COLUMNA
Cosmos
Héctor Contreras Organista
¡Chingue a su madre el gobernador;
eso dicen sus enemigos.Yo digo:Que viva mi señor gobernador!
La frase que acuñaron los funcionarios del gobierno –ignorándose si federal, estatal o municipal, pero sabido es que en los tres niveles «cojean de la misma pata»- y que quedó como legado para las nuevas generaciones, es que al término de una administración se digan entre ellos con todas sus letras: «¡Estamos en pleno Año de Hidalgo y chingue a su madre el que deje algo!», (del presupuesto, obviamente).
Sin embargo, aquí en Chilpancingo, de lo que nos consta, hubo un presidente municipal que se saltó las trancas, y lejos de llevarse hasta los clavitos donde colgaban los retratos del ayuntamiento, como en su momento lo hicieron otros, éste alcalde dejó bien aceitada la máquina municipal para que «el nuevo» no encontrara problemas administrativos y hasta dinero dejó en las arcas, una buena lana: Cosa harto rara en un servidor público.
Ese hombre, ese alcalde, ese buen guerrerense se llama Jorge Arrieta Jiménez, hijo de aquel señorón que fue gobernador –interino-, el ingeniero Darío L. Arrieta Mateos, el que trajo el beisbol y la charrería a Guerrero, como deporte y construyó el Lienzo Charro que fue una gran atracción para el pueblo y que al rato la estupidez rectoril de la UAG demolió, y el beisbol lo impulsó en el campo «Wallace», donde el ejército se quedó con los terrenos ubicados ahora en medio de la población.
Pues resulta que Jorge Arrieta realizó en otros estados y municipios una gran actividad a favor de las finanzas. Trabajó en el estado de México y en Guanajuato donde implantó de su creación sistemas recaudatorios que tuvieron mucho éxito. El médico Alberto Saavedra Ramos, siendo alcalde, se trajo a Jorge Arrieta Jiménez a Chilpancingo donde el hombre implantó un sistema de pago del predial, por ejemplo, a través de los bancos y aumentaron los montos anuales de recaudación.
Entró a la presidencia municipal Florencio Salazar Adame y pidió a Jorge Arrieta Jiménez se quedara en la tesorería. Finalmente Florencio tuvo que retirarse de la alcaldía tres meses antes de terminar su periodo municipal y quedó Jorge como alcalde sustituto. Chilpancingo se sorprendió al ver el trabajo realizado por Arrieta Jiménez y hasta se dijo en su momento que «en tres meses hizo lo que otros alcaldes no hicieron en tres años».
Este 2012 en que se quedó como alcalde el tesorero municipal teníamos el deseo, como chilpancingueños, que se repitiera lo que ocurrió con Jorge Arrieta Jiménez, pero algunos paisanos exclaman: ¡Oh, decepción!, agregando que quien está a cargo de la dirección del municipio es don Tulio Pérez Calvo. Y agregan que si bien es cierto que continuamente aparece en los periódicos inaugurando obras, «la ciudadanía tendrá que esperar los resultados de las próximas auditorias al municipio porque dicen los enterados que ahí están ocurriendo cosas muy raras».
¿Como cuáles?, preguntamos.
Por ejemplo está el caso del voceador Toño, «La Momia», quien diariamente entregó periódicos al ayuntamiento y no ha podido cobrar 6 mil 700 pesos que le deben por ese servicio. Le habló a Tulio Pérez Calvo y le reclamó el pago, pero éste le dijo: «Mira, amigo. Yo por eso dejé la tesorería, para ya no tener broncas con nadie. Yo soy el presidente municipal, no el tesorero».
«Por eso», contestó Toño, «La Momia» a Tulio Pérez Calvo: «Porque es usted el jefe ordene que me paguen, porque si no, yo soy el que tendrá que pagar ese dinero a las empresas».
Dice Toño, «La Momia» que el jefe municipal se dio media vuelta «y me dejó como pendejo, hablando solo».
-¡No es posible!, le dije. Le expliqué que don Tulio Pérez Calvo es un hombre muy bien educado y honesto a carta cabal, digno ejemplo de buena crianza por las familias a las que pertenece, persona fina, de buenos modales, culto, respetuoso, amable y en ciertos momentos humilde, admirablemente humilde…
«Bueno» -replicó Toño, «La Momia»-, «así lo ve usted por el chayotete mensual que recibe del ayuntamiento y porque es cuate del jefe Tulio, pero para mí que ese viejo es puro-puro y al amanecer cigarro. Es un cabrón bien hecho, sobre todo con nosotros los que trabajamos y no me quiere pagar, se va a llevar el dinero de los periódicos porque estamos en el año de Hidalgo… ¿qué usted no lo sabe?».
No quise discutir la percepción que de mí tiene «La Momia» en cuanto al «chayote», pero le ofrecí que intentaré dialogar con el presidente municipal del tema a fin de evitar malos entendidos. Lo mismo ofrecí a la Imprenta «Gutenberg» a quien no le quieren devolver una factura por cuarenta mil pesos que, al parecer –no me consta- «ya se pagó» pero a la imprenta no ha llegado un centavo, y en este lío lamentablemente hasta mi admirado amigo don Federico Santos Nava, director de Tránsito Municipal podría salir raspado, cuando que mi gran amigo don Federico es un hombre íntegro, honesto y amigo entre los amigos y a carta cabal. Es de los que por ayudar a un amigo se tumban el dedo para curar una uña. En fin… ¡Año de Hidalgo!
No sé porqué para cerrar la columna de hoy recordé la anécdota aquella de don Roberto Catalán Mancilla, muy socorrida y que dicen sucedió en la peluquería de los Tapia.
-Oye, güero, a que no le mientas la madre al gobernador.
¿Cuánto me das?, preguntó el «Güero Sol».
-Diez pesos.
Y que va don Roberto Catalán Mancilla, el célebre «Güero Sol» y se para frente a la ventana de la casa del gobernador que ahí se encontraba en ese momento:
¡Chingue a su madre el gobernador del estado!
Salen apresuradamente los guarda espaldas –todavía no les decían «guaruras»- a reclamar al Güero Sol» el insulto.
Y este muy solemne respondió:
¡Eso dicen sus enemigos; yo digo: Que viva mi señor gobernador!
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