ARTICULO
Al rescate de Acapulco
Alberto Mojica Mojica
El gobernador Ángel Heladio Aguirre Rivero anunció y puso en marcha un programa de bacheo en Acapulco y adelantó que su gobierno adquirirá 20 toneladas de huevo para venderlo barato a los más pobres y de ese modo ayudarlos a sortear la crisis derivada de la epidemia de gripe aviar, por cuya causa han muerto millones de gallinas en nuestro país.
Un primer vistazo nos muestra un gobernante sensible que se preocupa y se ocupa con prontitud de los problemas que realmente afectan a la gente.
Pero, sin demérito de ello, y para no correr el riesgo de llegar a conclusiones tan precipitadas como equivocadas, es recomendable desmenuzar ambos sucesos parte por parte.
En lo que respecta al programa de baches –que el gobernador puso en operación al día siguiente de anunciarlo, como si hubiera mucha urgencia–, es pertinente preguntarse si el gobierno del estado dispone de alguna partida para ello autorizada por el Congreso.
No hay que olvidar que el gobierno no puede hacer nada que la ley no le permita (mientras que los particulares pueden hacer todo lo que la ley no les prohíbe), y en ese tenor hay que ver si la ley –en este caso, el presupuesto de egresos– le permite al mandatario disponer de recursos estatales para ir a los municipios a tapar baches.
Si he de ser sincero, debo confesar que yo no estoy enterado si el presupuesto de egresos del estado prevé un rubro al cual el gobernador pueda cargar esos 10 millones de pesos que destinará a tapar los baches del puerto, y los otros millones que sean necesarios, pues ya confirmó que aportará más, si es necesario.
Pero tengo la sospecha de que tal rubro no existe, pues para esos menesteres fueron constituidos y dotados de presupuesto propio los gobiernos municipales. Por consecuencia, tapar baches tal vez no es función del gobierno del estado.
Y ésta es apenas una de las varias obras que Aguirre desarrolla en Acapulco: otras son el Acabús y la renovación de la zona Tradicional del puerto. ¿Tiene los permisos correspondientes? ¿Quién le autorizó a destruir plazas, plazoletas y áreas verdes con tal de sacar adelante sus proyectos?
Es verdad que, derivado de la gravísima crisis financiera del ayuntamiento, prácticamente no hay gobierno en Acapulco. La alcaldesa no es precisamente la persona más entrona y popular del municipio. Antes bien, ha tenido que eludir decenas de exigencias y reclamos de dinero que su gobierno debe. Eso la obliga a mantener un perfil público bajo, a ser discreta, casi invisible. Y las iniciativas del gobernador podrían entenderse como solidaridad con ella y con el pueblo de Acapulco. Pero, ¿es solidaridad lo que mueve al mandatario? ¿No son otros fines los que pretende al acudir al rescate de la ciudad más poblada, grande y productiva del estado, la ciudad cuyo número de votos es capaz de definir elecciones estatales?
Por otra parte, está el asunto de los huevos –hay que meterle huevos, dijo él–. Sin duda, la iniciativa del mandatario está más que justificada, pues es función del gobierno intervenir ante las emergencias, sobre todo aquellas que golpean la integridad física, alimentaria y patrimonial de los menos favorecidos, y si algo han mostrado las crisis económicas por las que han atravesado el país y el mundo recientemente es que no debe dejarse todo a las fuerzas del mercado, porque ello cuesta vidas y destinos.
Sólo hay que recomendarle que tenga mucho cuidado al vender el huevo, no sea que los principales compradores sean intermediarios (o funcionarios públicos metidos de repente a la intermediación) que aprovechen para comprar barato y vender caro. Algún mecanismo ha de haber o ha de poder inventarse, independientemente de que ya no existen las tiendas Conasupo en las zonas urbanas y suburbanas debido al desmantelamiento del Estado benefactor desde que el neoliberalismo hizo su aparición en nuestro país.
Y en este asunto hay que poner mucho cuidado, porque, debido a que no existen mecanismos de control, el apoyo a los pobres puede convertirse en no más que un pretexto para que uno o algunos puedan obtener buenas ganancias indebidas.
Pero supongo que un gobernador que tiene el control político de su estado y de su congreso no tiene demasiadas cosas de qué preocuparse.
Una cosa sí parece quedar muy clara: los acapulqueños seguiremos siendo testigos de grandes inversiones del gobierno del estado, así como de grandes operaciones de rescate siempre, aun cuando no sea necesario, pues nos tocó en suerte vivir en la ciudad más grande, poblada y productiva del estado, bocado apetitoso y primer escalón para cualquier político que pretenda una carrera de rápido ascenso en este asunto de gobernar a los demás.
Y no hay que olvidar que Ángel Aguirre Herrera, el hijo del gobernador, ha estado anotado –por sí mismo o por iniciativa de su padre– desde hace mucho tiempo en la carrera por la presidencia de este municipio. Entre las figuras públicas imperan los principios de que hay que estar siempre en circulación, hay que estar presente siempre; hay que estar en el poder y en el presupuesto público todo cuanto sea posible.
albertomojicamojica@hotmail.com
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