ARTICULO
En decadencia las
corrientes del PRD
Alberto Mojica Mojica
La existencia de corrientes internas en los partidos políticos no es un fenómeno exclusivo del PRD. Esas expresiones están presentes no sólo en los partidos, en todos, sino en todas las organizaciones humanas.
Si en el Partido de la Revolución Democrática es muy evidente su existencia es por el nivel de perversión que han alcanzado debido a que ese instituto político es, para desgracia del pueblo de México, como el rey Midas de la fábula –quien convertía en oro todo lo que tocaba–, con una pequeña diferencia: todo lo que toca, se pudre.
Ejemplos hay muchos, además de la vida de las corrientes internas. Si, por ejemplo, hablamos de cuotas de género, que fueron ideadas como una forma de obligar a los partidos a promover la participación de las mujeres en la toma de decisiones, hay que decir que en el PRD se ideó la manera de burlar esta disposición y se inauguró la práctica de inscribir a un hombre como suplente de la candidata, para que, cuando ésta ganara la contienda electoral, inmediatamente solicitara licencia al cargo, para que el suplente ocupara su lugar.
Si nos referimos, también como ejemplo, a las diputaciones de representación proporcional –más conocidas como pluris–, ideadas para llevar a las cámaras de diputados y senadores a ciudadanos especializados en ámbitos específicos del saber humano (expertos en geopolítica, o en medicina genómica, o en ecología, o en religión, o en una larga lista de especialidades, a las eminencias grises de los partidos y de la sociedad, pues), para que su conocimiento diera luz al quehacer legislativo, hay que decir que en el PRD se ideó la manera de obtener provecho mezquino de este recurso, pues se utilizó para postular a las amantes, a los hijos, a las esposas o a los amigos, que de ese modo, igual que los sabios, no tenían por qué hacer campaña para alcanzar las altas tribunas del país.
Solo que, a diferencia de los sabios, éstos no aportarían luz alguna, ni lustre, al quehacer legislativo. Antes bien, se dedicarían a vivir del presupuesto público y a hacer ahorros para continuar una carrera dudosamente política, vacía de ideas, de propuestas y de intenciones.
Y así podríamos enumerar una larga lista de recursos y disposiciones de ley, concebidos para el beneficio de la nación, pero pervertidos por el vulgar afán de lucro de muchos perredistas.
Así que no deberíamos esperar mucho de las corrientes internas, como no sea una fratricida lucha por las posiciones políticas, por los cargos públicos, para medrar. ¿O qué pueden esperar las bases perredistas de una corriente dirigida por un político de dudosa calidad moral, a quien todo mundo vio en televisión embolsándose no sólo los fajos de billetes que le entregaba un empresario igual de corrupto, sino hasta las ligas?
Las corrientes del PRD bien pronto hallaron el modo de hacer vida partidista: repartiéndose las posiciones por cuotas, según la fuerza numérica de cada una de ellas. Si la corriente «A» demuestra que tiene más integrantes que la corriente «B», entonces le corresponden tantos cargos en la dirigencia y tantas candidaturas en las elecciones. Ésa es la democracia perredista.
Es obvio que ahora que Andrés Manuel López Obrador, un líder que no entiende de esas componendas, deja ese partido, las corrientes internas tendrán un gran problema que resolver: qué hacer con el cascarón del PRD. Porque con el tabasqueño se van muchos cuadros de valía, hartos de la democracia perredista.
En Guerrero, hasta donde es posible saber, se irán con López Obrador: Alberto López Rosas, Marcial Rodriguez Saldaña, Lázaro Mazón Alonso, Félix Salgado Macedonio, Martín Mora Aguirre, Ranferi Hernandez Acevedo, Carlos Payán Torres, Saul López Sollano, Eloy Cisneros Guillén, Rocio Mesino, Wilebaldo Rojas Arellano y Mario Valdéz lucerna (los barbones) y varios militantes de ese nivel –que han sido gobernantes, representantes populares y altos funcionarios públicos–, figuras a las que las corrientes hicieron a un lado.
Se quedarán, por ejemplo, David Jiménez Rumbo, Víctor Aguirre Alcaida y Evodio Velázquez Aguirre, cuya calidad moral y compromiso personal dejan mucho que desear y están a la vista de todos.
Ellos se quedan con el cascarón del PRD, el partido de izquierda que en algún momento se perdió en su propio laberinto y dejó de representar los intereses de la mayoría, y que ahora ha perdido también el liderazgo que en los años recientes le ha proporcionado un gran caudal de votos, que las corrientes internas no han desaprovechado. Por cierto estoy seguro que el PRD no desaparecera seguiran varios personajes en el partido como el caso de Marcelo Ebrard Casaubon, que en el proceso electoral del 2018 seguramente será el candidato a la Presidencia de México y obviamente le dará nuevos alientos. Pero, ¿servirá de algo más que hacer un papel digno de uno de los partidos de izquierda? Porque lo que se dice ganar, ganar..... se ve muy difícil.
albertomojicamojica@hotmail.com
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