COLUMNA

Nicolás Maquiavelo

Apolinar Castrejón Marino

¿Qué tiene que ver esa fauna perniciosa de los políticos, con la insigne figura del Historiador, político y teórico italiano Nicolás Maquiavelo? Pues que sus obras son base y sustento de la política: el Estado, los gobernantes y el poder.
 Pero aunque Maquiavelo fue un pensador grandioso, no tuvo un sistema filosófico concreto; solo fue un humanista con nostalgia de la grandeza de la antigua Roma; un patriota, pero sin principios éticos, un oportunista, que no se preocupó ni por el amor ni por el respeto a sus semejantes.

Sostenía que el bien moral o material del pueblo debía ser relegado frente al objetivo de afianzar el poder del déspota.
Decía que el progreso en la historia depende de la acción del hombre y no de la intervención divina y rechazaba cuanto fuera idealismo y teoría.
La política nada tenía que ver con la moral, la ética o la religión. Tenía una visión realista de gobierno y fue el primero en usar la palabra estado en su sentido moderno y algunos autores le atribuyen la invención de la dictadura moderna, como expresión completamente distinta de las antiguas formas de totalitarismo.
Para Maquiavelo el hombre es por naturaleza perverso y egoísta, que solo se preocupa por su seguridad y por aumentar su poder sobre los demás; sólo un estado fuerte, gobernado por un príncipe astuto y sin escrúpulos morales, puede mantener un orden social justo que frene la violencia humana.
Su obra más importante es El Príncipe, que dedicó a Lorenzo de Medici (1492-1519) Duque de Urbino, y que fue publicada en 1513.
Ahí representa al Duque en especial, pero también retrata el arquetipo de cualquier político o gobernante, al cual confiere como misión procurar la felicidad de sus súbditos. Para conseguirlo tendrá que recurrir a la astucia, al engaño y, si es necesario, a la crueldad. Según la vida real que el ha presenciado, política y moral son dos ámbitos distintos e incluso contradictorios.
Para la conveniencia del Estado, la virtud fundamental es la prudencia. Si el interés de la patria exige traición o perjurio, deberá cometerse. «La grandeza de los crímenes borrará la vergüenza de haberlos cometido». Nicolás Maquiavelo nació el 3 de mayo de 1469, en el pequeño pueblo de San Casiano in Val di Pesa, a unos quince kilómetros de Florencia. S
u padre fue el abogado Bernardo Machiavelli, y su madre fue Bartolomea di Stefano Nelli, ambos de familias cultas y de orígenes nobiliarios pero con pocos recursos a causa de las deudas. Recibió una sólida educación humanística, basada en el estudio de los clásicos latinos e italianos. En 1498 ocupó sus primeros encargos al servicio de la República.
Viajó a varias cortes en Francia, Alemania y otras ciudades italianas en misiones diplomáticas. En 1512 fue encarcelado por un breve periodo en Florencia, y después fue exiliado a San Casciano. Se encargó de la dirección de la guerra contra Pisa y redacta un discurso muy celebrado sobre la campaña.
Se casó en 1501 con Marietta Corsini, con quien tuvo cuatro hijos varones y dos hembras. Sirvió como embajador de Luis XII, del emperador Maximiliano y de César Borgia, de quien se hizo amigo de confianza. Para Maquiavelo la mejor forma de gobierno es la República: «el gobierno de muchos, es mejor que el de unos pocos».
 Pero aunque era republicano y aspiraba a convertir a Florencia en un Estado fuerte, en El Príncipe aceptaba, como mal menor, que en ciertos momentos de corrupción y desorden es más útil y eficaz la acción de un solo personaje, adornado de cualidades excepcionales.

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