ARTICULO


La riqueza de la vida 


 Apolinar Castrejón Marino


Un mendigo se llegó a la casa del zapatero del pueblo y le dijo:
- Buen hombre, mira mis huaraches, están rotas de tanto que he caminado ¿Me harías el favor de remendarlas? He de decirte que no tengo dinero para pagarte.
Entonces el zapatero le dijo ¿Pues qué crees que yo no tengo necesidades, y que solo trabajo por gusto?
- Entonces el mendigo, le dijo: Pero yo puedo darte todo lo que tú necesites. 

Con un tono de burla y reproche, el zapatero le dijo al mendigo.
- ¿Tú puedes darme el millón de pesos que yo necesito para ser feliz?
El mendigo le contestó así.
- Yo puedo darte todo eso y más…. pero a cambio de algo.
Entonces el zapatero dijo en tono de reto.
- ¿Cómo qué?
Y el mendigo le dijo.
- Te doy un millón de pesos a cambio de tus piernas.
El zapatero replicó de inmediato.
- ¿Y para qué voy a querer el millón de pesos si no voy a poder caminar?
Entonces el mendigo le ofreció.
- Te doy un millón de dólares, por tus brazos.
El zapatero le contestó de inmediato.
- ¿Para qué voy a querer ese montón de dólares, si ni siquiera voy a poder comer por mí mismo?
Como para finalizar esta disputa, el mendigo ofreció al zapatero.
- Te voy a dar 100 millones de dólares a cambio de tuso ojos.
En tono de indignación, el zapatero reprochó al mendigo.
- Pero hombre ¡Para que voy a querer esa fortuna, si no voy a poder ver a mi mujer, a mis hijos, y no voy a poder ver la inmensidad del océano, o el verdor de la pradera!
A lo cual el mendigo le dijo en tono mesurado.
- Hermano mío creo que aún no te das cuenta de lo inmensamente rico que eres.
La percepción generalizada de la gente, es que tenemos ahora un año nuevecito, que podemos moldear a nuestra voluntad y conveniencia. Si tal cosa es cierta, podemos aprovechar para reunir nuestras fuerzas y toda la ilusión para comenzar a hacer lo mejor de nuestra vida. 
Pero lo mejor es que alguien pueda decir: «Desde hoy, todo será distinto en mi hogar, les demostraré a mi pareja y a mi familia todo el amor que les tengo. Seré mejor padre o madre, hermano o hermana. Y hasta seré buen vecino o compañero de cuarto».
 Me voy a arrancar ese egoísmo que tantos males me ha provocado. Seré también distinto en mi trabajo, no porque vaya a cambiar de trabajo, sino de humor. Incluso voy a desempolvar mi fe, esa fe arrumbada y llena de polvo, voy a poner un poco más de oración, de cielo azul, de aire puro en mi jornada diaria. Ya me harté de vivir como he vivido, de ser vanidoso, tracalero y murmurador.  
«Quiero algo diferente, voy a comenzar bien, así será más fácil seguir bien y terminar bien. Quizá el año pasado no fue mi mejor año, me dejó un mal sabor de boca; éste va a ser distinto, quiero que así sea, es un deseo, es un propósito, y no lo voy a echar a perder. Tengo otra oportunidad que no voy a desperdiciar, porque la vida es demasiado breve».  

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