COLUMNA


La Jaula de Dios


Jesús Pintor Alegre


La muerte ayer de 26 personas, niños entre ellos, y 22 heridos, todos ellos presuntamente militantes del Partido del Trabajo que viajaban en un autobús a un mitin político en la zona Norte del estado, nos debe prender un foco de alerta. Simplemente nos dice que los partidos políticos, con sus candidatos, deben de dejar de acarrear gente, que esa costumbre mentecata, debe dejarse de practicar.
La escena dantesca de la gente accidentada, deja un mal sabor de boca, cuerpos con las vísceras expuestas, niños de hasta siete meses, sin vida y entre los fierros retorcidos, que eran llevados por sus padres, a los que les prometieron un pago, una torta aceda o un taco que los pudieran intoxicar.
No cabe en ninguna mente, que mientras los políticos se sienten el ombligo del mundo, y que suponen que todo gira en derredor de ellos, pongan en riesgo la vida de la gente que acude, mediante un pago, ya en especie o en efectivo, para hacerles el caldo gordo, y dar la falsa idea, de que al político lo siguen cientos y cientos de personas.
Que en esta etapa de campaña, el concepto de «acarreados», de cierto debe dejar de existir, los mítines inclusive son un cuadro gastado, de la historia dinosáurica. Y es que a la mayoría de los acarreados, por lo regular son gente de escasos recursos, que se les utiliza de manera patética, qué mentalidad tan arcaica es aquella que piensa que entre más gente reúna, será la que ganará.
De acuerdo al primer reporte de la subsecretaría de Protección Civil de Guerrero, en voz de su titular, Constantino González Vargas, en su primer reporte dijo que al menos 25 personas perdieron la vida al volcar un autobús, y 23 personas más resultaron heridas.
Ya ha habido antecedentes de una situación parecida, como la del pasado 16 de mayo, donde un autobús que trasladaba a un grupo de petroleros a un evento del candidato priista Enrique Peña Nieto, se accidentó en la carretera Champotón-Campeche; el saldo, un muerto y al menos 16 lesionados.
No queda otra lectura, ni otro mensaje, y tampoco deja una advertencia diferente a aquella que nos dice que los candidatos deben evolucionar, y dejar de utilizar a la gente para medrar con su desesperación y su pobreza, y llevarla a amontonarse en derredor del abanderado, para dejar esa falsa idea, que hay que subrayar, de cierto lo es, hay mucha gente que lo sigue, que en realidad goza de simpatía, que mucha gente está convencida de su proyecto.
En la Tierra Caliente hemos visto este tipo de prácticas, como la más reciente en el caso del PRI, en el que intentaron dar la impresión de que los calentanos, a impulso del dirigente estatal del PRI, Cuauhtémoc Salgado Romero, estaban con los candidatos a la Senaduría: René Juárez Cisneros, y esa que quiere ser senadora porque quiere llegar al Senado entre sus argumentos más sólidos, Claudia Ruiz Massieu.
Lo que se vivió allí es claro: la gente está harta de tanto bombardeo de nuestros mesías de cartón, políticos que se bañan de pueblo pero que en realidad no resuelvan nada, gente que vive en su limbo, y que jala a la gente para que le hagan caravana y se arrodillen ante un ser que tiene el complejo de un ser divino.
Gente enferma nuestros políticos que no aterrizan en la idea de que los tiempos han cambiado, y deben de dejar practicar aquello tan gastado e inútil, costumbres viejas de llevar gente desesperada. Ya el gobierno del estado mandó su comunicado al respecto y bueno, dijo que lamenta el accidente y que se les va a ayudar con los féretros.
Eso no sirve de nada para aquellos deudos, para aquellos que llorarán a sus muertos, las viudas y viudos, huérfanos y abandonados, gente que se sumirá en la angustia, y que guardará un mal sabor de boca de esta campaña aciaga, entre tricolores, blanquiazules, amarillos, rojos y naranjas. Ojalá que en verdad evolucionen esos que aseguran que van a salvar al mundo, aunque no serán capaces siquiera de resolver su vida personal.

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