COLUMNA

Cosmos


Héctor Contreras Organista


SER ALCALDE, ¿PARA QUÉ?
Leyendo un periódico de hace más o menos tres lustros, localizamos una columna que nos detalla cómo era el viejo Chilpancingo, refiere principalmente sobre la forma de gobernar el municipio en aquellos ya muy lejanos tiempos.
No está por demás releerlo y observar qué cosas han cambiado, cuáles siguen siendo las mismas o en qué se ha empeorado o mejorado. Sale y vale.
«La falta de respeto al Bando de Policía y Buen Gobierno ha dado lugar a la anarquía que desde hace varios trienios padece nuestra ciudad capital.
Ello se evidencia meridianamente porque en Chilpancingo cada quien hace lo que quiere, a la hora que quiere y como mejor le acomode, en tanto que la autoridad municipal agacha las orejas, hace mutis ante los problemas o simplemente guarda silencio y se mantiene indiferente a la problemática social.
No se trata solamente de aparentar que se hace obra tanto en la capital como en las comunidades, no se trata solamente de asistir a los actos oficiales para tomarse la foto, no se trata de informar que se secundan los programas de los gobiernos federal y estatal, se trata, en todo caso de que a la ciudadanía se le pueda garantizar que puede habitar una ciudad segura y donde se le garanticen los mínimos servicios.
En sentido contrario aparece la anarquía:
No se le proporciona a los hogares chilpancingueños servicio de agua potable eficiente, puntual y libre de contaminación; no hay calles seguras para los transeúntes y banquetas amplias en las cuales la gente pueda realizar un libre tránsito; la circulación de vehículos es un caos; la basura y el tiradero de desechos siguen siendo una amenaza creciente en contra de la salud del pueblo; y en cuanto a sitios que deberían ser ejemplos vivos de profilaxis, mercado y rastro municipal de donde se alimenta el pueblo, no gozan de buena fama, por el contrario, crece cada día la desaprobación de los propios tablajeros y comerciantes que hablan de la insultante inmundicia e insalubridad que priva en esos centros de donde se obtiene la producción de cárnicos que consume la población.
Tampoco se ha podido someter al orden a los vendedores de gas, de agua «purificada», bolilleros y perifoneos que no sólo escandalizan sino que afectan la paz y tranquilidad pública; citemos de paso el incremento de cantinas, prostíbulos y «loncherías» que en forma alarmante se han multiplicado en la actual administración municipal que otorga permisos para que funcionen en pleno centro de la ciudad. Antes «El Foco Rojo» estaba casi fuera de la ciudad, en la calle Omiltemi.
La plaza central de Chilpancingo se ha convertido en espacio de privilegio para unos y de afectación severa para el comercio establecido, de ahí que haya manifestaciones de protesta en contra de la autoridad municipal quien caricaturiza la imagen de la indolencia cuando sólo se encoge de hombros sin postular soluciones para que ya no se afecte al pueblo; y sin embargo el ayuntamiento sigue permitiendo el establecimiento del comerciante temporal en el centro de la ciudad. Chilpancingo ya no es pozolera, se convirtió en «La ciudad Ciudad Memelera».
Es el propio alcalde quien pone el mal ejemplo haciendo uso de estacionamiento de un espacio lateral del edificio municipal que se abrió para facilitar el desplazamiento de la población, y sin embargo, convertido en estacionamiento oficial afecta severamente a la población, y de ello no quiere darse cuenta el edil y mucho menos el Honorable Cabildo».
¿Chilpancingo ha cambiado después de quince años?

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