OPINION
¿Hacia dónde va el
mundo? de Edgar Morín
Floriberto González González.
Podemos decir, sin temor a equivocarnos, que en los albores del siglo XXI, todo en este mundo está en crisis: el modelo de desarrollo, las instituciones, los partidos políticos, el Estado Nación, las religiones, la educación, la familia, todo.
La vieja idea de desarrollo y progreso planteado de manera lineal, la cual afirmaba que el crecimiento industrial servía como operador del desarrollo económico, y éste a su vez, del desarrollo social e individual y de progreso humano, y que por lo tanto era un modelo destinado a progresar de manera indefinida, garantizando un progreso generalizado e infinito, hoy, a más de dos lustros de su apogeo, este modelo de desarrollo produce cada vez más y en mayor cantidad contaminación y desechos, y que como nunca en la historia de la humanidad, está poniendo en riesgo a la propia especie humana, por lo que pareciera ser que la humanidad se dirige hacía su propia destrucción. Este paradigma civilizatorio nos vendió la idea de un mundo lleno de certezas, las cuales se convirtieron en incertidumbres cada vez más complejas, y esa es una de las crisis que hoy aquejan a cada uno de los seres humanos. Nadie nos previno que todo modelo de desarrollo produce degradación, desorganización, es decir, regreso.
Sin embargo, en medio de esta crisis civilizatoria, y llena de incertidumbres, en que la evolución lineal, el devenir preprogramado y el futuro robotizado no eran más que un mito; nos hemos dado cuenta, al fin, de que el mundo está en crisis, en peligro, y como consecuencia, también la especie humana. Esta es la gran ganancia de esta crisis de paradigma civilizatorio, el descubrir que el progreso y desarrollo eran un mito, y que como nunca, la especie humana y la vida misma están en peligro. La lucha hoy es contra la muerte de la especie humana, contra la muerte del planeta y por el nacimiento de la humanidad.
En este sentido, el nacimiento de la humanidad no vendrá ni del Este ni del Oeste, ni del Tercer Mundo, sino de la planetarización de la humanidad. Vendrá de todas partes y de ninguna, de lo femenino y de lo masculino, de lo juvenil, de lo adulto y de lo viejo, de todos. El reto es de tal dimensión, que no necesita de líderes, de partidos políticos, de la toma del poder, de un grupo social específico; sino que necesita de una multiplicidad de voluntades interdependientes e interconectadas en todo el mundo, porque no hay un lugar específico por donde comenzar, hay que comenzar en todas partes a la vez, y esto no tiene fórmula ni receta. ¡Que cada uno actúe como si el futuro de la humanidad y del planeta no dependiera de nadie más que de él mismo! Ese es el reto. Es la hora de la sociedad civil.
Aquí no se trata como dijera Mafalda: paren este mundo que me quiero bajar, sino de ser capaces de cambiar de rumbo, antes de que sea demasiado tarde. Excelente libro.
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