», por lo que no interesa conservarlos.
Cuando habló de la reforma laboral fue categórico. Ningún gobierno hará leyes que atenten contra la economía, ni contra la planta productiva, ni contra el «sagrado principio de dominación». Toda reforma está encaminada a asegurar el bienestar de la clase alta…. y de los que «se cuelgan de ella».
Entonces ¿»Quien podrá defendernos»? ¡Pues nadie! Y menos esos líderes charros que ya revolvieron los intereses de los trabajadores de la educación, con los intereses de las trabajadores domésticas y hasta de los jóvenes. ¿Se imagina que los jóvenes desempleados tengan que preocuparse por las horas de trabajo, o por las condiciones de jubilación? 
Desde luego, lo primero que deberán hacer es conseguir un trabajo. Si están muy escandalizados por la injerencia del gobierno «en la vida interna de los sindicatos», ha de ser porque tienen algo que ocultar. Y si no quieren evaluarse, pues seguramente será porque saben que serán «tronados como ejotes». 

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