COLUMNA

Flojitos y cooperando

Apolinar Castrejón Marino

Queremos destacar una de las más grandes mentiras que manejan los políticos de toda ralea en la actualidad. Nos tratan de engañar diciendo que están preocupados por la educación de nuestros niños y jóvenes, y que una de las soluciones es lo que llaman «horario ampliado» o jornada completa, es decir, que los alumnos tengan más horas de clases.
Según datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), en el Sistema Educativo Nacional, la matrícula de nivel básico es de 25 millones 782 mil alumnos, de los cuales 15 millones son de nivel primaria, seis millones 100 mil son de secundaria y casi cuatro millones 700 mil de educación preescolar.
Como usted sabe, cada año, la Secretaría de Educación Pública, y las Secretarias de Educación de los Estados, juran y perjuran que los maestros trabajarán 200 días.

En la realidad, terminan trabajando solo 150 días cada año lectivo, y el mes de mayo es el que más suspensiones tiene: Día del trabajo, Batalla de Puebla, Día de las madres, juegos magisteriales, Día del maestro, etc., etc.
También en este mes aprovechan los maestros para exigir incrementos salariales y mayores prestaciones.
 Al respecto, José Ángel Córdova Villalobos, titular de la SEP, dice que «… tiene confianza en que el ambiente político que se vive por los comicios de este año no contaminen la negociación» del incremento salarial que están reclamando los maestros este año.
En el Estado de Guerrero, la Secretaria de Educación demuestra en todas sus declaraciones, un gran temor al gremio magisterial y un sometimiento vergonzoso a las organizaciones sindicales.
Con estos referentes ¿Cree usted que los maestros aceptarían trabajar más horas cada día? Lo primero que exigirán es que les den otra plaza, y desde luego, otro salario ¿De dónde se tomaría el dinero para esta eventualidad?
Algunas décadas atrás, la secretaría de educación además de cubrir el pago de los maestros, los apoyaba con materiales didácticos básicos como pizarrones, gises y borradores.
Cuando los maestros acudían a la Secretaría para realizar algún trámite, aprovechaban para solicitar materiales de escritura y de limpieza ¡Y se los daban!
Luego, la voracidad de los sindicatos obligó a las autoridades a incrementar irresponsablemente el número de plazas para maestros, a costa de gastos para apoyos didácticos; lo que sería para disponer de materiales para los maestros se convirtió en «efectivos» para nómina.
Los sindicatos son un barril sin fondo, su codicia no tiene límites, y por ello siempre están buscando una oportunidad para obligar al gobierno a incrementar el número de maestros «para atender el rezago educativo».
Y luego, ya con las plazas, los nuevos maestros, no quieren irse a cubrir las escuelas sin maestros en las zonas rurales.
Es realmente perverso ver a maestros recién egresados de las normales, cómodamente instalados en escuelas de las ciudades, sin haber ido nunca a conocer la situación de las escuelas de la sierra o de la montaña.
Desde luego que las mujeres tiene más oportunidades, si están dispuesta e «entregar el cuerpecito» como reveló una líder magisterial.

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