COLUMNA
AMLO, se solidariza con Angel H. Aguirre
Alberto Mojica Mojica
La decisión que tomó el gobernador Angel Heladio Aguirre Rivero, presionado por las dos televisoras más influyentes de cobertura nacional, de prescindir de sus familiares que laboraban en el gobierno del estado, debió ser particularmente difícil, porque si tuvo que dar explicaciones a alguien, ese alguien fue el pariente al que tenía que despedir. Y no fue solo uno.
Un mandatario no está obligado a justificar sus decisiones ante sus subordinados, por más que –como en el caso de Aguirre Rivero– entre sus características más conocidas estén sus formas suaves de plantear y proponer, y su talante conciliador. Pero esta regla no aplica cuando el subordinado es un hermano o un sobrino o, en general, un pariente.
A ellos seguramente hay que darles explicaciones. Ahora bien, acerca de los fines que Televisa y Tv Azteca buscaban con esta andanada de ataques, el mismo Andrés Manuel López Obrador, que hace unos días volvió a referirse al asunto en apoyo al mandatario, censuró la utilización de los medios de comunicación para imponer, aplastar y dominar, y conjeturó que las empresas televisivas tal vez pretenden cobrarse por «algo que no se les cumplió o no se aceptó, o algún asunto», y no descartó que pueda tratarse de una venganza de sectores que esperaban que Aguirre no rompiera con el PRI y que el gobernador hubiera sido Manuel Añorve Baños: «quedaron muchas diferencias porque en la elección estatal había muchos intereses en juego y querían imponer al candidato del PRI y no pudieron».
Y lo reconfortó con una gran verdad: «si se gobierna en favor de la gente, la gente lo va a respaldar, el pueblo siempre apoya a los buenos gobernantes; si no se gobierna en favor de la gente, con cualquier campaña en medios se destruye a un gobernante».
El gobernador Aguirre, a mi modo de ver, es de los primeros. Y no se arredró ante la embestida.
Antes bien, en cuanto marcó distancia con sus familiares, aprovechó la inercia del movimiento para asestar otros golpes de timón necesarios para enderezar la nave.
Hizo varias designaciones –algunas para ocupar los puestos que dejaron vacantes sus parientes– y aceptó al menos una renuncia: la de la secretaria de Fomento Turístico, Graciela Báez Ricárdez, cuya salida estaba muy cantada, pues se veía venir desde hacía mucho tiempo, desde que quedó claro que la señora vino al estado a tomarse unas largas vacaciones pagadas con el erario de Guerrero y salpicadas con algunos momentos de trabajo en la dependencia.
El cambio en la Sefotur es muy significativo, porque la actividad turística es el pilar de la economía estatal y la principal fuente de ingresos fiscales de más de un gobierno municipal y del gobierno del estado.
Por cierto que la designación de Javier Aluni Montes en el cargo es vista con simpatía y esperanza por quienes conocen su trayectoria y saben que no es un improvisado en estos menesteres, como la que se fue, porque conoce desde dentro el sector, sabe qué se necesita para sacarlo adelante y tiene las relaciones para lograrlo.
Si a eso se suma el apoyo que le ofreció el gobernador al designarlo, el resultado son suficientes y buenas razones para pensar que las cosas mejorarán en el sector turístico de Guerrero, particularmente el de Acapulco, golpeado primero por una larga crisis desde hace varios lustros y, recientemente, por la mala fama que le han creado los delitos de alto impacto cometidos por el crimen organizado.
Ya los tres órdenes de gobierno se ocupan de la parte policiaca de este último asunto con resultados alentadores.
Y es gratificante saber que el gobernador del estado se ocupa de los otros flancos del problema. Cuando se hizo público, en el 2010, el rompimiento de Aguirre Rivero con el PRI –después de que éste tomó la pésima decisión de postular a Manuel Añorve a la gubernatura–, yo, como muchos otros ciudadanos progresistas de Guerrero, me congratulé por lo que esa ruptura implicaba: la fractura del cacicazgo más rancio de esta entidad, el que ha detentado durante decenios la familia Figueroa y que ha sido un obstáculo para el progreso de este pueblo.
No importaba tanto si una de las piernas de Aguirre se quedaba en el tricolor; lo importante era que la otra ya estaba fuera, y eso era un avance, quizá no tan grande como esperaban algunos, pero avance al fin.
Así que siempre me resistí a pensar que este hombre que fue capaz de aquilatar el momento histórico y tomar la decisión política y tácticamente correcta, se volvió un dinosaurio en cuanto asumió el poder.
Y pienso que la forma en que el mandatario resolvió este momento decisorio que acaba de sortear demuestra que no me equivoqué: que sigue siendo un hombre capaz de aquilatar el momento histórico y tomar la decisión política y tácticamente correcta.albertomojicamojica@hotmail.com
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