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Air Show, ¿Puso en riesgo 
la seguridad nacional?
Yeshica Melo de Mojica


 Luego de una lectura entre líneas de las declaraciones vertidas en torno a la cancelación del espectáculo Air Show 2012, y de algunos hechos vinculados a la misma, no queda ni asomo de duda de que la causa de tal desaguisado tiene un nombre, harto conocido, por cierto: Felipe Calderón Hinojosa, quien oficialmente llevó a cabo en Guerrero su última gira presidencial el lunes 19 de noviembre.

Hay quien dice que el presidente estuvo no sólo ni solo ese día aquí, pues pasó el fin de semana largo en Acapulco acompañado de su familia.
Según esta versión, al presidente le importó un comino que su presencia en el puerto echara al bote de la basura el programa del espectáculo aéreo, porque, como es fácil comprender, las estrictas medidas de seguridad que lo rodean no pueden permitir que sobre su cabeza, ni sobre las cabezas de su familia, haya aviones haciendo piruetas y maniobras que podrían ser hipotéticamente peligrosas para la integridad física del jefe del Poder Ejecutivo.
O sea que, en realidad, seguramente fue una orden del todopoderoso Estado Mayor Presidencial, ejecutada por la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, la que dio al traste con el espectáculo que tantas esperanzas había despertado entre un amplio sector de los prestadores de servicios de Acapulco.
Por supuesto que nadie se iba a atrever a decirle al presidente que su presencia resultaba incómoda por perjudicial. Eso es comprensible. Por eso el gobernador tuvo que apechugar el desaguisado, tragar saliva –como se dice popularmente– y ordenar el traslado del espectáculo a las desoladas playas abiertas de la zona Diamante, más al sur de Puerto Marqués, donde, por supuesto, no tendría ni de lejos el efecto que se esperaba de él, como ha sido en las otras ocasiones, pero donde el riesgo hipotético de una desgracia es mucho menor.
Fue el presidente quien se pasó de insensible, pues bien pudo cambiar su decisión de vacacionar en este puerto en vez de dar la orden de acomodar el puerto a sus necesidades personales y familiares. ¿Es una herejía lo que acabo de escribir? Tal vez, pero el descalabro que ocasionó Calderón al municipio no es de poca monta.
Por suerte para quien esto escribe, el presidente de México ya no es el semidiós que fue hace apenas 24 años. Si esto lo hubiera escrito entonces, los esbirros de Miguel de la Madrid –el primer presidente neoliberal de México– ya estarían sobre mí y tal vez me estarían torturando en alguna fría mazmorra del Campo Militar número 1.
No, el presidente ya no es un semidiós, pero aun puede echarle a perder la vida a los ciudadanos.
Pero no otra cosa podría esperarse de Calderón, pues nunca tuvo empacho ni misericordia para hacerle daño a Acapulco. Primero se llevó el Tianguis Turístico, para lo cual aprovechó la corrupción de Manuel Añorve, que ya había permeado todo su gobierno municipal. Luego, esto.
En las fotos de su última gira por el estado, el gobernador se ve agobiado, como quien ya no sabe cómo decirle a su visitante ilustre que su presencia es incómoda, como quien ya no ve la hora de que éste se vaya.
Esta interpretación parece confirmada, entre líneas, por una versión extraoficial que dieron empleados de la SCT en este puerto, quienes confirman que la cancelación del espectáculo se debió a que al menos un avión del Air Show se salió del espacio que la dependencia autorizó, e hizo algunas evoluciones en la bahía de Acapulco y otras en Pie de la Cuesta. (El piloto debería estar agradecido de que no lo derribó un caza de la Fuerza Aérea Mexicana, así como se pusieron las cosas...).
Podría parecer una inocentada en circunstancias normales. Pero luego las fuentes anónimas indican que esa inocentada puso en riesgo la seguridad nacional.
Más claro ni el agua. ¿En qué circunstancia puede la inocentada de un piloto acrobático poner en riesgo la seguridad nacional? Que se estrelle contra un hotel o caiga en un centro comercial y mate a unos 30 ciudadanos no pone en riesgo la seguridad nacional, a menos que uno de esos ciudadanos sea el presidente de la República.
A los acapulqueños ya no nos queda ni el alivio de buscar el lado amable de la presencia presidencial, pues podríamos pensar que la elección que hizo el presidente al venir significa que la seguridad pública en el puerto mejora, pues –podríamos razonar– si Acapulco estuviera tan mal en ese rubro, el mandatario, el hombre mejor informado del país, el juicioso (y panista) padre de familia, con hijos menores de edad, tal vez habría elegido otro destino de playa.
Pero algo no concuerda con esa conclusión: el Departamento de Estado de Estados Unidos acaba, apenas este martes, de emitir una nueva alerta a los ciudadanos estadunidenses para que extremen sus precauciones al visitar este puerto. Les recomienda tomar la autopista del Sol sólo durante el día, y, ya en la ciudad, no alejarse más de dos cuadras de la Costera.
Triste la suerte nuestra.
Lic. Yeshica Melo de Mojica
enlaceconjessy@hotmail.com

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